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Los inmigrantes siguen enviando dinero a casa a pesar de la pérdida de empleos durante la pandemia

Jesús Perlera y muchos otros inmigrantes como él se las han arreglado para seguir enviando cantidades considerables de dinero a casa, incluso después de que el coronavirus afectara sus empleos y ganancias. (Jim Wilson/The New York Times)
Jesús Perlera y muchos otros inmigrantes como él se las han arreglado para seguir enviando cantidades considerables de dinero a casa, incluso después de que el coronavirus afectara sus empleos y ganancias. (Jim Wilson/The New York Times)

LOS ÁNGELES — Las ganancias de Jesús Perlera por el transporte de contenedores desde y hacia el puerto de Oakland, California, se desplomaron en la primavera cuando la pandemia del coronavirus devastó el negocio. Sin embargo, durante los meses de crisis, Perlera, como camionero independiente, nunca dejó de enviarle dinero a su madre, que vive en El Salvador.

“Si no la mantengo, ¿cómo va a comer?”, comentó.

Perlera y muchos otros inmigrantes como él se las han arreglado para seguir enviando cantidades considerables de dinero a casa, incluso después de que el coronavirus provocara el derrumbe de sus empleos y ganancias, lo cual desmiente las advertencias iniciales sobre las graves consecuencias mundiales de la pandemia.

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El Banco Mundial predijo en abril que las remesas que envían los inmigrantes a América Latina y el Caribe se reducirían en casi un 20 por ciento este año, “su mayor descenso en la historia reciente”, pues los trabajadores fueron despedidos o sus horas quedaron reducidas. No obstante, es poco probable que esa proyección y otras realizadas por analistas financieros internacionales se materialicen si se mantienen las tendencias actuales.

Las predicciones tenían sentido. Históricamente, las remesas han aumentado y disminuido según los altibajos de las economías a las que los inmigrantes han viajado para trabajar.

Pero tras soportar los peores meses del confinamiento, muchos inmigrantes han vuelto al trabajo y envían a sus familiares incluso más dinero que antes de la crisis, según cálculos recientemente recopilados.

“Todo el mundo hablaba de cómo iban a disminuir las remesas, pero se han mantenido notablemente estables”, dijo Matt Oppenheimer, director ejecutivo de Remitly, una empresa de transferencia de dinero digital con sede en Seattle.

Después de haber caído vertiginosamente en marzo y abril, ya han repuntado las remesas transferidas a América Latina, de las cuales tres cuartas partes son enviadas por inmigrantes que trabajan en Estados Unidos. El dinero transferido a algunos de esos países en la primera mitad de 2020 en realidad eclipsó la cantidad enviada durante el mismo periodo en 2019, según datos oficiales.

Las remesas de indios, filipinos y nigerianos que viven en Estados Unidos también han seguido creciendo en relación con el año pasado, según los ejecutivos de las empresas de transferencia de dinero que dan seguimiento a ese tipo de envíos.

Estos resultados inesperados destacan la resistencia de los inmigrantes, su capacidad para superar tiempos difíciles y su sentido de la obligación con los familiares que dejaron atrás.

“Es ilógico para la mayoría de los estadounidenses”, señaló Oppenheimer. “Pero, para los inmigrantes, mantener a sus familias es la razón fundamental por la que llegaron a Estados Unidos”.

A diferencia de los trabajadores que están anclados a sus hogares y familias, muchos inmigrantes han seguido enviando dinero a casa porque están dispuestos a viajar a donde haya trabajo.

En su empleo en una compañía de Maryland que pavimenta y repara estacionamientos para propiedades comerciales, Rafael Romero, inmigrante mexicano, ganaba 1400 dólares a la semana antes de que el virus cerrara un negocio tras otro y sus salarios se redujeran a la mitad.

Aunque normalmente enviaba 600 dólares al mes a sus padres, hijos y hermanos en México, esta primavera solo consiguió 300 dólares durante tres meses consecutivos. Así que este mes, Romero, de 42 años, viajó 386 kilómetros desde su casa en Jessup, Maryland, para trabajar en Virginia Beach.

