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La azarosa vida del boina verde que habría rescatado a Ghosn

Décadas antes de que unas cámaras captasen a Michael Taylor bajando de un jet con uno de los hombres más buscados del mundo, el exboina verde se había ganado fama de aceptar misiones cuestionables.

Ha sido contratado por personas que querían rescatar hijos secuestrados. Trabajó para el FBI en una operación encubierta contra una banda de traficantes de drogas de Massachusetts. Fue contratista de los militares en Irak y Afganistán, misión por la que terminó preso en un caso de fraude.

Por ello, cuando se lo vinculó con la fuga de película del presidente de Nissan Carlos Ghosn de Japón, donde estaba acusado de distintos delitos financieros, más de uno en medios militares y legales reconoció de inmediato su nombre.

Taylor “se involucró en situaciones en las que la mayoría de la gente jamás se metería, situaciones peligrosas, pero siempre lo hizo con buenas intenciones”, afirmó Paul Kelly, exfiscal federal de Boston que conoce a Taylor desde principios de la década de 1990.

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“¿Qué si me sorprendió cuando leí que él podía estar involucrado en lo que sucedió en Japón? No, para nada”.

El miércoles, después de pasar varios meses como fugitivos, Taylor, de 59 años, y su hijo Peter, de 27, fueron detenidos en Massachusetts, acusados de ayudar a Ghosn a salir de Japón en un jet alquilado, escondido en un contenedor al que le habían hecho algunos agujeros para que pudiese respirar. Un tercer acusado, George-Antoine Zayek, libanés, sigue prófugo.

Kelly, un abogado que está representando a los Taylor, dice que planea resistir el pedido de extradición de Japón “a partir de varios argumentos legales y basados en los hechos”.

“Michael Taylor es un distinguido veterano de combate y un patriota. Tanto él como su hijo merecen una vista justa”, sostuvo Kelly en un correo electrónico.

Algunas personas que conocen a Taylor dicen que a veces toma decisiones equivocadas y que ha tenido bastantes problemas legales. Otros lo describen como un patriota, mentor, hombre de familia, que constantemente enfrenta situaciones peligrosas por sus clientes, incluidos algunos que no tienen muchos medios para pagarle.

“Es el hombre más patriótico que conozco”, escribió su asistente Barbara Auterio a un juez antes de que dictase sentencia en el 2015. “Su canción favorita es el himno nacional”.

En 1993 un policía estatal investigó a Taylor en relación con la venta ilegal de drogas y demandó a su supervisor luego de que le dijese que no se metiese con un valioso informante del FBI. En 1998 Taylor recibió inmunidad a cambio de declarar en contra de un sindicalista acusado de extorsión. Al año siguiente se declaró inocente luego de ser acusado de colocar marihuana en el auto de la exesposa de un cliente, lo que dio paso al arresto de la mujer, según un informe del 2001 del Boston Herald.

Taylor también dio de qué hablar en el 2011, cuando renunció como técnico del equipo de fútbol americano de una escuela secundaria privada, la Lawrence Academy, a la que despojaron de dos títulos. Taylor fue acusado de donaciones y manejos de fondos inapropiados.

“No fue nada agradable que nos gritase y nos dijese que no éramos lo suficiente hombres como para patear el balón”, dijo John Mackay, técnico de un equipo rival, el de la St. George’s School de Rhode Island. “Es demasiado intenso”.

La empresa de seguridad que Taylor creó con un socio se enfocó inicialmente en investigaciones privadas, pero fue expandiendo sus tentáculos al trabajar para empresas y aceptar también clientes recomendados extraoficialmente por el Departamento de Estado y el FBI, incluidos personas que querían recuperar a sus hijos, los cuales habían sido sacados del país por sus antiguas parejas.

“Michael Taylor es la única persona en este gran país que podía ayudarme, y lo hizo”, dijo una mujer cuyo hijo había sido llevado a Beirut, en una declaración escrita enviada a un juez en relación con un caso ventilado en Utah. “Michael Taylor trajo a mi hijo de vuelta”.

En el 2012 fiscales federales dijeron que Taylor había usado información secreta para conseguir un contrato para entrenar soldados afganos. Los fiscales dijeron que cuando Taylor se enteró de que estaban investigando el contrato, le pidió a un agente del FBI amigo suyo que interviniese.

El gobierno confiscó 5 millones de dólares de la cuenta bancaria de la empresa de Taylor, quien pasó 14 meses en la cárcel antes de aceptar declararse culpable de dos cargos.

El complot para sacar a Ghosn de Japón comenzó a fines del 2019 aparentemente, cuando su gente empezó a examinar terminales de aeropuertos japoneses que reciben jets privados.

Tokio tiene dos aeropuertos cerca de la casa donde vivía Ghosn. Pero el grupo optó por una terminal privada en el aeropuerto internacional Kansai de Osaka, donde las máquinas de rayos X no pueden recibir cajas grandes.

El día de la fuga, Michael Taylor y Zayek llegaron a Japón en un jet alquilado con dos grandes cajas negras. Dijeron que eran músicos y que en las cajas había equipo de audio, según documentos legales.

Alrededor de las dos y media de la tarde, Ghosn, quien estaba en libertad bajo fianza, salió de su casa en una calle arbolada del barrio de Roppongi, en Tokio, y caminó hasta el Grand Hyatt Hotel, donde tenía una habitación. Dos horas después subió a un tren bala rumbo a Osaka.

Esa noche, la gente que lo rescató se presentó al aeropuerto de Osaka con las dos cajas negras y el personal los dejó pasar sin revisar su contenido.

El avión despegó a las 11.10 de la noche y se dirigió primero a Turquía y luego al Líbano, que no tiene tratado de extradición con Japón. Ghosn tiene ciudadanía libanesa.

“No le escapé a la justicia”, declaró Ghosn, quien niega todos los cargos, al reaparecer en público. “Me fui de Japón porque quería justicia”.

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Los reporteros de la Associated Press Michael Balsamo (Washington) y Alanna Durkin Richer (West Harwich, Massachusetts) colaboraron en este despacho.