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Cómo Grubhub y Uber Eats se han vuelto un obstáculo para los restaurantes

George Constantinou afuera de uno de sus restaurantes, Miti Miti, en Brooklyn, el 26 de mayo de 2020. (Calla Kessler/The New York Times)
George Constantinou afuera de uno de sus restaurantes, Miti Miti, en Brooklyn, el 26 de mayo de 2020. (Calla Kessler/The New York Times)

Antes de los cierres por el coronavirus, Matt Majesky no le ponía mucha atención a las tarifas que Grubhub y Uber Eats le cobraban cada vez que procesaba un pedido para su restaurante, Pierogi Mountain.

Sin embargo, apenas comenzó el confinamiento, las aplicaciones se volvieron básicamente la única fuente comercial para el restaurante-bar que dirigía con su socio, Charlie Greene, en Columbus, Ohio. En ese momento, las tarifas de las compañías de entrega se convirtieron en el costo más grande del restaurante, más de lo que pagaba por comida o mano de obra.

La principal compañía de entregas de Pierogi Mountain, Grubhub, se quedaba con más del 40 por ciento del pedido promedio, según lo muestran los estados de cuenta de Majesky en Grubhub. Eso provocó que su restaurante dejara de ser rentable y se hundiera en los números rojos. A finales de abril, Pierogi Mountain cerró sus puertas.

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“No tienes más opción que inscribirte, pero no hay negociación”, dijo Majesky, quien ya presentó una solicitud de ayuda por desempleo, acerca de las aplicaciones de entrega de comida. “Casi te conviertes en su rehén”.

Aunque aplicaciones como Grubhub, Uber Eats y DoorDash se han presentado como salvavidas económicos para los restaurantes durante la pandemia, sus tarifas se han convertido cada vez más en una dificultad para los establecimientos. Desde Chicago; Pittsburgh; y Tampa, Florida, hasta Boise, Idaho; Albuquerque, Nuevo México; y Richardson, Texas, los propietarios de restaurantes han recurrido a las redes sociales para expresar su descontento. Algunos restaurantes han cerrado, mientras que otros se han desecho de las aplicaciones y están buscando otras maneras de tomar pedidos.

Las quejas por las tarifas que cobran las aplicaciones a los restaurantes y a los consumidores siempre han estado ahí, pero el asunto se ha agravado conforme muchos restaurantes han clausurado sus servicios dentro de sus locales. Incluso mientras comienzan a reabrir, es probable que la entrega a domicilio siga siendo una parte más grande de su negocio que antes de la pandemia.

Varios restaurantes también han expresado públicamente sus preocupaciones de que pronto tendrán aún menos poder para oponerse a las tarifas. Eso se debe a que Uber ha tenido charlas para adquirir Grubhub, lo que posiblemente crearía un coloso de las aplicaciones de entrega.

Peter Land, portavoz de Grubhub, dijo que Majesky pagaba tarifas más altas de lo normal porque había elegido participar en programas publicitarios que aumentaban la visibilidad de su restaurante.

“Reconocemos que esta es una época difícil para los restaurantes independientes”, comentó Land. “Hemos redoblado nuestros esfuerzos para apoyarlos”.

Charlie Greene, a la izquierda, y Matt Majesky, propietarios de Pierogi Mountain, en la cocina de su restaurante en Columbus, Ohio, el 24 de mayo de 2020. (Maddie McGarvey/The New York Times)
Charlie Greene, a la izquierda, y Matt Majesky, propietarios de Pierogi Mountain, en la cocina de su restaurante en Columbus, Ohio, el 24 de mayo de 2020. (Maddie McGarvey/The New York Times)

Majesky dijo que Grubhub le hizo creer que el programa publicitario era una de las cosas que la aplicación pagaría para ayudar a los restaurantes locales, y que no se había dado cuenta de que sería él quien tendría que costearlo. Otros restaurantes han expresado quejas similares.

Land y Uber rechazaron hacer comentarios acerca de las charlas de su acuerdo.

Los propietarios de restaurantes están preocupados por algo más que las tarifas de las aplicaciones. A través de dieciocho entrevistas con propietarios de restaurantes y consultores de la industria, además de la información de demandas y publicaciones en las redes sociales, muchos dijeron que las aplicaciones ejercían prácticas engañosas como crear sitios web con información poco precisa sobre los restaurantes sin pedirles permiso.

Freshcraft, un restaurante en Denver, demandó a Grubhub el mes pasado y la acusó de crear páginas web con información de restaurantes sin su consentimiento para después etiquetarlos en esos sitios como restaurantes cerrados o que “no toman pedidos en línea”, cuando en realidad estaban abiertos y sí toman pedidos en línea.

“El hecho de que tergiversen mi marca en este momento, y provoquen que los usuarios de Grubhub opten por otros restaurantes, es deplorable”, dijo Erik Riggs, propietario de Freshcraft.

Riggs está buscando que la demanda se convierta en una acción colectiva.

Después de que The New York Times contactó a Grubhub para hablar acerca del mismo asunto en restaurantes de Pittsburgh y Chicago, eliminó la información imprecisa. La compañía rechazó hacer comentarios acerca de la demanda o la información en las páginas web.

La brecha entre el éxito de las aplicaciones y el dolor de los restaurantes es sorprendente. El gasto en los restaurantes en semanas recientes disminuyó un 35 por ciento en comparación con el año anterior, mientras que los ingresos de los servicios de entrega aumentaron un 140 por ciento, de acuerdo con información de M Science, una firma que analiza datos de las transacciones.

El meollo del asunto se trata de matemáticas básicas. Para el restaurante promedio, los costos fijos como los salarios, la comida y la renta consumen cerca del 90 por ciento del dinero entrante. Eso deja poco espacio para las tarifas de base que los grandes servicios de entrega cobran a los pequeños restaurantes, que generalmente son del 20 al 30 por ciento de lo que pagan los clientes por cada pedido.

Recientemente, ciudades como Chicago, Los Ángeles, Nueva York, Seattle y San Francisco han puesto en vigor legislaciones o reglas de emergencia para limitar las tarifas de las aplicaciones hasta que se acaben los confinamientos. Sin embargo, incluso con los límites, el 62 por ciento de los restaurantes locales en San Francisco señalaron en una encuesta el mes pasado que estaban perdiendo dinero en las entregas y los pedidos para llevar.

Las tarifas han adoptado un sabor particularmente amargo conforme las aplicaciones de entrega han comenzado campañas en las que aseguran que ayudarán a rescatar a los restaurantes locales. Un anuncio afirmaba: “Grubhub cree que, juntos, podemos ayudar a rescatar los restaurantes que amamos”.

DoorDash, que lleva a cabo su negocio de entrega con grandes cadenas de restaurantes, dijo en abril que recortaría sus principales tarifas en un 50 por ciento para todos los restaurantes independientes hasta que pasara la crisis.

Todos los servicios de entrega ahora están enfrentando la furia de los restaurantes más pequeños por darles prioridad en sus aplicaciones a las cadenas de restaurantes debido al volumen que estas aportan, aunque las cadenas generalmente les pagan a las aplicaciones tarifas más bajas, de acuerdo con consultores del sector. En las aplicaciones, las cadenas a menudo aparecen en lo alto de la lista de restaurantes en cualquier zona, a menos que los restaurantes más pequeños paguen tarifas adicionales para mejorar su ubicación en la lista.

“Cuidan a sus socios corporativos primero y después nos usan en sus anuncios para tratar de decir que hacen una tarea de buena voluntad”, dijo Scott Weiner, dirigente de Fifty/50 Restaurant Group, propietario de veinte restaurantes en Chicago.

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This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company