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Cincuenta y siete países firman en Pekín estatutos del Banco de fomento asiático (BAII)

El tesorero australiano Joe Hockey (C) firma la escritura de constitución del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (BAII), el 29 de junio de 2015 en Pekín

Los 57 países fundadores del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (BAII), creado por iniciativa de China, firmaron este lunes en Pekín los estatutos de la nueva institución, entre cuyos miembros se encuentran Brasil y España.

Australia fue el primer país en firmar el documento en una ceremonia celebrada en el Gran Palacio del Pueblo situado a un costado de la Plaza de Tiananmen.

El BAII, que estará operativo antes de final de año, financiará trabajos de infraestructura en Asia.

Tras anunciar el proyecto a bombo y platillo a finales de 2014, China logró sumar al mismo a varios países occidentales, entre ellos Francia, Alemania, Reino Unido, España y Brasil, pero también a Estados Unidos y Japón.

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Washington había manifestado sus reservas sobre el BAII, preocupado por los estándares de gobernanza, falta de transparencia, la competencia con las organizaciones existentes, como el Banco Mundial, así como el riesgo de que Pekín utilice esta institución para sus propios fines geopolíticos y económicos.

Esta especie de "Plan Marshall chino" pretende convertirse en un contrapeso de las instituciones nacidas en Bretton Woods, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en las que Estados Unidos ejerce una enorme influencia.

Contribuyendo al "soft power chinois", podría favorecer también a las empresas chinas en busca de nuevos mercados, en particular en el lucrativo negocio de las infraestructura en Asia donde todo está por hacer.

El Wall Street Journal afirmó recientemente que Pekín mantendría el control de la institución y podría utilizar, en tanto que principal contribuyente, un "derecho de veto" de facto en las principales decisiones. Las autoridades chinas lo niegan.

Fuentes cercanas a la nueva institución, interrogadas por la AFP, trataron de minimizar los temores suscitados por esta "minoría de bloqueo", arguyendo que los países no asiáticos podrían votar también en bloque, bloquear o influir en las decisiones del banco.