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David Lee Roth deja que su arte (casi siempre) hable por sí mismo

David Lee Roth con algunas de sus pinturas, en su casa en Pasadena, California, el 6 de julio de 2020. (Jessica Lehrman/The New York Times)
David Lee Roth con algunas de sus pinturas, en su casa en Pasadena, California, el 6 de julio de 2020. (Jessica Lehrman/The New York Times)
David Lee Roth en el estudio de su casa en Pasadena, California, el 6 de julio de 2020. (Jessica Lehrman/The New York Times)
David Lee Roth en el estudio de su casa en Pasadena, California, el 6 de julio de 2020. (Jessica Lehrman/The New York Times)

Generalmente, David Lee Roth pasa sus días, o al menos sus noches, “vestido con licra para hacer ejercicio, moviéndose a 134 latidos por minuto”, comentó. Pero ahora Roth, de 65 años, el cantante de Van Halen, es como el resto de nosotros: está confinado en casa y obsesionado con la pandemia.

Sin embargo, los últimos meses en cuarentena han provocado que Roth se dedique a una vieja misión con un nuevo enfoque. Desde abril, ha llenado sus días creando dibujos con temática de la COVID-19 —los llama cómics— y después comparte las obras terminadas, una cada semana, en sus canales de redes sociales. El arte, como la música y la disposición de Roth, es vibrante, caprichoso y, hasta cierto punto, poco convencional. En algunos momentos, es agresivo. Varios dibujos tienen su rostro. Muchos otros están llenos de imágenes de ranas.

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¿Qué provocó este impulso de expresión artística?

“¡Pues, me quedé sin trabajo!”, bromeó Roth por teléfono desde su casa en Los Ángeles una tarde a finales de junio. En marzo, Roth estaba de gira como solista y telonero de Kiss en estadios de todo Estados Unidos. A principios de esa temporada, Roth, que también ha trabajado como paramédico en Nueva York, había combatido una enfermedad no especificada. “No estoy muy convencido de no haberme contagiado del coronavirus”, comentó. “¡Caray, me dieron suficiente prednisona para mandar a alguien a la Luna! Dejamos una estela de aficionados, escombros y reseñas incandescentes. Pero no quiero volver a pasar por eso”.

Incluso para los estándares del líder de una banda de rock, la capacidad de Roth de llamar toda la atención de su audiencia es renombrada, ya sea que se lance desde una plataforma de batería para hacer acrobacias en el aire o que les diga a sus fanáticos que Van Halen es “la banda de rock que le vendió la rumba de Ricky Ricardo a la nación del ‘heavy metal’”. Pero ahora su arte es el que habla por él. “El comentario social es lo que hago”, comentó. “Es lo que siempre he hecho”.

En sus obras de arte recientes, ese comentario social ha provocado una fuerte respuesta. En una pieza, declara un cambio de nombre. “Siguiendo el ejemplo de Lady Antebellum (ahora Lady A), Diamond Dave se deshará del nombre Lee”, escribió debajo de un dibujo en el que, naturalmente, aparece una rana. “Desde ahora, quiere que todos nosotros lo llamemos ‘David L. Roth’ o simplemente ‘El Roth’”. Para muchos, eso menoscabó las medidas que muchos artistas blancos están tomando para corregir el racismo.

“El mejor tipo de humor —no los chistes— no es gracioso en absoluto”, dijo Roth, defendiendo su trabajo. “Mi versión es la verdad con azúcar añadida. Y quizá es un poco de azúcar y picante. Sin embargo, el mejor humor fomenta el diálogo”.

A continuación, los fragmentos editados de la conversación.

P: ¿Por qué las ranas?

R: Vi una historia acerca de Mark Twain —no era su biografía, era una obra ficticia con actores. Y al final, el viejo Sam muere, pero no va al cielo. Está en el patio donde creció en Hannibal, Misuri. Y una niña pequeña se le acerca y él le pregunta: “¿Quién eres?”. “Soy Becky Thatcher, y tengo algunos amigos que esperan conocerte”, le responde ella. Y todos los personajes que creó van a saludarlo. Por eso comencé mi lista de invitados. Y probablemente el único de ese séquito que podía siquiera deletrear, y apenas dibujar, era la rana del condado de Calaveras [del cuento “La célebre rana saltarina del condado de Calaveras”].

