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Biden está molesto con los demócratas que no aceptarán un 'sí' como respuesta en 2024

El gobernador de Illinois, J. B. Pritzker, quien viajó a Nuevo Hampshire, uno de los estados que permiten votos antes de las elecciones, pero cuya oficina le aseguró a la Casa Blanca que no tenía ningún plan para enfrentar al presidente Joe Biden, en Chicago, el 7 de mayo de 2022. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)
El gobernador de Illinois, J. B. Pritzker, quien viajó a Nuevo Hampshire, uno de los estados que permiten votos antes de las elecciones, pero cuya oficina le aseguró a la Casa Blanca que no tenía ningún plan para enfrentar al presidente Joe Biden, en Chicago, el 7 de mayo de 2022. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)

WASHINGTON — A inicios de este mes, cuando el senador Bernie Sanders declaró que no iba a competir con el presidente Joe Biden en 2024, Biden se sintió tan aliviado que invitó a su otrora rival a cenar a la Casa Blanca la noche siguiente.

Biden ha estado ansioso por señales de lealtad… pero estas han sido contadas. El presidente se enfrenta a un creciente escepticismo sobre su capacidad de postularse a una reelección, momento en el cual tendrá 82 años, y al presidente y a sus principales asesores les han molestado los cuestionamientos en torno a los planes del mandatario, pues lo consideran como una falta de respeto por parte de su partido y la prensa. Es por eso que están decididos a sofocar las sugerencias de que en esencia es un funcionario acabado a año y medio de haber iniciado su gobierno.

Según sus asesores, Biden no solo pretende postularse, sino también preparar el terreno con el desarrollo de recursos en el Comité Nacional Demócrata (DNC, por su sigla en inglés), al renovar su misión en los estados pendulares y al tratar de usar a su favor la influencia que tiene para darle forma al proceso de nominación.

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Esta información sobre los preparativos de Biden para la reelección y su creciente frustración con las dudas de su partido se basa en entrevistas con varias personas que están en contacto directo con el presidente. Para discutir sobre conversaciones privadas la mayoría habló con la condición de permanecer en el anonimato. Sin embargo, varias de estas personas señalaron que el presidente y su círculo íntimo se sentían frustrados a causa de las menciones de los demócratas en torno a un Plan B cuando la única persona que ha derrotado a Donald Trump ha dejado claro que busca postularse otra vez.

Biden les ha dicho a sus asesores que prevé una repetición de los primeros días de su candidatura para las primarias de 2020, cuando algunos demócratas lo desestimaron al considerarlo demasiado viejo o demasiado moderado como para obtener la nominación. Biden culpa a los mismos escépticos de la actual ronda de cuestionamientos.

Esos escépticos se volvieron más estridentes durante el fin de semana, después de que la Corte Suprema anuló la sentencia del caso Roe vs. Wade, cuando Biden reafirmó su oposición a la expansión de las filas del alto tribunal, la solución predilecta de la izquierda frente a la actual inclinación conservadora de la corte. Los comentarios enfurecieron a los críticos que aseguran que el presidente, quien nunca se ha sentido cómodo exaltando los derechos al aborto y se posiciona a sí mismo como un creador de consensos, no tiene el temperamento para un combate partidista.

“Demasiada gente de nuestro partido ve el vaso medio vacío y no medio lleno”, opinó el exrepresentante Cedric Richmond, a quien Biden despachó de la Casa Blanca para enviarlo a apuntalar el Comité Nacional Demócrata. Tras acusar a otros demócratas de “depositar demasiado en las cifras de estas encuestas”, en alusión a que Biden está por debajo del 40 por ciento en algunas de ellas, Richmond comentó que había “un ala de nuestro partido que quería un candidato distinto y estoy seguro de que les encantaría tener a su candidato de nuevo en la contienda”.

Anita Dunn, al centro, una asesora principal que ayudó a revivir la campaña de Joe Biden en las primarias de 2020, con Ron Klain, el jefe de Gabinete, en el jardín de la Rosaleda de la Casa Blanca en Washington, el 13 de mayo de 2021. (T.J. Kirkpatrick/The New York Times)
Anita Dunn, al centro, una asesora principal que ayudó a revivir la campaña de Joe Biden en las primarias de 2020, con Ron Klain, el jefe de Gabinete, en el jardín de la Rosaleda de la Casa Blanca en Washington, el 13 de mayo de 2021. (T.J. Kirkpatrick/The New York Times)

Sin embargo, los detractores progresistas del presidente están lejos de ser los únicos que están nerviosos con la creciente inflación, intranquilos por la nueva postulación de Biden y nada convencidos de que siquiera debiera postularse.

El senador Joe Manchin de Virginia Occidental, de quien algunos donadores acaudalados esperan que considere una candidatura presidencial con un tercer partido, se rehusó a decir si consideraría una candidatura de ese tipo o si planeaba respaldar a Biden. “Hermano, simplemente queremos hacer lo de todos los días”, comentó Manchin. “Queremos hacer lo necesario por el bien del país”.

Otras entrevistas con legisladores demócratas produjeron dudas graves en torno a si Biden debe liderar el partido de nuevo y algunos han concluido que sí, pero solo porque no hay ninguna alternativa viable evidente.

“Me ha sorprendido la cantidad de personas que expresan abiertamente su inquietud sobre 2024 y si Biden debería o no postularse”, mencionó el representante Adam Smith de Washington, presidente del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, al recordar una cena reciente de demócratas en la capital donde varios especularon sobre el posible sucesor del presidente.

