Yahoo Finanzas Bill Gates quiere que las naciones ricas se pasen a la carne cultivada en laboratorio
Este mes de febrero, hemos podido adentrarnos un poco más en la mente “eternamente optimista” de un genio, el empresario y filántropo Bill Gates. La razón la encontramos en la reciente publicación de su libro "Cómo evitar un desastre climático", en el que tal y como se promete en el subtítulo, el fundador de Microsoft hace un recuento de “las soluciones que ya tenemos y los avances que aún necesitamos”.
Desde que en el año 2000 cediera a Steve Ballmer el puesto de Consejero Delegado en Microsoft, Bill Gates ha dedicado sus mayores esfuerzos a promover avances tecnológicos que beneficien a la humanidad, principalmente a través de la Fundación Bill y Melinda Gates que codirige con su esposa.
Sin embargo esta no es la única plataforma desde la que opera, Gates cuenta también con el Fondo de Inversión Breakthrough Energy Ventures (BEV), que aglutina a varias organizaciones fundadas y dirigidas por él mismo, cuyo objetivo último es acelerar la innovación en energía sostenible y en otras tecnologías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
En cuanto a este último aspecto, reducir las emisiones, Gates está convencido de que la innovación hará más económica y accesible la tarea para las distintas naciones de la Tierra, aunque a este respecto, algunos críticos le tachan de “soñador”. En opinión de estas personas, el ex CEO de Microsoft confía demasiado en los “milagros tecnológicos” y le acusan de haber dado la espalda a las políticas agresivas gubernamentales. Tal vez por eso, en los últimos capítulos de su libro, Gates les pide a los gobiernos que quintupliquen la inversión en tecnologías limpias.
En cuanto a las críticas, el hombre que revolucionó Silicon Valley con su empresa de software en 1980, al crear el sistema operativa MS-DOS para aquellos primeros PCs de IBM, confiesa que efectivamente en el pasado pecó de ingenuo. “Creí que bastaría con que yo crease una vacuna contra la malaria, y que luego otra gente se preocuparía de llevarla allá donde hiciera falta. Ciertamente no fue una buena idea. De hecho me di cuenta de que existían un montón de enfermedades para las que ya había vacuna, incluyendo la diarrea y la neumonía. El problema era más de índole política que científica, especialmente a la hora de conseguir un precio marginal, recaudar los fondos necesarios y hacer la cobertura logística".
Pero volvamos sobre ese conglomerado de startups financiadas por el multimillonario, recordemos, uno de los hombres más ricos del planeta. Entre las empresas que conforman BEV se encuentran muchas de las que Gates menciona en su libro como Beyond Meats, Impossible Foods, Memphis Meats y Pivot Bio. Todas tienen que ver con uno de los mayores problemas a los que nos enfrentaremos a la hora de reducir las emisiones: la cría de ganado, especialmente vacuno.
En opinión de Gates, los países ricos deberían optar exclusivamente por la carne sintética. En países en vías de desarrollo, por ejemplo en África, se podría optar por la ingeniería genética para conseguir animales en los que la cantidad de carne por res aumente drásticamente en función a las emisiones. En Estados Unidos, debido a las mejoras en producción, las emisiones por kilo de carne de res son muchísimo más bajas que las que se observan en África.
Gates está intentando trasladar allí la genética y el conocimiento adquirido en cuestiones de líneas de ganado de élite, para que las reses africanas puedan sobrevivir en el calor, alcanzando la monstruosa productividad estadounidense tanto en carne como en leche. De modo que el gurú nacido en Seattle, no ve en el futuro a las poblaciones de los 80 países más pobres de la Tierra comiendo carne sintética, pero en su opinión todos los países ricos deberían adoptarla al 100%. “Uno se puede acostumbrar a la diferencia de sabor, y además dicen que este también va a ir mejorando con el tiempo. En última instancia, esa prima verde hará que el comportamiento de la gente cambie, aunque también se podría regular su consumo para cambiar totalmente la demanda”.
Como vemos, Gates cree que en los países con ingresos medios y altos, el abandono del “chuletón de ternera” es posible, aunque el esfuerzo exigiría controles anuales, y sin duda sería un desafío para las políticas de estado. Obviamente la industria ganadera no lo va a poner fácil, de hecho existen un montón de proyectos encaminados a prohibir que los fabricantes de proteína animal sintética puedan llamar “carne” a su producto. Seguramente no les importaría que se llamase “basura de laboratorio” ironiza Gates. Por el momento, el volumen de producción mundial de carne sintética ni siquiera alcanza el 1%, de modo que el camino va a ser largo, aunque ya se están dando los primeros pasos. (¿El hecho de Gates haya invertido en tantas startup del ramo se debe a su "bonhomía" natural, o está intentando posicionarse en el mercado antes que sus rivales?)
Suspicacias aparte, antes de llegar a medidas que impliquen acercarse a un ganadero y decirle: “no, ya no puedes tener vacas”, hay una serie de medidas que se pueden tomar. ¿Para hacer qué? Pues variar la alimentación de las vacas, por ejemplo, para que se reduzca el metano que expelen en sus flatulencias (un serio problema ya que es un potente gas de efecto invernadero).
Gates menciona que algunos estudios realizados con algas rojas, sugieren que añadir una pequeña cantidad de estas plantas acuáticas a la dieta de las vacas, reduce sus emisiones de metano en casi un 60%. Y luego están productos como el aditivo alimentario para piensos Bovaer, que según el fabricante (la empresa química holandesa DSM) reduce las emisiones entre un 27% y un 40% por kilo de materia seca de pienso consumido. Solo un cuarto de cucharadita de este inhibidor de metano por vaca y día basta para suprimir la enzima que desencadena la producción de metano en el rumen de la vaca. ¡Vacas sí, pedos no!
En fin, yo soy asturiano, una región en la que estamos especialmente orgullosos de nuestras vacas, criadas muchas veces en semilibertad. Cuando viajamos fuera, presumimos de la calidad de nuestra producción láctea (de la que dependen nuestros excepcionales quesos), y también de la delicadeza y sabor de nuestras carnes. No quiero ni imaginarme el impacto que tendría aquí, implantar esa política de cero vacas que recomienda Gates. Los ganaderos aún están asimilando la intención del gobierno de prohibir la caza del lobo como para venirles ahora con estos planes a largo plazo.
¡Mala suerte la de mi tierra! En los 80 tuvimos la reconversión naval, en los 90 les llegó el turno a los mineros, y tal parece que ahora son los ganaderos quienes deben poner sus barbas a remojo. Cada vez parece más claro que llegará el día en que hacerse vegano dejará de ser optativo.
Viendo la que están liando algunos con las “vacunas” de inyectar, no quiero ni pensar en las batallas vacunas que veremos en cuestión de décadas. Palabra de Gates.
Me enteré leyendo la entrevista que James Temple le hace para la edición de marzo de la revista MIT Technology Review.
