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El COVID-19 espanta a comerciantes y clientes de los mercados en Nicaragua

Managua, 23 may (EFE).- Aunque la pandemia de COVID-19 no ha detenido la frágil actividad económica en Nicaragua, el nuevo coronavirus ha espantado a los comerciantes y clientes, de mercados y centros comerciales del país, donde la merma de visitas es notoria.

Mercados de Managua como el Oriental que diariamente recibía unos 100.000 clientes, o el Roberto Huembes, que atraía a unos 8.000 compradores, hoy se notan más vacíos, no solamente por la falta de compradores, sino también porque cada vez más comerciantes se niegan a regresar a sus tiendas.

“Claro que ha habido menos afluencia, desde que se detectó el primer contagio, en marzo, como el 50 % de los comerciantes nos declaramos en autocuarentena, intenté volver, pero no vale la pena arriesgarnos a contraer el coronavirus”, dijo a Efe el comerciante Lisandro Roque, vendedor de materiales escolares en el Mercado Oriental.

Según Roque, parte del temor se debe a que el Gobierno únicamente admite 279 casos confirmados y 17 muertos por la pandemia, muchos menos que los 2.323 infectados y 465 fallecidos que reporta el independiente Observatorio Ciudadano COVID-19, que goza de mayor credibilidad que las autoridades en Nicaragua.

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“ESTO ES GENERAL”

Algunas de las zonas más activas del mercado Oriental, como la de verduras, o tiendas de ropas, cada día se notan más despejadas, y hay momentos en el día en que se puede acceder en automóvil.

“Esto es general, toda la venta está mala, los clientes no vienen, hay que caminar más para poder vender, y a veces no es suficiente”, afirmó Luisa López, una de los 2.000 vendedores ambulantes que a diario recorren el Oriental.

La menor afluencia en los mercados también se observa en los autobuses que cubren dichas rutas, ya que antes viajaban con exceso de pasajeros, pero ahora ya nadie tiene que ir literalmente colgado de la puerta.

Incluso los centros comerciales, donde hacen sus compras los menos afectados por la crisis económica que ya padecía Nicaragua desde antes de la pandemia, hoy se ven desolados, los visitantes no se acumulan, los estacionamientos no se llenan, los taxis no detienen el tráfico alrededor, y las tiendas cerradas no son extrañas.

En el centro comercial más lujoso de Nicaragua, ubicado en las afueras de Managua, lo que antes era un punto frecuentado, hoy apenas ve pasar gentes, varias tiendas, incluyendo una visitada cafetería y establecimientos de marcas conocidas mundialmente, cerraron.

A través del cristal de una de esas tiendas, se observa cómo la correspondencia acumulada desde la puerta toma forma de árbol en el piso, como símbolo de las afectaciones económicas que causa la pandemia.

"NÚMEROS ROJOS”

Según el Banco Central de Nicaragua, el Producto Interno Bruto (PIB) local decreció un -3,9 % el año pasado, y se contrajo un -4 % en 2018, como producto de la crisis sociopolítica que afecta al país desde el levantamiento popular contra Ortega, hace dos años.

Las previsiones no son halagadoras. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2020 el PIB de Nicaragua tendrá una caída del 5,9 %, esto como producto del COVID-19, ya que antes de la pandemia el Gobierno estimaba un crecimiento del 0,5 %.

Roque y López coinciden en que los comerciantes que asisten a los mercados lo hacen porque están desesperados, ya que la mayoría debe pagar deudas a personas usureras que cobran intereses de hasta el 20 %.

En el caso de los clientes, estos cada vez se ven menos en los establecimientos que ofrecen ropa, y con mayor frecuencia en las farmacias y ventas de alimentos, los que cada semana son más caros, sostienen, mientras el Gobierno informa que los productos mantienen sus precios.

Sí hay días y horas los mercados parecen recobrar vida, como los que les siguen a las fechas de pago y ciertos fines de semana en el mes, pero en el Oriental ya no se sirven 100.000 platos de comida cada día, ni llegan los 50.000 empleados que indican los datos oficiales.

El coronavirus SARS-coV-2, que causa el padecimiento de COVID-19, es como un fantasma que espanta a compradores y vendedores.

Wilder Pérez R.

(c) Agencia EFE