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Boca-River. Las perlitas del Superlclásico: de los allegados que tenían prohibido cantar al diente roto de Ramírez

Los allegados de Boca se juntan en una de las tribunas del estadio y alientan al xeneize
Fotobaires

Lo único que cambió en el cuarto superclásico del año fue el escenario, ya que los últimos tres habían tenido lugar en el Alberto J. Armando. Todos fueron empates, y tanto en el último, jugado en mayo, como en el de hoy, Boca ganó por penales. Hubo un ingrediente extra: hinchas (¿no son hinchas?) y jugadas polémicas.

Los allegados, ¿pueden cantar?

En los instantes previos al inicio del partido, la regla fue recordada por la voz del estadio: los allegados de los clubes presentes en el estadio no podrían entonar canciones de cancha; no son hinchas. Había que remarcar eso y advertir a las personas que ingresaron al Único de La Plata, nuevamente, que no son hinchas. En vista de los antecedentes de las últimas semanas, como el caso de personas relacionadas a Boca Juniors cantando en el partido contra San Lorenzo, y los partidarios del club de Boedo tarareando cánticos luego de salir victoriosos en ese mismo partido, la organización se vio forzada a enfatizar en esa regla el día de hoy.

Juan Román Riquelme, ídolo y vicepresidente de Boca, atento a lo que sucedía en el campo de juego
LA NACION/Anibal Greco


Juan Román Riquelme, ídolo y vicepresidente de Boca, atento a lo que sucedía en el campo de juego (LA NACION/Anibal Greco/)

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Pero también ocurrió en otras ocasiones. Por ejemplo, la semana pasada, cuando al final del partido entre Boca y Talleres, los allegados del club porteño cantaran por la victoria contra River. Ese día también se observó una larga fila de autos en las inmediaciones del estadio Mario Alberto Kempes; eran allegados de Boca.

Hoy ingresaron aproximadamente 500 personas a la tribuna; 250 por club. Y poco efecto tuvo el mensaje del altoparlante, ya que apenas se oyó el silbato, las canciones y provocaciones comenzaron a caer desde los escalones de las tribunas. Con el volumen aumentado por la acústica de la construcción, la música recién empezó a atenuarse a los 30 minutos de la primera mitad. Demasiado tiempo después de que se solicitara que frenasen. Los de Boca lucieron en gran parte camisetas que los identificaban, mientras que los riverplatenses las llevaron en menor medida. Los dos grupos se instalaron en sectores distantes entre sí en el amplio y moderno estadio platense.

Poco pudo hacer Armani en los penales
Fotobaires


Poco pudo hacer Armani en los penales (Fotobaires /)

Recuerda esta situación a otros casos, algunos de principios de año, cuando se veían grupos de invitados –cuyas razones por estar ahí eran difusas- en los estadios. Quizás la situación más recordada es la de Tévez indicándole a alguien en la tribuna de la Bombonera que haga silencio, con el clásico gesto de llevarse el dedo índice a la boca. Eso ocurrió el 16 de mayo, cuando el club de la ribera derrotó a River por penales y se clasificó a cuartos de final de la Copa de la Liga.

El codazo a Ramírez y la patada de Rojo

“Me falta un pedazo de diente. Por suerte tengo el barbijo” , bromeó Juan Ramírez, una vez consumado el triunfo. El ex volante de San Lorenzo chocó fuerte con David Martínez y en el camino quedó uno de sus dientes frontales. A pesar de ese infortunio, el flamante refuerzo boquense jugó un buen partido: provocó las tarjetas amarillas de Enzo Pérez, Bruno Zuculini, Gonzalo Montiel, David Martínez y Braian Romero, y definió su penal con notable clase. Fue un rayo indetectable para los marcadores de River.

Ramírez, lo más destacado en Boca en los noventa minutos
LA NACION/Anibal Greco


Ramírez, lo más destacado en Boca en los noventa minutos (LA NACION/Anibal Greco/)

Marcos Rojo también se destacó en el equipo de Miguel Ángel Russo. Sin embargo, una jugada suya despertó críticas en los jugadores del rival, que clamaron por su expulsión. Sucedió apenas comenzaba el segundo tiempo cuando Julián Álvarez se posicionó para recibir en mitad de campo.

El balón bajaba a la altura de su frente. Rojo llegó tarde a la disputa, y en vez de buscar también con la cabeza, elevó su pie en lo que pareció un recurso de artes marciales y procuró pellizcar la pelota. No le salió: de hecho, su pie bajó a destiempo e impactó de lleno, clavando los tapones en la espalda del joven atacante del Millonario.