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Y los alimentos sin envases, ¿no generan problemas?

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La Argentina grava el consumo de cigarrillos con un impuesto especial, cuyo monto equivale a más de la mitad del precio de venta al público. Eso se hace porque se desea que los argentinos no fumemos. La idea es que cuidemos nuestra salud, eludiendo el impuesto; por eso se castiga al bolsillo de los fumadores empedernidos. ¿Se puede aplicar esto al propuesto gravamen de 3% a la comercialización de alimentos envasados?

Al respecto conversé con el inglés Arthur Cecil Pigou (1877-1959), cuya pasión por escalar montañas le afectó el corazón. Sucedió a Alfred Marshall en una cátedra en Cambridge, Inglaterra. La más importante de sus obras, Riqueza y bienestar, fue publicada en 1912. Junto a Dennis Holme Robertson, fue duramente criticado en La teoría general, que John Maynard Keynes publicó en 1936. Pero los enojos no fueron permanentes. El efecto Pigou –en realidad, fue planteado en primer lugar por Gottfried Haberler–, que enfatiza el aumento del poder adquisitivo de los saldos reales cuando una economía entra en deflación, soluciona el problema de la recesión y la desocupación, pero solo en los papeles. Fue biografiado por Ian Kumekawa, en una obra titulada El primer optimista serio: Pigou y el nacimiento de la economía del bienestar.

–Usted introdujo el concepto de economías y deseconomías externas. ¿Cuál es la idea?

–Ilustro con un par de ejemplos. A Giuseppe Rocatagliata le encantaba la ópera y era vecino de Lucciano Pavarotti, Este último ensayaba en su casa, y como las paredes eran delgadas, sus vecinos escuchaban. Así, Rocatagliata se beneficiaba sin pagar ningún costo. También era vecino Giancarlo Soria, quien aborrecía la ópera… y a su vecino. Con su canto, Pavarotti generaba economías y deseconomías externas.

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–Magnífica ilustración. Pero, ¿no hay ejemplos más importantes?

–El deterioro del medio ambiente es el más contundente ejemplo de deseconomías externas.

–Usted no solo planteó el problema, sino que hizo una propuesta.

–Así es. Prohibir las actividades que generan deseconomías externas no es una buena idea, salvo en casos extremos; yo propuse aplicar elementales principios de incentivos y desincentivos. Concretamente, aplicarle un impuesto a las actividades que generan deseconomías externas y subsidiar a las que generan economías externas.

–Voy a volver a esto, pero la propuesta de Ronald Harry Coase, ¿no es mejor que la suya?

–Sintéticamente, dicha propuesta consiste en reducir lo más posible los costos de transacción, para que los generadores y las víctimas de las deseconomías externas negocien entre sí, para que internalicen las deseconomías externas, en términos técnicos. Buena idea, cuando es factible; pero si la cuestión del deterioro del medio ambiente es un fenómeno mundial, ¿qué quiere decir dejar que las partes intervinientes se pongan voluntariamente de acuerdo?

–Un proyecto de ley gravaría con hasta 3% la comercialización de alimentos envasados para financiar cooperativas que se dedican a reciclar desechos. ¿Qué le parece?

–Comencemos por analizar el ejemplo que usted planteó al comienzo de esta conversación: el del consumo de cigarrillos. En este caso el gobierno tiene un objetivo principal: que la población deje de fumar. De manera que el fundamento del impuesto es que la población lo eluda. El aspecto recaudatorio es secundario. Ustedes tienen un caso similar desde el punto de vista de la alícuota, pero muy diferente con respecto a lo que desean las autoridades.

–¿Cuál es?

–El de la nafta. En la Argentina más de la mitad de lo que ustedes pagan es impuesto, por lo cual, técnicamente las estaciones de servicio venden impuestos. Y a los autos les ponen combustible, para que puedan llegar a la próxima estación de servicio, a comprar más… impuestos. Aquí el principal objetivo es fiscal; el Gobierno se agarraría la cabeza si ustedes decidieran caminar para eludir el impuesto a los combustibles.

–Volvamos. ¿Hace suya la idea de gravar con 3% la comercialización de los alimentos envasados?

–No. Y le voy a explicar por qué. El envasado en origen de los alimentos tiene ventajas: de higiene, de explicitación del contenido. ¿Cómo se aplicaría la ley de etiquetado frontal si los productos se vendieran a granel?

–Los alimentos no siempre se vendieron envasados.

–Claro, y no siempre nos alumbramos con lamparitas eléctricas. A mediados del siglo XX en la Argentina, el almacenero compraba azúcar, fideos, galletitas, etcétera, a granel. Pesaba lo que le pedía el comprador y envolvía los productos en papel (¿seguro que la producción de papel deteriora menos el medio ambiente que los envases plásticos?). Me resulta difícil imaginar la venta de alimentos no envasados en los supermercados.

–Además de lo cual, está la cuestión de la alícuota.

–Buen punto. Es difícil imaginar que un impuesto de 3% modifique los comportamientos, tanto de los productores como de los consumidores. Pero si esto es así, estamos delante de un caso que, no obstante cómo se lo presente, en los hechos implica un nuevo impuesto liso y llano.

–Lo cual plantea la cuestión de la incidencia impositiva.

–Toda ley que crea un impuesto especifica cuáles son la base imponible, la alícuota y quién es el sujeto del impuesto, es decir, quién lo tiene que pagar. Los economistas damos un paso más, preguntando si quien tiene que pagarlo saca el dinero de su bolsillo o puede trasladar el impuesto a otros. Este es el análisis de la incidencia impositiva. Existe una creencia generalizada de que todos los impuestos se trasladan, pero esto, en general, no digo que es falso, pero sí que es una exageración.

–¿Y en el caso que nos ocupa?

–Es muy probable que se traslade, es decir, que los precios de los alimentos envasados aumenten 3%. Por una parte porque, como dije, la alícuota difícilmente sea suficiente como para modificar comportamientos. Pero más importante todavía, cuanto más general es una modificación tributaria, mayores chances tiene de ser trasladada.

–Explíquese, por favor.

–Imagínese que se crea un impuesto de 100% a la venta de autos verdes, o a determinada función de determinado cine. Es fácil eludir el gravamen. Pero en este caso, ¿es imaginable una reconversión masiva de la comercialización masiva de alimentos, para eludir un impuesto a los productos envasados? Difícil: ergo estamos delante de un nuevo impuesto.

–Que recaerá, principalmente, en las personas que ganan menos.

–Así es, porque como bien documentó Christian Lorenz Ernst Engel, a medida que aumenta el ingreso de las familias, disminuye la proporción del gasto total que va a alimentos. ¿Habrán tenido en cuenta esto quienes proponen la medida? ¿La vetará el presidente de la Nación, si es aprobada, porque deteriora el poder adquisitivo de los salarios? Veremos.

–Don Arthur, muchas gracias.