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Coronabingo y Bingo Pandemia: en plena cuarentena, los argentinos reinventaron un pasatiempo de 500 años

En días de aislamiento social y con los centros de entretenimiento o reunión cerrados en todo el globo, renace el bingo, un juego que tiene varios siglos de vida y que es disfrutado ahora con pantallas y en diferentes variantes gracias al ingenio y el talento de varios argentinos, quienes desarrollaron diferentes plataformas para divertirse gratis, convocando en un fin de semana entre mil y dos mil personas.

Si bien existen diferentes teorías acerca de el origen de este pasatiempo, la hipótesis más aceptada es que el primer antecedente del bingo es el Il Giuoco del Lotto D'Italia, un juego popular en la península itálica en el siglo XVI y que años después se volvería el favorito de la aristocracia francesa. Conocido como Le Lotto, esta versión constaba de cartones con 27 casillas en cuadrículas de 3 filas y nueve columnas, con las clásicas 90 bolillas que aún hoy se conservan.

Desde entonces, Le Lotto conquistó Europa y, en el siglo XIX, llegó a los Estados Unidos de la mano del juguetero Edwin Lowe, quien comenzó a venderlo en aquel país con el nombre "Beano", que era el grito que debía dar quien llenaba un casillero. No queda claro cómo se pasó de "¡Beano!" a "¡Bingo!" pero así terminó de popularizarse en todo el globo.

Con distintas formas y adaptaciones, el bingo entró al siglo XXI con algunas versiones online que, sin embargo, nunca tuvieron la popularidad que lograron en las últimas semanas, gracias a que las salas tradicionales cerraron, y que la mayor parte de la población se plegó a las indicaciones de aislamiento social.

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Bingo Pandemia

Este mismo espíritu lúdico fue el germen de una de las encarnaciones más originales de este pasatiempo en plena crisis, el Bingo Pandemia. Se trata de encuentros sociales que convocan cada semana a más de mil personas, quienes juegan mediante la plataforma Zoom desde un garage en Villa Urquiza. Sus organizadores son Iván "Maivan" Vignau y Lucio Szteinhendler, dos amigos que vieron sus trabajos en el mundo de la docencia y de la construcción interrumpidos por la crisis del COVID 19. Así que luego de cansarse de jugar con naipes a la escoba y al truco, probaron con el bingo gracias a un set que hallaron en la casa del padre de Szteinhendler, con bolillero incluido, y comenzaron haciendo transmisiones para tres personas, que pronto se volvieron increíblemente populares.

"No se trata de una app sino de una suerte de evento, de happening. Nos conectamos vía Zoom y la idea es pasarla bien. El bingo es una excusa para poder jugar y entretenernos, en donde el público siempre se prende y redobla cualquier apuesta. Por ejemplo, una vez propusimos que el que quisiera se disfrazara y esa noche aparecieron producciones increíbles. El último sábado fue temática circense y de las mil personas conectadas, más de la mitad estaban vestidas para la ocasión", puntualizó Vignau.

Quienes quieran participar, deben anotarse en la página BingoPandemia.com y esperar a recibir su cartón. Se puede jugar en solitario, pero cada vez más se suman parejas y familias: "Nos pone feliz ver cómo quizá los más chicos dejan la Play un rato, se suman a los padres y madres en un momento de conexión, incluso si viven lejos. Nos pasó con una familia que vivía en Neuquén, pero tenían amigos en Alemania y los sumaron, y de golpe pudieron compartir una actividad a pesar de la distancia".

Hoy, la dupla de Vignau y Szteinhendler sumó a su equipo a Pablo Finquelievich como operador de las cámaras, y a dos personas más de producción. El Bingo Pandemia se juega los jueves a las 20 y los sábados a las 22. Los premios son aportados por entusiastas del juego, que aprovechan el espacio para promocionar sus emprendimientos o productos; por eso el pozo varía y ya tuvo desde licuadoras hasta alfajores o descuentos en una posada en Córdoba.

