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Los tres cortafuegos del Gobierno para frenar la importación de bienes

Las reservas, al rojo vivo
Marcelo Martinez

Un “cortafuegos” es en el monte una franja muerta que se deja sin vegetación para que el fuego no avance. De la misma forma en construcción se utilizan con ese nombre muros para separar parte de un edificio de un posible foco de incendio. Esa misma lógica aplica el Gobierno para evitar que los importadores avancen sobre las reservas (prendidas fuego con un monto neto de US$1682 millones, según Cohen Investment Office) a un tipo de cambio oficial que desentona con la realidad económica. Hay tres cortafuegos principales:

Primero: quiero ingresar una licencia de importación y no puedo.

Lo primero que debe hacer una empresa que desea comprar mercadería en el exterior es ingresar a través de su despachante una licencia (SIMI). En los últimos tiempos esto se ha vuelto muy complicado debido a que la RG AFIP 4294/18 determinó un control automático de la Capacidad Económica Financiera -CEF- de los importadores.

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El monto por el que tienen SIMIs vigentes sin cancelar no puede superar el CEF en pesos autorizado. Si eso sucede, la SIMI nueva no se puede ingresar. Se vio en los últimos tiempos notorios descensos, a veces injustificados, de los CEF concedidos, e incluso en algunos casos el CEF que tiene un importador es $1.

Segundo: ingresé la licencia pero no me la aprueban.

Si pudimos saltar el inconveniente del CEF, e ingresar la licencia, ahora el problema es que la misma sea aprobada. Abandonando tecnicismos, las licencias -dependiendo de la nomenclatura donde se ubica una mercadería- se dividen en Automáticas-LA-(son “siempre sale” como el Quini 6) o No Automáticas -LNA- (no siempre salen). La realidad es que una licencia no es un permiso sino que es información que el Estado tiene derecho a solicitar según el Acuerdo de Licencias de OMC (incorporado a nuestra legislación por Ley 24.495/94). Las Automáticas deben ser aprobadas dentro de los 10 días hábiles y las No Automáticas dentro de un máximo de 60 días corridos. Pero el Ministerio de Desarrollo Productivo, de quien dependen estas licencias, ha venido endureciendo la aprobación de las LNA. Incluso, si la empresa va a la justicia con una medida cautelar, la propia justicia dilata los tiempos, cartón lleno.

Tercero: ingresé y me aprobaron la licencia, pero no puedo pagarla.

El filtro continúa. Las empresas se encuentran ante un complejo y dinámico entramado de Comunicaciones del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que ni los propios bancos coinciden al interpretar y dificultan e impiden el pago al exterior. Dentro de un montón de requisitos, lo más determinante es el insuficiente cupo general de US$ 250.000 en total que se otorga a las empresas para poder pagar sus importaciones previo a que sean embarcadas (Com. A 7375).

Sin embargo, pocos son los proveedores que dan cuenta corriente a los argentinos. Hay cierta flexibilización para insumos y bienes de capital, aunque los retoques son permanentes y, en el caso de insumos, el tope se redujo (Com. A 7433). Las reuniones de los jueves del Directorio del BCRA terminan en la tarde-noche con nuevas normas y la seguridad jurídica es nula.

También fuera de los pagos por bienes, los muros proliferan: para pagar un servicio al exterior hay que tener una Simpes aprobada (Com. A 7433) y por el lado del turismo se restringió en noviembre pasado la compra de pasajes y servicios turísticos al exterior (Com. A 7407).

Mientras las reservas continúen al rojo vivo, y con una brecha producto de un tipo de cambio oficial de ciencia ficción, el fuego continuará.