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Brasil tiene deflación y se diferencia de la Argentina, pero la forma en que lo logró no sería sustentable

Bolsonaro redujo impuestos y logró que en julio bajara fuerte la inflación
Bolsonaro redujo impuestos y logró que en julio bajara fuerte la inflación

BRASILIA.- La economía argentina encuentra en la región, y concretamente en su principal socio comercial, Brasil, una nueva comparación odiosa. Mientras que en el país se conocerá este jueves que el dato de inflación de julio quedará por encima del registrado en Venezuela por el Observatorio de Finanzas de ese país, en el socio mayor del Mercosur hubo deflación.

Un agresivo recorte de impuestos sobre los combustibles llevó a Brasil a una inflación negativa de 0,68% el mes pasado, el menor índice desde 1980, cuando el instituto de estadística comenzó la serie histórica.

El dato, anunciado el martes y celebrado ampliamente por el gobierno de Jair Bolsonaro, a menos de dos meses de las elecciones, dejó a Brasil con una tasa todavía en dos dígitos (10,07%) para los últimos 12 meses. Pero julio pudo haber sido el último mes con una inflación arriba del 10%, ya que analistas proyectan un agosto también deflacionario.

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Por detrás de la caída de precios, aparece una terapia de “shock” del gobierno brasileño, que algunos economistas señalan como “poco sustentable”, con fines electorales, y que, hacia adelante, podría generar desequilibrios debido a una menor recaudación de recursos, advirtieron.

La clave de la caída de precios fue una ley aprobada por el Congreso y sancionada a fines de junio, con el patrocinio del presidente Bolsonaro, que redujo impuestos sobre los combustibles, la energía eléctrica, las comunicaciones y el transporte colectivo. Es decir, se aceptó una menor recaudación para aliviar el bolsillo de los brasileños, receta no contemplada por la administración de Alberto Fernández y del ministro de Economía, Sergio Massa.

Nunca se registró una inflación mensual tan baja, pero tampoco nunca hubo una caída de 15% en el precio de la nafta en un mes. Es una situación extrema que resultó en una caída abrupta, pero transitoria. No es un efecto permanente”, ponderó André Braz, economista de la Fundación Getulio Vargas IBRE, en diálogo con LA NACION.

Entre las principales caídas, la nafta resultó un 15% más barata y la energía eléctrica residencial, casi 6%, ítems que juntos representan el 10% del consumo de las familias de Brasil.

“Para agosto, la reducción de precios en los combustibles y el recorte de impuestos deben continuar impulsando una desaceleración del índice de precios”, anticipó Gustavo Sung, economista jefe de la consultora Suno Research.

En julio, la caída de la nafta también estuvo empujada por la poda de precios implementada por la estatal Petrobras el 20 de julio pasado. La empresa ha enfrentado presiones del Poder Ejecutivo debido a la política de precios que obliga a trasladar a las refinerías las variaciones de precios del barril de petróleo y la cotización del dólar, política que desde el inicio de la guerra de Rusia en Ucrania trajo pésimas noticias para el bolsillo del electorado.

La deflación de julio en Brasil dejó en segundo plano algunos datos amargos. El sector de alimentos y bebidas, empujado por las fuertes subas de la leche (25%), registró la mayor alza por ítem en julio (1,30%). Por otro lado, el sector de servicios acumula una suba de 8,87%, la mayor de los últimos ocho años.

Braz destacó que el 63% de los productos y servicios considerados en el índice de precios subieron el mes pasado. “La deflación, por definición, sería una caída generalizada de precios. Pero, en este caso, de generalizada no tiene nada. Es un efecto que, aunque es importante para la reducción de la inflación, no se va a sustentar”, pronosticó el economista de la FGV.

La evaluación del mercado es que el ciclo de subas agresivas en la tasa de interés, que la semana pasada saltó en Brasil de 13,25% a 13,75%, pudo haber sido cerrada ante el alivio en los precios.

El mercado financiero redujo la previsión de inflación para 2022 de 7,15% a 7,11%, según la encuesta Focus divulgada por el Banco Central de Brasil el lunes pasado, con un crecimiento del PBI de 1,98%. Un valor muy lejano respecto del 90% anual que algunos analistas proyectan para la Argentina, incluso con la posibilidad de que supere el 100%.

Según analistas, en caso de que Estados Unidos y otras potencias confirmen el ingreso en una recesión, la eventual desaceleración de los precios de las commodities podría sustentar una caída mayor de precios en Brasil en los próximos meses.

“Con la baja de impuestos sobre combustibles, el Estado recaudará menos y tendrá menos recursos para inversión en salud, educación y seguridad”, destacó Braz.

“El desafío es hacer crecer al país de forma sustentable, invirtiendo en la actividad económica, y las posibilidades son más escasas cuando se disminuye la recaudación. La propuesta tiene un propósito electoral muy fuerte para darle más popularidad al gobierno y viabilizar una reelección”, concluyó.

La caída del índice de precios al consumidor trajo una buena noticia al gobierno brasileño, justo el mismo día en que comenzaron a pagarse ayudas sociales como el “Auxilio Brasil” reforzado, un subsidio de 110 dólares que percibirán 18 millones de familias hasta diciembre y que el equipo de campaña del presidente considera clave para provocar un repunte en las encuestas.

La administración de Bolsonaro va a desembolsar 8000 millones de dólares en beneficios que se agotarán el 31 de diciembre: junto con la reducción de la inflación, la mayor carta de Bolsonaro para intentar recortar distancia con Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en los sondeos para el comicio del próximo 2 de octubre.