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Un accesorio de oficina que marca tu preferencia: 'Sí, abracémonos'

Para una convención reciente, Leah McGowen-Hare, vicepresidenta de Salesforce, ideó unos broches que indicaban el nivel de comodidad del usuario con diferentes formas de interacción social. (Sasha Maslov/The New York Times)
Para una convención reciente, Leah McGowen-Hare, vicepresidenta de Salesforce, ideó unos broches que indicaban el nivel de comodidad del usuario con diferentes formas de interacción social. (Sasha Maslov/The New York Times)

Leah McGowen-Hare quiere que sepas una cosa sobre ella: es una persona que abraza. Si se acaban de conocer, te dará un abrazo. Si eres cliente de Salesforce, te dará un abrazo. Si estás pensando en contratar los servicios de Salesforce, también te dará un abrazo. En medio de una videollamada reciente, extendió los brazos para dar un abrazo virtual.

No obstante, McGowen-Hare, vicepresidenta de Salesforce, se dio cuenta de que incluso las personas que también forman parte del Equipo del Abrazo podrían haber cambiado su idea de lo que en estos días ya se considera demasiado contacto para sentirse a gusto. Así que, para la convención de Salesforce de septiembre, que ella comparó con una reunión familiar, se le ocurrió una solución, algo que separara a los que abrazan de los que solo chocan el puño.

Los mil asistentes a la conferencia de San Francisco, conocida como Dreamforce, fueron recibidos con tres opciones de broches para usar. Verde: Démonos un abrazo; amarillo: Choquemos los codos/puños; rojo: Saludemos de lejos con la mano.

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“Antes de que alguien entrara, yo decía: ‘Espera, déjame ver y prepararme’”, narró McGowen-Hare, echándose hacia atrás en su asiento e imitando la mirada que les daba a los asistentes mientras localizaba sus broches. “Fue divertido. Aunque yo fuera verde, eso no significa que mi verde supera a tu amarillo, ¿verdad? Hiciera lo que hiciera, estaba llena de energía”.

Más de tres meses después de la conferencia de Salesforce, las condiciones de salud pública han cambiado; con la rápida propagación de la variante ómicron, abrazar y chocar los puños puede parecer incluso menos tentador. Aun así, muchos trabajadores de las empresas están obligados a asistir a sus oficinas o van a regresar en los próximos meses con las nuevas normas de vacunación y de pruebas en vigor.

La crisis genera innovación y las dificultades para hacer negocios en persona durante la pandemia han expuesto a los trabajadores de oficina a una táctica que antes estaba reservada sobre todo para los supervisores de campamentos o los jefes que se sienten el capitán que captura la bandera: el código de colores. Los empleadores que quieren que los trabajadores vuelvan a sus escritorios están tratando de adaptar distintos grados de tolerancia al riesgo del COVID-19. Una de las estrategias que ha ideado consiste en ofrecerles a los trabajadores accesorios (pulseras o broches) que indiquen sus preferencias respecto al distanciamiento físico, el uso de cubrebocas y apretón de manos.

Mantener el espacio personal en la oficina no es un reto exclusivo de este momento; sin embargo, la pandemia ha hecho que la tarea sea más importante, en especial para los trabajadores que podrían sentir la presión profesional de tener que ver a sus jefes frente a frente. Ahora, con el aumento brusco del número de casos, los trabajadores necesitan aún más estrategias de seguridad.

Una pulsera roja que indica que el portador prefiere la interacción social de bajo riesgo, en Manhattan el 19 de diciembre de 2021. (Sasha Maslov/The New York Times)
Una pulsera roja que indica que el portador prefiere la interacción social de bajo riesgo, en Manhattan el 19 de diciembre de 2021. (Sasha Maslov/The New York Times)

En algunos lugares de trabajo, las pulseras de colores han ofrecido una manera de comunicarles en silencio sus límites a las personas que salen de casi dos años de aislamiento relativo. Como ventaja adicional, las empresas de pulseras cuyas ventas se desplomaron en 2020, cuando los eventos se paralizaron, están felices de ver que el negocio se está recuperando. Por ejemplo, una empresa de Wisconsin ha vendido decenas de millones de pulseras relacionadas con el COVID-19 a más de tres mil organizaciones en los últimos 18 meses.

