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La carta que me gustaría que mamá leyera

Un abrazo a las madres en su día
Un abrazo a las madres en su día

“Me salvaste la vida dos veces”, suelo decirle a mi mamá con frecuencia. Parece una oración sencilla de pronunciar, pero cuando nace de lo más profundo de esta mujer que soy ahora, hasta las oraciones simples se vuelven complejas.

Cuando mi mamá se enteró de que estaba embarazada de mí no lo dudó, me quiso desde el primer día. Del otro lado, puede decirse que la cosa no fue igual, y eso sin dudas, le complicó el sueño de una familia numerosa. Veintiún años era la edad que tenía mi mamá cuando decidió armar dos bolsos de ropa, uno de ella y otro mío. En silencio, decidió escabullirse de la casa de mi abuela paterna, y subirse a un micro de larga distancia conmigo en sus brazos dejando atrás su país, su bandera y los mandatos sociales.

Mirar para atrás y ver todo el camino que hemos recorrido juntas, es reconocer lo que nos trajo hasta dónde estamos hoy . No olvidar, para ser mejores. Caer, pero solo para tomar más fuerza al levantarnos y seguir siempre caminando hacia adelante. Todas esas cosas me las enseñó mi mamá, y por eso el haberlas aprendido al verla enfrentar el día a día me enseñó que así, yo podía tener la vida que quería.

Como dije al principio, mi mamá me salvó la vida dos veces, una porque decidió tenerme sola, y otra por haberme traído a este país. Y treinta y cinco años después de habernos conocido, me salvó la vida muchas veces más. O simplemente nos salvamos las dos juntas. Agradezco siempre que, para ella, “bajar los brazos”, nunca haya sido una opción.