Las galletas Chiquilín se inspiraron en un niño prodigio con una vida increíble
Hace más de un siglo, concretamente en 1907, nació en Bilbao la reconocida empresa de galletas Artiach. No puede decirse que les fueran mal las cosas en sus primeros años, pero el negocio familiar dio un gran impulso un par de décadas después gracias al amor por el cine de uno de sus miembros y a una brillante decisión de marketing. Así fue como nació una de las marcas más reconocidas en España y que hoy en día sigue vigente: las galletas Chiquilín.
Su artífice fue Gabriel Artiach Gárate, responsable de la expansión de la compañía y gran cinéfilo, una pasión que le sirvió para escoger un naming y una imagen de marca que han pasado a la historia.
Gabriel solía acudir al cine para despejarse después del trabajo, y fue allí donde descubrió a Jackie Coogan, un jovencísimo actor que deslumbró al mundo con su papel en la película “El Chico”, nada menos que junto a Charles Chaplin. En la cinta, el niño prodigio hacía el papel de un tierno huérfano, vestido con un característico peto de tirantes y una gorra de gran tamaño.
En los años 20 era bastante habitual en España poner apodos a los actores de moda: a Buster Keaton le llamaban ‘el Pamplinas’, Laurel y Hardy eran ‘el Gordo y el Flaco’… y al joven Jackie Coogan lo bautizaron como ‘Chiquilín’.
La combinación de nombre y estilo le pareció a Gabriel Artiach que funcionaría para una galleta, así que se lanzó a registrar la marca ‘Chiquilín’. En 1927 el producto ya era una realidad, que pronto se convirtió en todo un éxito de la compañía bilbaína apoyado por una inconfundible línea gráfica. Basta con fijarse en el logo para apreciar claramente que evoca a la joven estrella de Hollywood.
Curiosamente, la evolución en las décadas posteriores de las galletas Chiquilín y del Chiquilín actor guardan bastantes similitudes, alternando éxitos, fracasos y ‘resurrecciones’. Como si del guión de una película se tratase…
Artiach experimento un gran crecimiento y llegó a tener hasta 800 trabajadores en su fábrica, pero las terribles inundaciones que azotaron Bilbao a principios de los 80 la dejaron seriamente dañada. La familia Artiach tuvo que vender la empresa al grupo Nabisco, que trasladó el negocio al actual emplazamiento de Orozco. Tras pasar por manos de diversas multinacionales, las galletas Chiquilín siguen más vivas que nunca y guardan un lugar de privilegio en el corazón de los consumidores (y en su cesta de la compra).
Jackie Coogan, por su lado, pasó de ser una estrella a nivel mundial a prácticamente caer en el olvido, eclipsado por nuevos rostros infantiles como Shirley Temple. Pero lo peor estaba por llegar, ya que su familia le estafó y dilapidó la fortuna que había acumulado con sus actuaciones siendo menor de edad. Tras desaparecer de los focos se alistó en el ejército y combatió en importantes batallas de la Segunda Guerra Mundial. El que fuera Chiquilín tuvo un inesperado regreso a la fama muchos años después, interpretando al tío Fétido en la serie La familia Addams. Una vida de película...
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