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Con estas actitudes pierdes respeto en la oficina

Puede que te consideres desbordado de trabajo, que creas que cumples a cabalidad con las tareas que te asignan tus superiores, e incluso puede que pienses que tu trabajo no es reconocido como debería serlo.

Claro, eres el tipo de empleado que “se mata” trabajando, que deja la bandeja de entrada de tu correo electrónico limpia de mensajes por responder, y hasta tal vez eres uno de los últimos en abandonar la oficina al finalizar la jornada.

Pero, ¿te has preguntado alguna vez si eres el único culpable de la situación que se ha creado alrededor de tu figura?

Un reporte de Forbes se ha detenido en algunas actitudes que contribuyen a que un empleado empiece a perder respeto en su empresa. Y para no quedarse con los brazos cruzados, te propone algunas soluciones para que no sigas sintiéndote ignorado o incomprendido.

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Por ejemplo, tal vez seas de los que siempre llegan tarde a las reuniones. Muy poco importará si tus ideas son las más sugerentes, si cada vez que se programa una reunión tú terminas enviando un email o un mensaje de texto con las siguientes palabras mágicas: “lo siento, voy a llegar un poquito tarde…”

Para encontrar una solución, trata de programar mejor los tiempos de tu día laboral, de manera que si uno de tus encuentros de trabajo se alarga, no llegue a afectar a la reunión que le sigue.

Otras de las razones que provocan que pierdas credibilidad en tu oficina es que pases tu día con el cuello doblado, extasiado ante la pantalla de tu teléfono. Sí, porque esta imagen, cuando se vuelve recurrente, hace que quienes te dirigen la palabra sin que tú los mires a los ojos consideren que no les interesa lo que te están planteando y prefieran pasar de tu consulta.

Por ello, Forbes te aconseja que no siempre lleves tu teléfono cuando hay alguna reunión de colectivo. Cuando dejes de observar durante 8 horas tu celular e incluso tu tablet, y decidas hacer uso de un blog de notas en puro papel, entonces tus colegas caerán en la cuenta de que lo que apuntas tiene mucho que ver con lo que ellos te plantean.

La tercera de las razones de la situación de “abandono” por la que estás pasando tiene que ver con tu carácter. Debes dejar de quejarte continuamente y sobre todo de proferir palabras obscenas. Esta actitud hace que tus compañeros te eviten y terminen hartándose de tu presencia, aunque seas un excelente trabajador. Al final, recuerda Forbes, el único mensaje que estás transmitiendo es: “soy un rebelde de doce años atrapado en el cuerpo de un adulto bastante crecido”.

Por ello, la recomendación es que evites toda palabra con una connotación fuerte o peyorativa, incluso cuando no resistes el ambiente de la oficina tras una larga noche de copas. Intenta canalizar esa emoción y esa ira hacia otros derroteros, o simplemente elimina ciertas palabras de tu vocabulario.

Otra cosa: no importa cuán casual y relajado sea el sitio para el que trabajas; trata de no aparecerte en la oficina vestido como si hubieras huido de una fiesta. Cuida tu vestimenta; tienes algunos días iniciales para observar a tus colegas y entender cuál es el “tono” que predomina en tu empresa. A partir de este modelo, diseña tu propio estilo, aunque sin traicionar tus gustos más básicos.

Por otro lado, evita fatigar a tus colegas con cadenas de correos no terminados, donde solo demuestras cierto nivel de ansiedad. Por ello, el consejo es que tomes un momento de tu jornada laboral para concentrarte en los emails que debes enviar, y dedícale a cada uno el tiempo que merece.

En cuanto a tu espacio y tu presencia en la oficina, tal vez seas de aquellos que nunca están sentados ante su mesa de trabajo. Esto, obviamente, no es bueno, pues genera una imagen de abandono que no concuerda con tu dedicación y la seriedad con la que cumples con tus tareas.

No se trata de que te encadenes a tu sillón, pero sí será sano que te dejes ver, que te hagas sentir de alguna manera, cuando respondes a los correos electrónicos o redactas un informe; si bien también sueles hacerlo en casa o en el salón de reuniones de la compañía.

Por último, si eres de los que suele contar largas historias sobre tu vida privada, incluso sobre lo increíble y excitante de tu maravillosa vida, debes saber que lo que para ti es increíble, a otros puede parecerle ridículo.

Cierto es que compartes con tus colegas más de 40 horas a la semana, pero no olvides hacer cierta decantación en cuanto a tus temas de conversación. Deja a un lado tus historias salvajes o picantes y enfócate en tu labor. Sólo así podrás defender la realidad de que eres un excelente trabajador y te sentirás mucho más reconocido por jefes y colegas.