¿Dónde están los reformistas en las presidenciales de Irán?

Teherán, 18 jun (EFE).- Solo uno de los cuatro candidatos que se disputan este viernes la Presidencia iraní es considerado reformista, Abdolnaser Hematí, pero el potencial electorado de este bloque político está prácticamente ausente en esta jornada en las urnas, hastiado de no ver cambios en el país.

Una decepción cimentada en ocho años de gobierno del presidente moderado, Hasan Rohaní, al que el bloque reformista respaldó tanto en 2013 como en 2017, pero ya cansado de promesas de más libertades incumplidas. Hoy, la mayoría de los que acudieron a votar eran partidarios del clérigo ultraconservador y jefe del Poder Judicial, Ebrahim Raisí.

En las últimas presidenciales, numerosas personas se presentaron en las urnas con símbolos discretos vinculados con el reformista Movimiento Verde, que protagonizó las protestas de 2009 contra la reelección de Mahmud Ahmadineyad. Esta vez, no había ni rastro.

Frente a la vestimenta en colores verdes y morados visible en 2017, hoy los escasos votantes que se declaraban reformistas, además de no llevar ningún tipo de prenda reconocible, informaban de su inclinación política y de su voto por Hematí casi a escondidas.

Más abiertos y entusiastas se mostraron los seguidores que acompañaron al candidato a votar en el conocido Hoseiniye Ershad, donde gritaron entre el revuelo mediático causado por su llegada "Hematí, Hematí, ¡eres la esperanza de esta nación!".

DIVISIÓN EN LAS FILAS REFORMISTAS

Los principales líderes del Movimiento Verde, Mir Hosein Musaví y Mehdi Karrubí, siguen bajo arresto domiciliario y en los últimos años las manifestaciones que estallaron contra la carestía han sido duramente reprimidas.

Musaví y Karrubí llamaron en las anteriores presidenciales a votar por Rohaní, quien prometió liberarlos, pero en esta ocasión solo el segundo anunció que daba su apoyo a Hematí.

En un mensaje publicado la semana pasada, Musaví indicó que respaldaría a "aquellos que están hartos de elecciones humillantes y manipuladas y que no ceden a decisiones ocultas y sigilosas", dando a entender que se iba a abstener.

Tanto Hematí como el exvicepresidente Mohsen Mehralizadeh, que se retiró de la carrera presidencial dos días antes de la cita con las urnas, intentaron recabar el apoyo de la coalición de partidos reformistas.

Mehralizadeh incluso prometió durante la campaña "una tercera administración de Jatamí", en alusión al expresidente reformista Mohamad Jatamí (1997-2005), quien sigue siendo el referente de este grupo político.

Sin embargo, el respaldo no fue en general explícito para ninguno de ellos, al menos al principio, ya que no habían sido incluidos en la lista de catorce candidatos presentada por el Frente de la Reforma.

El aspirante de consenso de esa lista era el actual primer vicepresidente, Eshaq Yahanguirí, pero su candidatura fue vetada por el Consejo de Guardianes, lo que lastró las oportunidades de los reformistas, aunque ya antes de esto se intuía el predominio conservador.

UN APOYO A HEMATÍ TARDÍO

Huérfanos de candidatos, al final, pero quizás ya tarde, varios figuras del movimiento respaldaron a Hematí, quien antes del inicio de la jornada de reflexión subrayó en redes sociales que contaba con el apoyo de Jatamí, Karrubí y del destacado político reformista Behzad Nabavi.

"Hago un llamamiento a todos los que simpatizan con la reforma para que no permitan que esta corriente conservadora tome el poder", urgió el exgoberandor del Banco Central, refiriéndose al favorito en los comicios, el ultraconservador Raisí.

Tratando de espolear el miedo a los conservadores y presentándose como un hombre sencillo, Hematí hizo un último esfuerzo para arañar votos: "Yo soy uno de vosotros" o "Juntos podemos marcar la diferencia", fueron algunas de las frases que escribió en Twitter.

El problema, además de la escasa y tardía movilización de los dirigentes reformistas, es que la cantera de votantes de este sector ha perdido la esperanza y la confianza en el sistema teocrático de Irán.

Por el contrario, los electores conservadores consideran una especie de "deber divino" acudir a las urnas, como ha insistido el líder supremo, Alí Jameneí.

Una baja participación, como se prevé en estas elecciones y como pudo constatar Efe en un recorrido por varios colegios electorales del norte, centro y sur de Teherán, suele favorecer a los conservadores.

Muchos de los jóvenes que en 2009 se emocionaron con Musaví y salieron a las calles para denunciar el supuesto fraude en esos comicios, son ahora adultos desencantados.

Es el caso de Faezeh, una administrativa de 34 años que votó por primera vez en las presidenciales de 2009 a favor de Musaví y participó en las citadas protestas del Movimiento Verde.

"Fue una decepción muy grande que no ganara MusavÍ. En las siguientes, como los reformistas dieron su apoyo a Rohaní, voté por él en 2013 y 2017, pero en estas me abstengo", comentó la mujer en una cafetería.

En su opinión, Rohaní "no cumplió con sus promesas" y, por ello, en 2021 decidió no votar, "incluso antes de que descalificaran a los candidatos reformistas importantes". Hematí nunca fue una opción para ella.

Marina Villén

(c) Agencia EFE