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El Día de los Muertos no es un disfraz

Recuerdo que estaba en Sevilla, cuna del flamenco y de las sevillanas por antonomasia, cuando varias amigas me preguntaron si me iba a vestir de gitana para ir a la feria. Respondí que no, porque no tenía el disfraz. Nunca se me olvidarán sus miradas de espanto, sus bocas ligeramente entreabiertas y sus cejos fruncidos nada más escuchar mi respuesta. Las dos saltaron sobre mí diciendo que el vestido de gitana no era un disfraz.

Como cualquier vestimenta tradicional el traje de flamenca representa la cultura propia de una región, sus tradiciones e historia. No se trata simplemente de una indumentaria bonita, hay todo un bagaje cultural detrás de cada lunar y volante, y como es normal, las andaluzas se sienten profundamente orgullosas de lucir con arte y salero sus infinitas batas de cola, sus coloridas pañoletas y flecos, sus flores y corales en ferias y festividades. Así que no, el traje de flamenca no es un disfraz, pero igualmente la catrina del Día de los Muertos tampoco se debería considerar un disfraz, aunque así la denomine la publicidad. Tal vez se confunda Halloween con el Día de los Muertos porque ambas celebraciones se realizan en fechas muy cercanas y hacen referencia a lo siniestro y al más allá. Sin embargo, son dos festejos muy distintos, y no se debería ver la catrina como un disfraz para Halloween, sino como algo que arrastra un significado más profundo.

La catrina y su mitología:

Detrás de la catrina hay toda una mitología que aparece desde los tiempos prehispánicos y que ha ido evolucionando hasta lo que es hoy en día. La catrina es una declaración de mortalidad y destino tan profunda que solo el que la vive, la entiende. Así, en la época prehispánica, los aztecas creían que había una reina que vivía en el inframundo para velar por los huesos de los muertos. Las almas de esos muertos descendían por las profundidades de Chicunamictlan. Los familiares crean altares con ofrendas. Estas ofrendas ayudaban a los fallecidos a superar pruebas por su camino en las profundidades terrenales.

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La muerte no se sentía como algo triste, sino como parte de la propia vida, y aunque era natural que los familiares extrañaran a sus fallecidos sentían que simplemente se trataba de algo necesario y esencial, como el que realiza un largo viaje o un cambio de vida en otro lugar, pero no lo sufrían como un acontecimiento trágico ni traumático. Creían que algún día ellos mismos iban a emprender ese viaje y se iban a reunir con ellos, por lo que consideraban a la muerte como una pausa, y no como una separación definitiva. Después, llegaron los europeos acarreando todo su bagaje cultural y religioso, y se entre mezclan costumbres paganas con católicas, por lo que el Día de los Muertos se unió con las tradiciones propias del Día de Todos los Santos y del Día de los Difuntos.

La catrina como denuncia política y social:

Años más tarde, surgieron durante los gobiernos de Juárez, Tejada y Díaz los primeros dibujos de calaveras y esqueletos en forma de denuncia y crítica social en periódicos y propagandas políticas. Más adelante, el caricaturista José Guadalupe Posada dibujó la Calavera Garbancera. Se les llamaba garbanceros a los indígenas que vendían garbanzos pero que pretendían ser europeos. En la caricatura aparece una calavera sin ropa pero con un gran sombrero, lo cual es una crítica a los muchos mexicanos pobres que querían aparentar un estilo de vida europeo que no tenían, y que menospreciaban su cultura y costumbres. De hecho la palabra catrina viene de “catrín”, y hace referencia a un hombre elegante, generalmente aristócrata, de ahí el guiño burlesco de vestir a las calaveras con ropas elegantes para definir ciertos comportamientos de la sociedad de entonces. Durante esta época aparecen también las calaveras literarias en la víspera del Día de los Muertos. Las calaveras literarias son versos en los que se hace burla y sátira de personas vivas y muertas, especialmente de políticos y famosos, y que reflejan el espíritu festivo del mexicano frente a la muerte.

Hoy en día, la gente se viste de catrina durante el Día de los Muertos en honor a sus seres queridos fallecidos y a la muerte en general. Como se ve, estas calaveras hermosas se han convertido en un símbolo mundial que define el Día de los Muertos tanto dentro como fuera de México. Por eso, hay que tener mucho cuidado al denominarlo disfraz, y tener en cuenta todo el bagaje cultural, histórico, religioso, político y social de estas preciosas calaveras decoradas con flores y colores llamativos. Por eso, ahora que se acerca Halloween disfrázate de vampiro, fantasma o monstruo, o ponte el traje de catrina, pero no, por favor, no digas que es un disfraz.

This article originally appeared on Savannah Morning News: El Día de los Muertos no es un disfraz