“No vamos a defraudar a nuestras familias, pues dependen de nosotros”, dijo Romero durante un descanso laboral con dos compañeros inmigrantes, uno de Guatemala y el otro de El Salvador, quienes habían viajado con él a la zona.

El año pasado, los trabajadores del extranjero aportaron más de 100.000 millones de dólares a América Latina, un récord. La mayor parte del dinero se originó en Estados Unidos, y México fue el mayor beneficiario.

El dinero, que a menudo es utilizado para comprar productos esenciales como alimentos y medicinas, es clave para aliviar la pobreza en esos países. Sin embargo, las remesas también permiten a las familias pagar colegiaturas, electrodomésticos y mejores viviendas. En Guatemala, el segundo país latinoamericano que recibe más remesas generadas en Estados Unidos, los edificios construidos con la ayuda de los inmigrantes en Estados Unidos están por todas partes en los pueblos indígenas.

No cabe duda de que ha aumentado el desempleo entre los inmigrantes en Estados Unidos, al igual que entre la población en general, y la situación ha sido especialmente difícil para los que viven en el país sin permiso legal porque no tienen derecho a recibir asistencia federal. No obstante, los inmigrantes que tienen green cards quizá hayan recibido la ayuda de los pagos por desempleo, lo que les permitió seguir enviando dinero al extranjero.

Algunos trabajadores inmigrantes también se han visto menos afectados por la pandemia debido al trabajo que realizan. Aunque están sobrerrepresentados en los trabajos del sector de servicios que han sido los más afectados por la crisis, como hoteles y restaurantes, los trabajadores nacidos en el extranjero también constituyen una gran parte de la mano de obra en industrias que se han salvado, como el procesamiento de alimentos y la agricultura.

Esto ayuda a explicar por qué el valor total de las remesas durante los primeros seis meses de 2020 de hecho aumentó en algunos países, como México, Nicaragua y la República Dominicana, en un diez, cinco y tres por ciento, respectivamente, en comparación con el mismo periodo del año anterior.

Guatemala rompió récords mensuales de remesas en junio, julio y agosto, después de haber visto disminuciones en los tres meses anteriores, lo cual sugiere que los inmigrantes podrían estar enviando más dinero a sus familias para compensar el déficit previo.

La cantidad transferida a El Salvador se desplomó un 40 por ciento en abril en comparación con el mismo mes del año anterior, pero luego aumentó un 10 y un 14 por ciento en junio y julio, respectivamente, en comparación con esos meses en 2019.

Otros factores han ayudado a los inmigrantes a seguir enviando dinero a sus hogares a pesar de la crisis.

Después de vivir la gran recesión de 2008 y 2009, cuando las remesas disminuyeron en todo el mundo, muchos inmigrantes en Estados Unidos habían ahorrado para lo inesperado, dijo Manuel Orozco, un estudioso de las remesas que entrevistó a inmigrantes, empresas de transferencia de dinero y bancos centrales para una investigación reciente.

“Las lecciones que aprendieron de la recesión en 2009 les permitieron estar preparados”, comentó Orozco.

Los ahorros promedio de los inmigrantes mexicanos subieron de 4000 dólares en 2009 a casi 6000 dólares en 2020, según sus cálculos, lo que ayudó a protegerlos durante el avance lento de la economía.

También descubrió que una mayor amenaza de deportación bajo el gobierno de Donald Trump ha instado a los inmigrantes que viven en Estados Unidos sin permiso legal a transferir más dinero a su país, en caso de que sean detenidos repentinamente y no puedan acceder a sus activos en Estados Unidos.

“Toda la retórica antiinmigrante ha creado una fuerte sensación de miedo. Por si acaso, van a enviar más dinero a sus países”, dijo Orozco, director del Centro para la Migración y la Estabilización Económica de Creative Associates International, una compañía de desarrollo con sede en Washington.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company