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Superclásico: Boca eliminó a River por penales y se clasificó a los cuartos de final de la Copa Argentina

Boca empieza la celebración tras eliminar a River; el equipo de Russo resistió y no falló en los penales
LA NACION/Anibal Greco

Boca eliminó a River de la Copa Argentina y se medirá en los cuartos de final con Patronato de Paraná. El Superclásico terminó empatado sin goles tras el tiempo reglamentario, pero en la definición por penales se impusieron los dirigidos por Miguel Ángel Russo, que acertaron sus cuatro disparos. Agustín Rossi le atajó el tiro a Julián Álvarez, mientras que Braian Romero desvió su remate. El encuentro se disputó en el estadio Ciudad de La Plata.

Los primeros diez minutos fueron del equipo xeneize, que presionó a River en su campo y no le permitió salir jugando con pelota dominada. A los dirigidos por Russo les faltó profundidad, aunque el recién llegado Advíncula tuvo una chance que no pudo definir, tras una buena triangulación con Juan Ramírez por la banda derecha. La presión alta de Boca complicó la salida limpia del equipo millonario.

La incomodidad de River se hizo notoria con las dos tarjetas amarillas que vieron Enzo Pérez y David Martínez. Ambas fueron por sendas infracciones sobre Juan Ramírez, el más criterioso de los mediocampistas xeneizes en los primeros minutos de juego. La presión de Boca sacó del guión imaginado a River, obligado a jugar al pelotazo.

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De todas maneras, River estuvo a un par de metros de abrir el marcador. Julián Álvarez sacó a pasear a Izquierdoz con un quiebre de cintura y tiró un centro rasante, a la búsqueda de una pierna que empujara el balón. Lo rozó Agustín Rossi en su estirada y Braian Romero se perdió un gol increíble, debajo del arco. Hubo un segundo remate de Zuculini, que se fue lejos. El partido cambió y River comenzó a amigarse con la pelota.

El primer tiempo se cerró con otra amarilla para un jugador de River: la recibió Paulo Díaz, luego de un error en la mitad de la cancha de Enzo Pérez. Así, cuatro futbolistas millonarios se fueron al vestuario amonestados: Pérez, Díaz, Montiel y Martínez. Fue la pauta de que los dirigidos por el Muñeco Gallardo debieron cortar con falta cada vez que Boca sorteó su mediocampo. Tres de esas cuatro amarillas fueron generadas por Ramírez. Boca fue un poco mejor, más por la intensidad que por su juego. River, agazapado, tuvo la más clara de todas. Y la única jugada del primer tiempo.

Para el segundo tiempo, Gallardo optó por mover el banco de suplentes: decidió que Milton Casco reemplace al amonestado Gonzalo Montiel, quien casi no pasó de la mitad de la cancha y estuvo lejos de su nivel, sobre todo en ataque. La tarjeta amarilla, además, lo condicionó. La primera jugada de la segunda parte fue de los de Núñez: trepada de Paradela, rechazo de Izquierdoz y remate de Zuculini, a las manos de Rossi.

El segundo tiempo marcó un cambio en el dominio del partido. River se adelantó y consiguió más posesión de la pelota. Boca se descontroló y recibió dos amonestaciones casi inmediatas: Rojo y Zambrano. Un remate cruzado de Paradela y un slalom de De la Cruz fueron las dos llegadas de los millonarios en esos primeros minutos de la segunda parte. Boca buscaba soluciones en el banco con los ingresos de Varela y Weigandt.

River siguió más punzante. Aprovechó errores de manejo en la salida como el de Varela en el ecuador del segundo tiempo para llevar peligro al arco de Rossi. Falló Romero, como minutos antes había fallado De la Cruz. River merecía el gol: Boca casi no atacaba y se encomendaba a lo que pudiera hacer Ramírez, el mejor de los suyos.

El partido entró en zona de “gol gana”. Pero River no pudo y Boca no quiso: no tuvo un solo tiro al arco en todo el partido. Lo jugó sin centrodelantero y apostó todas sus fichas a neutralizar el juego del rival. Lo consiguió y pateó por primera vez desde los penales. El cero del final califica a ambos, aunque River mereció más la victoria que su rival.