Coronabingo

En caso de Cristhian Durán, recordó las reglas de un bingo hace poco más de dos meses cuando el grupo de amigos y amigas con los que jugaba semanalmente fútbol mixto comenzó a buscar una excusa para seguir en contacto, aunque ya no pudieran verse personalmente. "Nuestra cita era los martes a la noche, y pronto todos comenzamos a extrañar esos encuentros, así que en un grupo de WhatsApp barajamos opciones. En un comienzo pensamos en el truco, pero una amiga sugirió un bingo y a mí se me prendió la lamparita, porque era algo que yo podía hacer", le explicó a LA NACION este programador de 30 años que vive en Palermo.

"Al no tener reglas complejas como el TEG, por ejemplo, el bingo no representaba grandes obstáculos para su programación. Le dediqué dos días y logré un prototipo con el que empezamos a jugar, usando Zoom como soporte para vernos y hablar, y a partir de lo que íbamos experimentando le fui cambiando y mejorando cosas. Coronabingo nació como un producto de uso totalmente personal para mi grupo de fútbol, pero comenzó a crecer fuera de mi control", explicó.

Y es que cada amigo de ese grupo de WhatsApp lo comenzó a usar con otros amigos y con sus familiares, y en pocas semanas había personas de todo el mundo usándolo. Las recomendaciones y las redes sociales hicieron el resto: "Realmente se me fue de las manos: los días de semana juegan un promedio de 1200 personas y los fines de semana Coronabingo tiene picos de 2500, pero el récord histórico llegó cuando lo descubrieron en España y ellos estaban en la fase de mayor aislamiento".

Plataformas virtuales como Coronabingo y otras similares crecen en todo el mundo a medida que más personas buscan reinventar la manera en la que solían verse. Para un grupo de amigos de varias partes del país, por ejemplo, se volvió parte de su agenda en pleno aislamiento. "Nos convocó un contacto en común a comienzos del período de aislamiento y hoy llevamos más de una docena de encuentros en donde no sólo jugamos al bingo a distancia, sino que también charlamos de nuestras vidas y vamos consolidando un vínculo que no existía antes", explicó Pablo Terrera, un porteño de 35 años que tiene un emprendimiento gastronómico vinculado con la diversidad sexual y que jocosamente llamó a los encuentros "#BingoDeTrolos".

"Somos personas de Rosario, Córdoba, Olivos y Montevideo, pero han asistido amigos venezolanos que viven desde hace tiempo en Buenos Aires, y argentinos que están en Ginebra e Inglaterra y escucharon de las jugadas online. Los encuentros son los martes y viernes a las 23 e incluyen, además del clásico juego, distintas ruletas con prendas y confesiones para ponerle un poco de color. Somos todos gays así que también hacemos referencias a nuestra cultura y nuestra manera de hablar. El premio para quien logre línea es una merienda y quien cante bingo se lleva el pozo que se arma con $100 de cada participante", graficó Terrera.

Más allá de la cuarentena

A pesar de que Coronabingo y Bingo Pandemia son gratuitos, ni Durán ni Vignau tienen en sus planes volver redituables sus creaciones, al menos no de las maneras tradicionales. En el caso de la app, por ejemplo, recibe actualizaciones periódicas con más funciones. "Que sea gratis no quiere decir que yo no tenga gastos de los servicios que pago para mantenerlo online. Pero no me interesa ni un modelo por suscripción ni ponerle avisos, así que por presión de mis amigos sumé botones para donaciones por PayPal o por Cafecito, una plataforma argentina que permite que me inviten virtualmente un café por Mercado Pago", reveló su creador.

"El tiempo nos mostró que Bingo Pandemia es algo elástico y que se adapta a muchas circunstancias. Muchos de los que participan nos dicen que esto debería continuar una vez que el aislamiento termine, o que deberíamos alquilar un boliche para juntarnos. Nadie sabe qué pasará en el futuro -reflexionó Vignau-, pero estamos felices con lo sucede a nivel amistades y relaciones: quizá por eso los bingos siempre fueron populares, tienen algo que los vuelve muy sociables."