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La cerveza de los 1.000 millones de dólares

Pabst Brewing Company

, la veterana cervecera con 170 años de historia que fabrica la famosa PBR (Pabst Blue Ribbon), está en venta. Su propietario, el magnate C. Dean Metropoulos, está buscando compradores para desprenderse de la histórica firma, cuya cerveza sustenta una legión de incondicionales. Y la expectativa es que podría alcanzar un precio de 1.000 millones de dólares, según ha publicado Reuters.

La última década ha sido una etapa extraordinaria para la cervecera americana. PBR ha resurgido por la puerta grande. Fue popular en los años 70, pero perdió el rumbo en los 80 y los 90, tocando suelo en 2001, cuando las ventas cayeron por debajo del millón de barriles, según explica Quartz. Pero con el nuevo siglo la PBR resucitó de sus cenizas y volvió a convertirse en una de las cervezas favoritas en Estados Unidos.

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Las ventas crecieron el 25% en 2009, cerca del 18% en 2010 y alrededor del 14% en 2011, de acuerdo con las cifras que maneja Beer Marketer’s Insights. Aunque aún no alcanza los niveles de Budweiser, superó a Coors en 2006 y a Sam Adams en 2010. Los americanos bebieron más de 350 millones de litros de PBR en 2012, casi el 200% más que en 2003, según los datos de Euromonitor.

El rápido crecimiento de PBR se ha desatado en medio del deterioro continuado en el consumo de cerveza nacional en Estados Unidos. La cerveza está perdiendo su hegemonía entre los estadounidenses, que cada vez aprecian más el vino y otras bebidas alcohólicas. La bajada ha sido especialmente llamativa entre los treinteañeros y, particularmente, entre las cervezas de gama baja, como Miller y Budweiser, con productos similares a la PBR. Hoy el éxito es para las cervezas artesanales, un mercado que, sin embargo, Pabst no ha explorado.

Y sin embargo, PBR, que fue fundada en Milwaukee, Wisconsin, en 1844, pero que ahora tiene su sede en Los Angeles, continúa disfrutando de una de las etapas más gloriosas, en cuanto a crecimiento, de su historia. Es, de hecho, una de las pocas cervezas baratas cuyas ventas siguen creciendo hoy en día entre los estadounidenses.

Si se preguntan cuál es el motivo, no lo encontrarán en ninguna campaña de marketing brillante. PBR incluso no es tan diferente al resto de cervezas con las que compite. Es barata, con una baja graduación de alcohol y un poco acuosa. "Es la bebida que eligen quienes les gusta en una noche de juerga visitar el baño constantemente", bromeaba en un artículo el Washington Post.

Aunque no hayan bebido nunca una PBR, es probable que sí hayan oído hablar de esta cerveza. Y no porque Pabst haya inundado las televisiones de anuncios. Quizás, más bien, por todo lo contrario. Tanto es así que tras observar la inesperada popularidad que alcanzó la cerveza en Portland, Oregon, en el año 2001, la empresa concluyó que la gente compraba esta cerveza porque no habían sido agresivos con los consumidores. La PBR ya había sido una cerveza fetiche para los ‘hipsters’ en los años 70 y 80. Y así continúa hoy. Muchas veces el boca a boca es la mejor campaña de publicidad.

Este nuevo nicho de clientes sentía que estaban bebiendo PBR por su propia voluntad y Pabst no quiso hacerles cambiar de idea. La teoría más interesante es que el número de fieles de PBR creció como consecuencia de la ausencia de campañas de marketing y no a pesar de ella. Desde entonces, la estrategia de la compañía siempre ha sido, precisamente, que no hubiera campañas. Mientras, la competencia sigue pagando millones por acaparar el ‘prime time’ de las televisiones.

Esta estrategia también ha permitido que haya ciertos detalles que pasen desapercibidos, como el hecho de que Pabst ni siquiera fabrica su propia cerveza o que PBR no sea, ni mucho menos, la cerveza más barata de entre las denominadas ‘low cost’. De hecho, la empresa ha enfrentado duras críticas por haber subido el precio de su cerveza estrella.

De una forma u otra, los directivos de Pabst han sabido cómo hacerlo, porque, como afirmó la CNN en un reportaje en 2009, los consumidores de PBR podrían mirar otras cervezas más baratas, pero prefieren gastarse un poco más para asegurarse de que no son víctimas de las tendencias mayoritarias. Una fidelidad que puede llevar a la cervecera hasta los 1.000 millones de dólares. ¿Mantendrán los nuevos dueños la esencia de su cerveza más carismática?

Fuente: Yahoo España
La cerveza de los 1.000 millones de dólares