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Denuncian oportunismo de las empresas por usar el Black Lives Matter

Shantell Martin, una artista, en Brooklyn, el 2 de julio de 2020. (Demetrius Freeman/The New York Times)
Shantell Martin, una artista, en Brooklyn, el 2 de julio de 2020. (Demetrius Freeman/The New York Times)

Las calles de Nueva York estaban llenas de manifestantes cuando Shantell Martin recibió un correo electrónico de una agencia de publicidad el mes pasado.

M:United, una empresa propiedad de la compañía de publicidad global McCann, quería saber si Martin, una artista negra, estaría interesada en crear un mural sobre el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) en la fachada tapiada de la tienda de Microsoft en la Quinta Avenida. Y, según decía el correo, la idea era que lo hiciera “mientras las protestas siguen siendo relevantes y las tablas siguen montadas en la fachada, de preferencia antes del próximo domingo”.

Varios artistas negros recibieron el mismo correo electrónico. En una carta abierta dirigida a Microsoft y a McCann, Martin y los otros artistas describieron la invitación como “impactante y, de alguna manera, predecible”. También escribieron que “delata un oportunismo revelador y peligroso”.

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“En su premura por pregonar una solidaridad pública con el movimiento Black Lives Matter, las empresas se arriesgan a reforzar lo que nos ha traído hasta aquí: la instrumentalización y la explotación de la mano de obra, las ideas y el talento de la comunidad negra para lo que, en última instancia, es su propio beneficio y seguridad”, escribió el grupo.

Los esfuerzos de las grandes empresas para apoyar públicamente las manifestaciones contra el racismo y la brutalidad policial suenan falsos para algunos trabajadores negros de diversos ámbitos creativos.

Artistas, modelos, diseñadores, redactores creativos y otros comentaron que los habían reclutado para darle legitimidad a empresas que no están cumpliendo con los principios de diversidad e inclusión. Afirmaron haber sido encasillados en papeles que refuerzan los estereotipos de campañas publicitarias o penalizados al momento de objetar los esfuerzos que les parecían insensibles, además de no haber recibido el pago justo o el crédito apropiado por su trabajo.

Después de que Martin hizo una publicación en Instagram el 6 de junio acerca de la petición del mural, varios empleados de McCann le dijeron que la agencia de publicidad se había comunicado con ella y otros artistas pese a algunas objeciones internas sobre cómo se estaba manejando el proyecto, según comentó en una entrevista. Tanto Chris Capossela, el director de mercadotecnia de Microsoft, como Harris Diamond, el director ejecutivo de McCann, se disculparon públicamente con Martin en Twitter.

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El lenguaje utilizado en el correo electrónico que se le envió a Martin era “absolutamente incorrecto”, escribió Diamond. Microsoft declaró en un comunicado que el mensaje fue “un error inaceptable” y que la empresa asumía “plena responsabilidad”.

Consumidores más sensibles al Black Lives Matter

Un grupo de profesionales de mercadotecnia, Lexie Pérez, Julian Cole, Stephanie Vitacca y Davis Ballard, empezaron a rastrear la avalancha de declaraciones de solidaridad de compañías en un documento abierto de Google Slides que publicaron el 5 de junio. Señalaron que las empresas a menudo parecían estar “buscando un trofeo de participación” y trivializaban el movimiento Black Lives Matter con “frases cliché vacías y vagas”, sin dar a conocer planes concretos para generar un cambio y sin prestar atención a las quejas de desigualdad dentro de su firma.

Una fotografía sin fecha proporcionada por Hannah Rebecca Ackeral muestra a Lydia Okello, quien dice que Anthropologie evadió sus solicitudes de pago por una campaña de redes sociales. (Hannah Rebecca Ackeral vía The New York Times)
Una fotografía sin fecha proporcionada por Hannah Rebecca Ackeral muestra a Lydia Okello, quien dice que Anthropologie evadió sus solicitudes de pago por una campaña de redes sociales. (Hannah Rebecca Ackeral vía The New York Times)

“Este es el problema actual en cuestión”, dijo Sonya Grier, profesora de mercadotecnia en la Universidad Americana. “Se ha vuelto casi una norma para las empresas sumarse al movimiento, porque todos esperan que tengan cierta presencia social y que expliquen sus compromisos en cuanto a la raza”.

El llamado arte de protesta ha aparecido en las puertas y ventanas tapiadas de tiendas de marcas de lujo como Free People, 7 For All Mankind y Hugo Boss. Decenas de empresas participaron con la etiqueta #BlackoutTuesday en Instagram el mes pasado, publicando cuadrados negros en sus cuentas con pies de foto que expresaban su solidaridad con el movimiento.

Sin embargo, los consumidores se vuelven cada vez más sensibles a la manera en que las compañías expresan sus posturas. El 20 por ciento de los adultos estadounidenses que fueron encuestados a finales de junio dijeron que dejarían de comprar la mercancía de una empresa que consideren que actúa con hipocresía respecto a temas de violencia policiaca e injusticia racial, según informó la semana pasada Opinium, una firma encuestadora y de estudios de mercado.

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Después de que el gigante editorial Condé Nast y el sitio web Refinery29 respaldaron públicamente el movimiento Black Lives Matter, se enfrentaron a acusaciones de maltrato a los empleados de color. Se descubrió que los lineamientos filtrados de cuidado personal para los empleados de las tiendas de la marca de ropa australiana Zimmerman, que hace poco denunció el racismo y citó al arzobispo Desmond Tutu en su cuenta de Instagram, discriminaban a las mujeres negras que usan su cabello al natural.

En un comunicado, Zimmerman dijo que condenaba el racismo y que estaba decidida “a sumarse a un cambio significativo y positivo en la industria de la moda a nivel mundial”.

Lydia Okello, influente queer de raza negra que se identifica como persona no binaria, dijo que también sentía impotencia al rebatir a las grandes empresas de la moda. Okello recibió una oferta de Anthropologie que proponía regalarle un atuendo a cambio de que publicara cierto contenido en Instagram y le proporcionara varias imágenes a la empresa para una campaña de redes sociales relacionada con el mes del orgullo LGBT. Okello le respondió con sus tarifas estándar, pero dijo que el productor que se comunicó evadió su solicitud de pago en repetidas ocasiones, un trato que no cree que habría recibido un influente blanco heterosexual.

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URBN, la empresa propietaria de Anthropologie, declaró en un comunicado que “no manejamos correctamente nuestra propuesta para Lydia”. La empresa dijo que estaba evaluando cómo interactuar con influentes en el futuro de manera más clara y respetuosa al momento de clarificar los lineamientos de remuneración.

“He trabajado como artista de color durante toda mi vida adulta, y he notado que a menudo se asume que debes tomar como un halago el hecho de que una compañía importante se comunique contigo, que te haya tomado en cuenta, y eso refleja una narrativa cultural más amplia de que el trabajo creativo de los grupos marginados es menos valioso”, declaró Okello. “Es como si dijeran: ‘Tómalo y cállate, o encontraremos a alguien más’”.

Algo que exacerba el problema es la falta de diversidad en los puestos directivos de la industria. Las agencias de publicidad y los directores de mercadotecnia de empresas como General Motors, McDonald’s y Walmart se comprometieron en una carta pública a atender este problema.

Sin embargo, los mensajes de solidaridad, si bien son alentadores, “suenan falsos frente a nuestras vivencias diarias”, decía una carta firmada en junio por cientos de empleados negros de la industria publicitaria.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company