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En su 108 aniversario, los feligreses de San Adalberto cuestionan la eliminación de la escultura de La Piedad de la iglesia cerrada de Pilsen: ‘Realmente creo que Dios está aquí’

La lluvia comenzó a caer a cántaros y los manteles de plástico ondearon con el viento mientras las mujeres rezaban sus oraciones, rosario en mano. Primero en polaco, luego en español y luego en inglés.

“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”, dijo un coro de voces en sincronía con la mujer que dirigía la oración en inglés.

El clima no disuadió a unos 50 feligreses y simpatizantes la semana pasada de reunirse para celebrar el 108º aniversario de San Adalberto en el callejón detrás de la iglesia, al igual que no los ha disuadido de rezar afuera desde que cerró en 2019, o de pasar el últimas semanas, 24 horas al día los siete días de la semana en turnos rotativos, para ayudar a evitar que se retire una estatua.

Desde 2017, después de que los feligreses supieran que San Adalberto, 1650 W. 17th St., cerraría, un grupo de ellos ha estado luchando para reabrir la parroquia.

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Su lucha se intensificó hace un par de semanas, cuando se enteraron de que los trabajadores estaban en el lugar perforando una pared trasera de la iglesia para quitar la estatua de La Piedad, que representa a María sentada y sosteniendo el cuerpo de Jesús en su regazo después de que lo bajaron del cruz.

Desde entonces, el grupo de unos 25 feligreses ha rotado turnos, asegurándose de que al menos una persona esté siempre en el callejón cerca de la puerta trasera que conduce a la pared parcialmente perforada para evitar que los trabajadores completen el trabajo.

El 20 de septiembre, el grupo invitó a simpatizantes y vecinos a celebrar el aniversario de San Adalberto. La gente compartió flautas, arroz, frijoles y una sopa polaca mientras un hombre tocaba la guitarra y otro cantaba en español.

Alrededor de la medianoche, después de que terminó la celebración y el grupo ayudó a limpiar el área y empacar mesas y sillas, Judy Vázquez se quedó en el lugar, durmiendo en una camioneta. Lo ha hecho seis de las últimas 14 noches y ha pasado gran parte de sus días allí, visitando a feligreses y vecinos.

“Realmente creo que Dios está aquí”, dijo Vázquez.

A principios de este mes, Dalia Radecki, que vive detrás de St. Adalbert, escuchó un fuerte ruido proveniente del callejón por la mañana, dijo. Caminó hacia una nube de polvo.

Radecki llamó a uno de los feligreses y se corrió la voz entre el grupo de San Adalberto, dijo. Se presentaron para protestar por la construcción y finalmente llegó la policía y los trabajadores se fueron.

Pero los feligreses sabían que los trabajadores regresarían, por lo que decidieron quedarse en el lugar día y noche para detenerlos.

“Ha sido un esfuerzo comunitario increíble”, dijo Vázquez. “Ha sido una revelación porque… este es un territorio desconocido”.

La próxima vez que los trabajadores regresaron con un permiso para continuar con su trabajo, Rosemarie Domínguez dijo que se sentó frente a la puerta y se negó a moverse.

“Este ha sido un hogar para muchos de nosotros, especialmente para mí”, dijo Domínguez la semana pasada. “He estado viniendo aquí desde que era un feto. Mi mamá era parte del coro. Mi papá es diácono; sirvió a esta parroquia”.

Domínguez, de 30 años, es una de las más jóvenes en el grupo que lucha por la reapertura de San Adalberto. Ella dijo que a veces trabaja en el sitio, usando un punto de acceso y cargando su computadora portátil en la casa de Radecki.

Domínguez es la organizadora de participación comunitaria y vivienda de The Resurrection Project, una organización sin fines de lucro que trabaja para promover la paz y la seguridad en el suroeste de Chicago ayudando a las familias a encontrar viviendas asequibles y brindando servicios legales de inmigración, entre otra asistencia. San Adalberto fue una de las seis parroquias que contribuyeron con capital inicial para The Resurrection Project en 1990.

“Esto es cercano y querido para mi corazón”, dijo Domínguez. “Aquí es donde comenzó mi activismo”.

El grupo no solo está molesto porque la estatua debe ser removida, muchos de ellos dijeron que están molestos por la forma en que la iglesia está realizando la remoción, perforando un agujero a través de la pared de la iglesia en lugar de sacarla por las puertas principales.

“Que vengan y dañen la iglesia, eso duele mucho a los feligreses que han estado aquí”, dijo Radecki.

La Arquidiócesis de Chicago dijo que la réplica de la estatua de La Piedad de Miguel Ángel se trasladaría de San Adalberto a la iglesia católica San Pablo, aproximadamente a una milla al suroeste.

“Los feligreses tendrán acceso antes al culto y disfrutarán mejor de la escultura en su nuevo hogar”, según el comunicado. “Además, este valioso tesoro comunitario se puede salvaguardar y preservar mejor en una iglesia parroquial activa”.

La arquidiócesis dijo que se informó a los parroquianos en el sitio web de la parroquia desde el 19 de abril sobre la remoción de la estatua.

“La parroquia siguió el proceso de obtención de permisos adecuado y consultó con ingenieros que aconsejaron sobre la forma más segura de trasladar la estatua a su nuevo hogar”, dice el comunicado.

En 2016, la arquidiócesis anunció que San Adalberto cerraría como parte de un plan para consolidar en tres las seis iglesias católicas del barrio de Pilsen.

En ese anuncio, la arquidiócesis citó los $2.5 millones que costaría reparar los campanarios de 185 pies de San Adalberto y la disminución de la asistencia a misa de unas 2,000 personas desde el año 2000.

En octubre de 2020, la ciudad inició el trámite para otorgar el estatus de sitio histórico a San Adalberto, pero ese proceso se ha estancado desde entonces.

El concejal Byron Sigcho-López (D-25), quien representa el área de Pilsen, patrocinó una ordenanza para reclasificar la zonificación en la ubicación de la iglesia de residencial a parques y distrito de espacios abiertos. Esa ordenanza fue aplazada a una futura reunión del consejo.

Un documento de la arquidiócesis de agosto enumera San Adalberto a la venta por $3.95 millones.

Demetrio Reyes vive enfrente de la iglesia. Es donde se casó con su esposa en 2007, donde celebraba misa los domingos y asistía a eventos y celebraciones.

“Es tu casa”, dijo. “Allí encuentras refugio para tus problemas. Vas a la iglesia para dar gracias a Dios por tu vida. Y luego, de repente, te enteras de que se cerrará”.

Reyes dijo que ha encontrado esperanza al ver que la gente continúa reuniéndose para orar, incluidos él y su esposa.

“Es increíble la fe de la gente”, dijo.

Los vecinos se han estado reuniendo en el estacionamiento de la iglesia, en el lado oeste del edificio, para rezar todos los días desde el primer domingo que San Adalberto cerró en el verano de 2019. Los viernes, los feligreses polacos se unen al grupo y al Grupo del Rosario Polaco en Español de San Adalberto reza el rosario en tres idiomas.

Además, los domingos los feligreses rezan como una forma de protesta frente a la Catedral del Santo Nombre, 735 N. State St., donde vive el cardenal Blase Cupich.

“Estamos aquí en la lucha diciendo OK, ¿qué va a pasar después?” dijo Vázquez. “Y si no nos organizamos y realmente llevamos esto a otro nivel, la administración de la religión católica seguirá haciéndolo”.

scasanova@chicagotribune.com

  • Este texto fue traducido por Octavio López/TCA