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Copa Davis: por qué una serie que parecía sencilla se convirtió en un sufrimiento innecesario

El desahogo de Diego Schwartzman en el BALTC: después de caer el sábado ante un rival junior, definió el triunfo argentino en la serie de Copa Davis frente a Belarús.
Mauro Alfieri

Con el regreso de la Copa Davis al Buenos Aires Lawn Tennis Club por primera vez en 16 años y la vuelta masiva del público al evento (70% de aforo), con la presencia de un (reciente) ex Top 10 en singles (Diego Schwartzman) y el actual número 7 en dobles (Horacio Zeballos), sumado a una debilitada formación de Belarús (llegó al país sin sus tres mejores raquetas), todo se preparó para que fuera un fin de semana de grandes celebraciones y lucimiento para el equipo argentino.

La historia terminó como se esperaba, porque el conjunto nacional se impuso por 4-1 en los playoffs de la reclasificación para el Grupo Mundial I y en 2022 tendrá la oportunidad de regresar a las Finales (no las juega desde 2019), pero el camino hacia el objetivo final fue un suplicio y, por momentos, se temió que todo concluyera en una gran pesadilla.

Después del 1-1 en la primera jornada (impactante derrota en dos sets de Schwartzman ante el junior de 18 años Daniil Ostapenkov -sin ranking ATP- y triunfo de Guido Pella frente a Erik Arutiunian, de 16 años), el capitán bielorruso, Aleksandr Vasilevski, hizo un cambio estratégico en el tercer punto, el de dobles. En vez de utilizar frente a Zeballos y a Machi González a los dos rankeados del plantel (Alexander Zgirovsky -1233°- y Martin Borisiouk -1408°-), optó por Ostapenkov y Arutiunian, que jugaron dobles juntos en cinco torneos esta temporada, ganando dos (en Budapest y Kazan) y llegando a una final.

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Entre la soltura y la explosión de los chicos bielorrusos, más los temores y las imprecisiones de los expertos argentinos, el primer set generó una preocupación gigante en el equipo local. El 7-5 visitante, con un Ostapenkov contundente que -por impactos y movimientos- a algunos les hizo recordar al checo Tomas Berdych (4° en 2015) y se encumbró como el jugador de la serie, generó un cimbronazo en el BALTC. “Teníamos que tratar de liberar los nervios, porque tenísticamente estábamos jugando bien, pero no podíamos aprovechar las oportunidades por el buen saque del rival, pero también por los nervios propios”, reconocería Zeballos después del match, que terminarían festejando con González (con score 6-2 en el segundo y tercer parcial).

Copa Davis en el BALTC: Gastón Gaudio, que fue capitán por última vez, felicita a Diego Schwartzman.
Mauro Alfieri


Copa Davis en el BALTC: Gastón Gaudio, que fue capitán por última vez, felicita a Diego Schwartzman. (Mauro Alfieri/)

Después de los escalofríos en el arranque del domingo, todo empezó a acomodarse y le permitió a Schwartzman ingresar en la Catedral del tenis argentino con mayor soltura. Así fue como 24 horas después de perder un partido que -probablemente- le generó vergüenza deportiva, el Peque, actual 15 del ranking mundial, mostró otro semblante, venció 6-1 y 6-2 a Zgirovsky, definiendo la serie (luego, por el quinto punto, debutó Federico Coria y derrotó a Ostapenkov por 6-3 y 6-1).

El equipo argentino logró el objetivo que se había planteado, pero el trayecto -teniendo en cuenta el poderío de uno y otro- tuvo innecesarias dificultades. El deporte es tan apasionante, en parte, por su cuota de impredecibilidad, pero Gastón Gaudio (en el cargo de capitán por última vez) y los jugadores sufrieron muchísimo más de lo que esperaban. Inclus, el desahogo del público y de los integrantes del equipo llegó a las 14.30 del segundo día de acción, cuando Zgirovsky sacó 2-5 en el segundo set y la victoria argentina ya se olfateaba en el ambiente.

