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La ecuación que calcula cuánto tiempo perdemos en el trabajo y alarma a los empresarios

He aquí algo que enojará a los jefes de empresa y dejará boquiabiertos a los empleados: una simple ecuación matemática puede revelarnos cuánto tiempo perdemos en el trabajo, en esos lapsos en los que no producimos ideas ni acometemos las tareas encomendadas.

Según un artículo de Business Insider, un estudio científico demostraría los altos costos que las interrupciones del personal deparan a las finanzas de la empresa para la que laboran. Esto, como nos podemos imaginar, ocurre en todas las compañías del planeta.

En base a un análisis puntual de algo más de tres días, llevado a cabo por un equipo de observadores ante una masa de trabajadores de empresas de la tecnología y las finanzas, la Dra Gloria Mark, de la Universidad de California, en Irvine, llegó a la conclusión de que un empleado cualquiera interrumpe o es interrumpido en su buró cada tres minutos como promedio, y que para reponerse y regresar mentalmente a su contenido necesita un promedio de 23 minutos más, o, para ser justos con la ciencia, unos 23 minutos y 15 segundos.

Como resultado de este tipo masificado de comportamiento, cada vez tenemos que tratar más con empleados cansados cuya pérdida de concentración y propensión a cometer errores representa un costo económico para la empresa.

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El estudio sobre distracción digital llevado a cabo desde hace varios años por la doctora Mark, arrojaría también la conclusión de que no solo la empresa sale afectada por la acumulación de empleados “distraídos”, sino que estos sufrirían efectos emocionales negativos, lo que a la larga afectaría su salud en todos los sentidos.

"Nuestra investigación ha demostrado que la distracción de la atención puede conducir a un mayor estrés, al mal humor y a la baja productividad", apuntó Mark en The New York Times.

Cronómetro en mano, los analistas llegaron también a la conclusión de que el 50% de las interrupciones eran autoinfligidas. De acuerdo con lo expuesto por la Dra. Mark en Fast Company, trabajar en una tarea y cambiar la vista para revisar el Facebook, por ejemplo, es una interrupción autoinfligida, mientras que atender a un colega que se acerca para discutir sobre un proyecto no lo es.

Convocada por diferentes medios de prensa debido a la importancia y actualidad del tema de sus investigaciones, Gloria Mark explicó a The Wall Street Journal que la posibilidad de consultar desde el puesto de trabajo la mensajería electrónica, así como redes sociales como Facebook o Twitter, representa una vía para que el empleado tienda a dispersarse.

De ahí que no pocas empresas de todas partes hayan aplicado operaciones antiemail personal y consideren más valioso el uso del teléfono para consultas profesionales, lo que pretendería relegar a un segundo plano el uso del buzón de correos profesional.

Tal vez todo lo anterior quede resumido en otro de los experimentos realizados por la Dra Mark. En aras de contribuir a esclarecer la incidencia de la mensajería electrónica y las redes sociales en el desempeño del empleado, esta especialista llegó incluso a cortarle, durante cinco días, el acceso al correo electrónico a un grupo de 13 trabajadores de una empresa, con el objetivo de comparar el nivel de estrés y su productividad en relación con sus colegas.

Según su propio testimonio para Los Angeles Times, ese estudio demostró “que las personas que no interrumpían sus labores por culpa del correo electrónico dedicaban menos tiempo a moverse de una ventana a la otra en su pantalla y presentaban menos tendencia a la dispersión”.

Cifras basadas en sensores colocados en las computadoras de la empresa revelaron que los empleados que sí tienen acceso al email se mueven de una ventana a otra unas 37 veces durante una hora, mientras que quienes no disponen de esa opción lo realizan unas 18 veces en el mismo periodo.

“Nuestro estudio muestra que las personas experimentan más estrés cuando tienen acceso a su correo electrónico”, sentencia la Dra. Mark; del mismo modo que los empleados analizados “reportaron que habían sido mucho más productivos”.

“Ellos aseguraron que habían sido capaces de enfocarse en las tareas más largas, y esto fue confirmado por los datos”, concluyó la especialista.