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Biles domina el nuevo movimiento de una estrella: mostrar vulnerabilidad

Simone Biles de Estados Unidos, durante la final femenil de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Tokio, que fueron postergados, el martes 27 de julio de 2021. (Doug Mills/The New York Times).
Simone Biles de Estados Unidos, durante la final femenil de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Tokio, que fueron postergados, el martes 27 de julio de 2021. (Doug Mills/The New York Times).

Hace diez años, o incluso cinco, una atleta de la talla de Simone Biles tal vez habría sido reacia a admitir que le costaba enfrentar tanta presión, ya ni hablar de retirarse en medio de una competencia olímpica.

“Las personas quizá habrían tachado a esa atleta de tener mente débil”, dijo Hillary Cauthen, psicóloga clínica deportiva en Austin, Texas, el martes, horas después de que Biles, la mejor gimnasta de la historia, abandonó la final femenil de gimnasia artística por equipos en los Juegos Olímpicos de Tokio, y un día antes de que declarara que tampoco participaría en la competencia individual de gimnasia femenina.

Sin embargo, un cambio en la aceptación cultural comenzó a formarse en los años 2015-16, cuando la Asociación Nacional de Atletas Universitarios (NCAA, por su sigla en inglés) creó una iniciativa de salud mental, comentó Cauthen. Justo antes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, el nadador Michael Phelps, el atleta olímpico más condecorado de la historia, empezó a hablar sobre su lucha contra la depresión y los pensamientos suicidas. Desde entonces, los jugadores de la NBA DeMar DeRozan y Kevin Love y la patinadora artística Gracie Gold, entre otros atletas, han declarado de manera pública que batallan con problemas de ansiedad y depresión.

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Si bien los psicólogos deportivos afirman que sigue habiendo un estigma en torno a los atletas y la salud mental, y Biles sin duda se sintió decepcionada por no haber cumplido con las enormes expectativas que se tenían de ella para estos Juegos, también fue aceptada como la atleta de élite en activo más reciente en tener el valor de reconocer su vulnerabilidad.

“Qué alivio debe estar sintiendo de tan solo poder ser honesta y decir: ‘¿Saben qué? No me siento bien’”, dijo Cauthen, miembro del consejo ejecutivo de la Asociación de Psicología Deportiva Aplicada (AASP, por su sigla en inglés).

Sian L. Beilock, presidenta de Barnard College en Nueva York y científica cognitiva que estudia a atletas, empresarios y estudiantes, y las razones por las que sucumben ante la presión, dijo que era probable que Biles enfrentara reacciones negativas por no competir en el evento por equipos mientras que sus compañeras continuaron su esfuerzo para ganar una medalla de plata.

No obstante, Beilock afirmó: “Aplaudo el hecho de que fuera capaz de determinar que no estaba en el estado mental adecuado y retirarse. Qué difícil hacer eso. Había muchísima presión para que continuara. Y logró encontrar la fortaleza para decir: ‘No, esto no está bien’”.

Simone Biles de Estados Unidos ejecuta mal el aterrizaje de su salto en la final femenil de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Tokio, que fueron postergados, el 27 de julio de 2021. (Doug Mills/The New York Times).
Simone Biles de Estados Unidos ejecuta mal el aterrizaje de su salto en la final femenil de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Tokio, que fueron postergados, el 27 de julio de 2021. (Doug Mills/The New York Times).

Tras abandonar la competencia, Biles les aseguró a los reporteros que no estaba lesionada, y declaró: “He sentido mucho estrés en estos Juegos Olímpicos”. También mencionó que aún no había decidido si seguiría compitiendo.

La salida de Biles, según dijo Beilock, fue un intento de tomar las riendas de una situación que parecía haberse salido de control cuando perdió su sentido de posicionamiento en el aire durante una maniobra giratoria. Fue similar a la salida de la estrella del tenis Naomi Osaka del Abierto de Francia de este año, para no enfrentar los que ella consideró cuestionamientos invasivos y desalentadores por parte de los medios. El martes, Osaka perdió contra Marketa Vondrousova de la República Checa y quedó eliminada en la tercera ronda de las Olimpiadas.