Para Wristband Resources, con sede en las afueras de Milwaukee, el segundo viernes de marzo de 2020 fue el “día D”. Se acabaron los conciertos, los festivales y los retiros escolares. Mike Gengler, director de información, iba de un lado a otro entre su casa y la oficina, pero no sabía qué instrucciones darles a sus trabajadores. Las ventas cayeron casi a cero para la empresa, que tiene 140 trabajadores en su plantilla.

Unas dos semanas después, los pedidos empezaron a llegar de nuevo. Gengler verificó las direcciones de entrega para ver a dónde se enviaban sus pulseras y encontró un cliente improbable: el sector de la construcción comercial. Estos clientes nuevos de Wristband Resources, que estaban reabriendo sus obras, querían tener una manera fácil de identificar a los trabajadores que habían completado sus controles de temperatura del día.

Fue un momento revelador para Gengler y sus compañeros de equipo, quienes se dieron cuenta de que la pandemia podía darle usos inesperados a un conjunto de pulseras multicolores. Para ese verano, su empresa estaba enviando pulseras a cientos de oficinas a medida que reabrían. Wristband Resources terminó el año 2020 sin pérdidas en la venta en línea; las pulseras relacionadas con el COVID-19 representaron alrededor del 60 por ciento de sus ingresos. La empresa terminó 2021 con mejores ventas en línea que las que tuvo en 2019.

“Vamos a ir a un evento de combate láser para celebrarlo”, dijo Gengler. “Estoy orgulloso de que nos hayamos mantenido fieles a nuestra esencia mientras muchos de nuestros competidores perseguían los productos EPP”.

Gengler comentó que, debido a la típica ralentización del negocio por las fiestas, era demasiado pronto para ver cómo la variante ómicron afectaría sus ventas, aunque añadió que algunas empresas podrían utilizar las pulseras con fines de identificación a medida que sus disposiciones sobre la vacunación entren en vigor en las próximas semanas.

En Clyde & Co, un bufete de abogados internacional, la estrategia de las pulseras supuso un cierto alivio para los miembros del equipo que se mostraban aprensivos ante las complejidades interpersonales del trabajo presencial. El bufete les había exigido a sus más de dos mil empleados en el Reino Unido que volvieran a la oficina dos días a la semana a partir de septiembre, aunque tras las recientes disposiciones del gobierno esos miembros del personal vuelven a trabajar desde casa.

Los miembros del equipo de Clyde & Co comentaron que los cambios de comportamiento que fomentaban las pulseras eran sutiles pero reconfortantes. Cuando la gente veía acercarse a alguien con una pulsera roja, se ponía el cubrebocas y se abstenía de hacer ademanes como estrechar la mano. La empresa informó que, al parecer, las etiquetas verdes eran las más populares.

Las empresas que desean medidas de protección contra el COVID-19 de más alta tecnología tienen muchas opciones. Por ejemplo, Cisco, que ha hecho opcional su regreso a la oficina, equipó sus salas de conferencias con tecnología que les notifica a las personas cuándo han superado el límite máximo de ocupación. Los dispositivos también les informan a los trabajadores de la calidad del aire en el espacio, así como de la limpieza más reciente de las salas.

No obstante, algunos ejecutivos dicen que les resulta más fácil dejar que los trabajadores comuniquen sus niveles de comodidad en la oficina, y las pulseras de colores permiten ese enfoque personalizado. Los trabajadores pueden elegir pulseras verdes una semana y cambiarlas por las rojas en la siguiente.

“Es bastante agradable saber cómo acercarse a las personas (si te sientes cómodo sentado a su lado, qué distancia mantienes), en lugar de hacer una pregunta que podría resultar incómoda”, señaló Louisa Robbins, socia de la oficina de Clyde & Co en Manchester, quien a sus 53 años llevaba una pulsera verde en parte porque hacía sentir a sus colegas más jóvenes a gusto. “A los jóvenes les gusta estar en la oficina y quiero que sepan que yo también pienso que es seguro”, añadió.

© 2022 The New York Times Company