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La fragmentación del nuevo Parlamento libanés augura más parálisis políticas

Beirut, 17 may (EFE).- Los resultados de las elecciones celebradas el pasado día 15 en el Líbano dibujan un Parlamento fragmentado en el que el grupo chií Hizbulá y sus aliados ya no contarían con una mayoría, y vaticinan nuevas crisis políticas de cara a los próximos nombramientos de un Gobierno y un jefe de Estado.

Las autoridades prometieron formar tras los comicios un nuevo Ejecutivo que se encargue de implementar reformas estructurales para salir de la grave crisis económica que sufre el Líbano, una decisión para la que será clave la voz de los bloques parlamentarios y que en los últimos dos años probó ser un caldo de cultivo para el desastre.

Los resultados de las elecciones parlamentarias anunciados hoy apenas arrojan cambios en los tres grandes partidos de la Alianza del 8 de Marzo: 13 asientos para Hizbulá, 14 para la formación del mismo credo Amal y 15 para el cristiano Movimiento Patriótico Libre, del presidente libanés, Michel Aoun.

Sin embargo, la entrada de más de una decena de diputados opositores y las ganancias de la exmilicia cristiana Fuerzas Libanesas han disminuido el número de diputados independientes y miembros de grupos menores favorables al bloque a alrededor de una docena, según estimaciones de diversos medios.

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De este modo, Hizbulá y sus aliados se quedarían a las puertas de la mayoría establecida en 64 escaños y nadie contará con suficientes apoyos para imponer su voluntad en el dividido parlamento.

El líder de Amal, Nabih Berri, pronunció esta tarde un discurso televisado en el que eludió pronunciarse sobre la presunta pérdida de la mayoría, lo que podría significar que el bloque esté tratando de recabar más apoyos.

AUGURIO DE VIENTOS EN CONTRA

El complejo sistema de reparto del poder, que trata de satisfacer a cada uno de los 18 grupos religiosos reconocidos en el Líbano, hace que las decisiones importantes acaben a menudo en un callejón sin salida.

Entre la dimisión del Gobierno de Hasan Diab en agosto de 2020 a raíz de la explosión de Beirut y la formación del Ejecutivo que finalmente le tomó el relevo pasó más de un año, un periodo de interinidad durante el que la crisis económica se agravó fuertemente debido a la inacción gubernamental.

Entremedias, dos primeros ministros, designados tras mucho tira y afloja, renunciaron sin completar el encargo de formar gobierno debido a la falta de consenso político sobre la distribución de sus ministerios.

Con aún más fragmentación en el nuevo Parlamento, órgano que además debe aprobar a cada gabinete, todo apunta a que el pequeño país mediterráneo entrará pronto en una nueva parálisis mientras los distintos grupos luchan por obtener las carteras más codiciadas de la Administración.

Otro escollo será la designación del primer ministro que la encabezará, un puesto que, por mandato constitucional, solo puede ser ocupado por un musulmán suní.

En la actualidad, el Líbano carece de figuras políticas de peso que profesen esta fe y el boicot del ex primer ministro Saad Hariri y su formación Corriente de Futuro a los comicios legislativos celebrados el pasado domingo deja al sector si cabe más huérfano.

"Las elecciones se han terminado y el Líbano afronta un nuevo punto de inflexión, la verdadera victoria es que entró sangre nueva a la vida política", sentenció ayer en su cuenta de Twitter Hariri, el suní más influyente hasta que el pasado enero anunció que abandonaba la política.

DOS NUEVOS PRESIDENTES

De forma más inminente, el parlamento tendrá que elegir a su nuevo presidente, un puesto reservado para los musulmanes chiíes y que el poderoso líder de Amal ha ocupado de forma ininterrumpida durante las últimas tres décadas.

La decisión requiere mayoría y prácticamente todos los escaños preasignados a los chiíes están ocupados por Hizbulá o Amal, lo que podría complicar todavía más la elección y poner en jaque la continuación de una de las personas que más tiempo han ostentado la presidencia de un parlamento.

Otra importante cita con trazas de desembocar en crisis política es el nombramiento de un nuevo jefe de Estado antes de que expire a finales del próximo octubre el mandato de Aoun, también en manos del Hemiciclo con necesidad de ser respaldado por dos tercios de los diputados.

La llegada de Aoun a la presidencia en 2016 se produjo tras cerca de dos años de vacío que finalizaron tras un acuerdo para realizar concesiones en la designación de un primer ministro.

A los precedentes se suma que el Movimiento Patriótico Libre de Aoun habría dejado de ser la principal fuerza cristiana de la Cámara y habría cedido el puesto por un pequeño margen a su rival Fuerzas Libanesas, también sin respaldo mayoritario al menos por ahora.

Noemí Jabois

(c) Agencia EFE