Según Beilock, la disposición cada vez mayor de los atletas a alzar la voz confirma que los problemas de salud mental afectan a todo el mundo. Para una sociedad que ha enfrentado los estragos de un confinamiento pandémico, y pronto podría hacerlo de nuevo, Beilock agregó que los reconocimientos francos por parte de Biles, Osaka y otros son “realmente importantes para que el ciudadano común haga lo mismo. De cierta manera, les da permiso”.

Biles llegó a los Juegos Olímpicos como más que una gimnasta superestrella. Era el rostro de las Olimpiadas de Verano para NBC. Se convirtió en una vocera líder contra el abuso sexual tras denunciar los delitos cometidos por Lawrence G. Nassar, exmédico del equipo de gimnasia femenina de Estados Unidos y de atletismo de la Universidad Estatal de Míchigan.

Mientras tanto, los patrocinadores corporativos de Biles, así como sus fanáticos y los medios de comunicación, esperaban que coleccionara medallas de oro como imanes en el refrigerador.

“Está claro que Simone ha estado bajo una inmensa cantidad de estrés”, comentó Steven Ungerleider, psicólogo deportivo en Eugene, Oregon, y antiguo atleta universitario que ha trabajado con cientos de atletas olímpicos.

El hecho de que la pandemia del coronavirus provocara que los Juegos Olímpicos de Tokio se postergaran un año, explicó Ungerleider, fue en extremo difícil para los gimnastas de élite, que no tuvieron acceso regular a gimnasios, entrenadores y campamentos de entrenamiento nacional. En mayo, Biles compitió por primera vez en 18 meses. En estas Olimpiadas, se presentó en un recinto casi vacío, sin poder alimentarse de la energía del público.

“Como gimnasta”, mencionó Ungerleider, “siempre tienes que tocar, sentir e interactuar con las barras y la viga. Sin ese equipo al alcance, sin un entrenador y sin supervisión, eso equivale a días de cinco, seis y siete horas de entrenamiento a los que tuvo acceso limitado durante 17 meses”.

Tener un desempeño deficiente en el momento más esperado y visible de la carrera de un atleta puede ser devastador, escribió con sinceridad en su cuenta de Instagram Nyjah Huston, patinador estadounidense que era uno de los favoritos para la competencia callejera y terminó en séptimo lugar. Tras describirse como “demasiado competitivo”, Huston escribió que “la desventaja de eso es que me castigo mucho cuando no lo hago bien. Hay días después de ciertas competencias en los que no quiero hablar con nadie y solo recuerdo todo lo que hice mal una y otra vez. O en los que, después de una derrota, me pongo a beber alcohol en el hotel, yo solo, pensando que me hará sentir mejor”.

“¡La salud mental es muy importante!”, agregó.

Leroy Burrell, entrenador principal de atletismo en la Universidad de Houston, es un ex plusmarquista mundial en los 100 metros planos y era de los favoritos para llevarse la medalla de oro en el evento en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Pero llegó a los Juegos con molestias de espalda, tuvo una reacción aletargada tras una salida en falso y terminó en un decepcionante quinto lugar.

“A menudo tienes la esperanza de que, si te va bien, se te abrirán más puertas y se te presentarán más oportunidades, y podría ser un cambio generacional para la trayectoria de tu familia”, expresó Burrell. “No puedo imaginar los desafíos que Simone ha estado enfrentando. En esencia, ha sido el rostro del equipo estadounidense en los Juegos. De verdad la entiendo. Hay una tremenda cantidad de presión a tu alrededor. Toda tu identidad está ligada a tu desempeño y se multiplica por 1000 cuando vas a las Olimpiadas”.

Los momentos decepcionantes en los Juegos Olímpicos “pueden acecharte para siempre”, sentenció Burrell.

“Jamás olvidas esos momentos. Debes aprender a vivir con ellos y no dejar que te definan. Debes tratar de encontrar otras cosas que sean de verdad importantes para ti”.

© 2021 The New York Times Company

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