El viernes, el día del sorteo, Gaudio reconoció que no tenía referencias de los rivales (tampoco se preocupó demasiado por tenerlas). El subcapitán, Gustavo Marcaccio, intentó -en vano- buscar videos de partidos completos de los bielorrusos. Fue totalmente innecesario que la selección argentina de tenis masculino llegara a una posición delicada en la serie -en buena medida- por no prestarle la atención correspondiente a los rivales durante la preparación. La falta de conocimiento en esta época es inadmisible. Un ejemplo de la subestimación se observó el sábado, tras el segundo punto: en el court central se entrenaron Schwartzman, Francisco Cerúndolo y Camilo Ugo Carabelli (los dos últimos fueron sparring); cuando finalizaron, los cuatro bielorrusos pisaron el polvo de ladrillo, pero ni Gaudio ni Marcaccio permanecieron allí para estudiar a los rivales que tendrían Zeballos y Machi González. Tras la victoria de Schwartzman, Gaudio anunció en el propio court central lo que ya se conocía: que dejaría la capitanía (lo reemplazará Guillermo Coria).

Copa Davis: Gaudio con los doblistas Horacio Zeballos y Machi González.
Mauro Alfieri


Copa Davis: Gaudio con los doblistas Horacio Zeballos y Machi González. (Mauro Alfieri/)

“No sólo jugar la Davis, sino en Buenos Aires, con un montón de gente que no ves, no es fácil. Puede ser y tiene que ser mucho mejor mi nivel. Después del partido del sábado tuve un día complicado en lo anímico para poder levantar y disfrutar con el grupo. Lo más normal era que ganemos la serie. Es lo que esperaban todos. Pero cuando tenés un día muy complicado en el trabajo como fue el sábado y después ganás, te emociona porque tenés retenidas algunas cosas internas”, confesó Schwarztman. Contó que tras perder con Ostapenkov volvió al hotel y, en vez de encerrarse en la habitación, bajó al lobby, intentó airearse mentalmente, tomó mate y hasta le pidió al masajista del equipo, Walter Alfonso, que le cortara el pelo. “No podía quedarme en la habitación lamentándome”.

“Fue uno de los peores días de mi carrera -aseveró Schwartzman, recordando lo sucedido el sábado-. Perdí con un jugador sin ranking, sin experiencia. Ya todo eso afecta un montón. Si bien el 80 o 90 por ciento de la gente siempre está a disposición y aliento, hubo una minoría que me hizo críticas con mala intención. Recibí amenazas, insultos y pedidos de que no vuelva a Argentina. Más o menos, afecta”.

La emoción de Diego Schwartzman tras su victoria en el cuarto punto de la serie frente a Belarús.
Mauro Alfieri


La emoción de Diego Schwartzman tras su victoria en el cuarto punto de la serie frente a Belarús. (Mauro Alfieri/)

La Argentina jugará los “Qualifiers” en marzo próximo (4-5 o 5-6) contra uno de los países que queden entre el puesto 5° y el 18° en las Finales de este año o uno de los equipos que triunfaron en la misma reclasificación del Grupo Mundial I que el equipo nacional. El sorteo de los cruces será en diciembre, luego de las Finales en Madrid, Innsbruck y Turín. Cualquiera de estos equipos podrá recibir una invitación para las Finales de 2022 (como le sucedió a la Argentina y a Gran Bretaña en 2019, por ejemplo). El regreso a la elite representará un premio deportivo para el país campeón de la Ensaladera en 2016 y un alivio económico para la tesorería de la centenaria Asociación Argentina de Tenis, que en abril/mayo del año próximo tendrá elecciones presidenciales.

La vuelta al estadio de tenis más emblemático del país se cerró con sonrisas, un puñado de lágrimas de emoción y música que endulzaron los oídos de los integrantes del equipo argentino, aunque con un grado de sufrimiento excesivo que debería ser un aprendizaje para el futuro.