Para Biden es más preocupante que algunos demócratas ambiciosos hayan encontrado en la solicitud de retiro del presidente un mecanismo seguro para llamar la atención. El exrepresentante Joe Cunningham de Carolina del Sur, quien espera desbancar al gobernador Henry McMaster, de 75 años, comentó que el presidente debería cederle la nominación “a una nueva generación de líderes”, como lo dijo en CNN la semana pasada.

En algunos aspectos, Biden provocó esta situación. Cuando se estaba postulando en las primarias de 2020, el presidente se presentó como “un puente, no como algo más” mientras buscaba atraer a su candidatura a demócratas escépticos. Consumidos por el deseo de expulsar a Trump de la presidencia, los votantes del partido respondieron al llamado, pero no consideraron bien las consecuencias de tener a un octogenario en el Despacho Oval pasados los primeros cuatro años.

Ahora, según encuestas recientes, más de la mitad de los demócratas no quieren que Biden se postule de nuevo o no están seguros de que debería hacerlo.

Los principales asesores de Biden rechazan la idea de que unas primarias abiertas producirán un abanderado más sólido para los demócratas. Temen que el retiro de Biden detone una carrera a toda velocidad hacia la izquierda. Es más, aunque lo más probable es que la vicepresidenta Kamala Harris consiga un apoyo significativo, es poco probable que abandone la contienda, lo cual producirá una carrera complicada que ensanchará más las divisiones dentro del partido sobre temas de raza, género e ideología.

Biden les ha dicho a sus asesores que está decidido a volverse a postular, aunque también ha hecho notar que tomará en cuenta lo que le diga su familia. Los asesores de Biden reconocen el riesgo político de ser percibido como un presidente de un periodo y están determinados a señalar que busca postularse para una reelección.

El presidente ha dejado en claro que quiere un calendario para las primarias que refleje de mejor manera la diversidad racial del partido, con lo cual casi garantiza la desaparición del estatus de Iowa como el primer estado de la nación, pues este fue hostil con Biden en sus dos últimas candidaturas presidenciales. Demócratas de alto rango están considerando moverse a Míchigan, un estado crucial para las elecciones generales donde el presidente tiene varios aliados en sindicatos y funcionarios electos.

El Comité Nacional Demócrata se ha preparado con discreción para la reelección del presidente, al destinar dinero y personal a ocho estados pendulares que casualmente tienen importantes elecciones intermedias, una labor que comenzó en la primavera del año pasado. Biden también ha acelerado su recaudación de fondos, con un par de eventos para el comité en junio que recaudaron 5 millones de dólares, y también ha pasado más tiempo en sesiones de Zoom para atraer a donantes individuales.

El presidente se ha movilizado para consolidar su control sobre el DNC y no solo al enviar a Richmond al comité. Biden también ha virado sus activos en redes sociales y su lucrativa lista de recaudación de fondos hacia el partido, el cual ha hecho que el comité dependa en gran medida de esos canales para sus contribuciones.

Incluso de manera más sutil, Biden ha realizado maniobras personales que indican que al menos se está preparando para postularse, de estas la más notable fue lograr que Anita Dunn, una asesora de años, deje su firma de relaciones públicas para regresar a la Casa Blanca. Se espera que Dunn, quien ayudó a revivir la moribunda campaña del presidente en las primarias en 2020, Jennifer O’Malley Dillon, la principal asesora política de Biden, y el asesor sénior Mike Donilon ayuden a guiar la reelección, aunque es notable que todavía no se ha tomado la decisión sobre quién gestionará formalmente la reelección fuera de la Casa Blanca.

Los asesores de la Casa Blanca están conscientes de las repetidas acusaciones del gobernador Gavin Newsom contra el liderazgo del partido por no confrontar de manera más contundente a los republicanos, pero estos desestimaron las críticas del gobernador de California pues consideran que vienen de un político que se siente empoderado después de haber frustrado con facilidad una revocatoria y mencionaron que Newsom está en contacto frecuente con la oficina del presidente. Además, un asesor de Biden hizo notar que Newsom siente el afecto suficiente hacia Biden como para haber publicado fotos de sus hijos con el presidente en redes sociales durante el viaje de este último a California la semana pasada.

En cuanto a Hillary Rodham Clinton, pocos asesores de Biden creen que represente un desafío en su contra, aunque su reciente entrevista con The Financial Times dejó entrever que está ansiosa por sumar su voz en la conversación política. Clinton no ha mantenido en secreto su frustración de que Biden no le haya consultado más. Sin embargo, algunos asesores de la Casa Blanca creen que pueden dirigir la energía de Clinton para que ayude con la respuesta del público hacia la decisión de la Corte Suprema de anular la sentencia del caso Roe.

Cuando se les presionó para que dieran las razones por las que Biden está tan determinado a volverse a postular, los defensores del presidente señalaron que hizo lo que no hizo Clinton: derrotar a Trump.

Molestos por el trato que perciben, también recordaron a otros demócratas recientes —los presidentes Bill Clinton y Obama— que se recuperaron de bajos índices de aprobación y elecciones intermedias hostiles para ganar sus segundos periodos.

No obstante, la edad de Biden —con 79 años, es el presidente más viejo de la historia de Estados Unidos— ha producido un escepticismo que no enfrentaron esos presidentes.

“Trump también es una persona de la tercera edad”, replicó Fletcher Smith, un exlegislador de Carolina del Sur, para retomar una línea que también usan funcionarios de la Casa Blanca.

Los demócratas siguen tan alarmados por la amenaza que representa Trump, de 76 años, que los asesores de Biden arguyen que se protegerán de unas primarias porque una contienda de ese tipo en esencia se percibirá como un beneficio para el expresidente, una cuestión de vida o muerte para la democracia estadounidense.

© 2022 The New York Times Company