P: Muchos de tus dibujos incluyen una referencia a los “Soggy Bottom”. Lo interpreté, al menos en este contexto, como un juego de palabras relacionado con la frase “drenar el pantano”.

R: Si yo lo explico, es como para una calcomanía de auto. Si dejo que tú lo expliques, es arte. Pero estás muy cerca del significado preciso.

P: ¿Puedes describir tu proceso artístico?

R: Mi enfoque es lo mejor de ambos mundos: lo clásico y lo digital hiperatómico. Como ver “Dragnet” en el iPad. ¿Sabes? Me mudé a Japón durante más de dos años para estudiar Sumi-e y caligrafía, y cuatro noches a la semana entrenaba y después hacía tarea. Dios mío, he pasado miles de horas aprendiendo a usar un cepillo de cerdas de caballo con un bloque de tinta que muelo yo mismo. Su receta no ha cambiado en 700 años.

P: ¿Qué te atrae de usar un cepillo y tinta como medio de expresión artística?

R: Espera. No se trata de expresarme. Es una terapia performativa. Me desahogo. Estoy enojado. Y no pido perdón. Así es como lo hago.

P: La gente generalmente no piensa en David Lee Roth como un hombre enojado.

R: Eso es porque lo he superado. Es esa magia secreta que ocurre cuando tomas algo que básicamente es triste y encuentras el humor, la elocuencia y a veces la iluminación en ello.

P: ¿Puedes decir más sobre la pieza que parece ser una respuesta al cambio de nombre de Lady Antebellum?

R: Tenía connotaciones de política personal. Buscaba divertirme un poco a costa de los demás, cuya visión respetaré. Y en lugar de los copiones inevitables, fingí ser uno. Pero el supuesto cambio de nombre atrajo algo de ira, pues algunas personas hicieron publicaciones desde una postura de derecha: “Otro miembro de la izquierda cae”. Oigan, soy un jipi de combate: paz, amor y suficientes hombres y máquinas para defenderlos hasta el cansancio. Necesitas lo primero para apoyar lo demás.

P: ¿Sería correcto identificar a David Lee Roth como una persona de izquierda?

R: Me encantan los derechos civiles. Los derechos igualitarios. Los derechos de las mujeres. Los derechos de los niños. Los derechos de los derechos. ¿Está bien? Toda la lista. Pero, por otro lado, estoy preparado para rasurarme la cabeza, unirme a los infantes de la Marina e ir a defender esos derechos. Eso en sí mismo no es una declaración de izquierda. O no solía serlo cuando era pequeño. Pero crecí en una gran época y un gran espacio durante la escolarización racialmente inclusiva de la década de 1960. Fui a escuelas donde la población estudiantil era un 90 por ciento negra e hispana, y estuve en la guardia de color con un corte militar. Todas las mañanas a las 7 marchábamos para izar la bandera. Y de noche íbamos a la casa del hermano de Kenny Brower, fumábamos marihuana y escuchábamos el disco nuevo de The Doors. ¡Jipi de combate!

P: Estabas de gira cuando comenzó el confinamiento. Como artista de toda la vida, ¿fue difícil verte obligado a dejar la gira de manera tan precipitada?

R: Todas las revistas de “jiu-jitsu” tienen a un chico de 28 años que narra los dos años que perdió debido a su codo. Todas las revistas de “kickboxing” tienen a un instructor de 32 años que dice: “Bueno, perdí tres años debido a mi rodilla izquierda”. Así que solo me he estado aislando. Porque soy una persona que está en gran riesgo.

P: ¿Durante cuánto tiempo seguiremos viendo obras nuevas de arte de David Lee Roth?

R: Como dijo el tatuador: ¡Hasta que ya no tenga amigos! ¡Hasta que mi Instagram esté vacío! Puedo hacerlo incansablemente. No lo había considerado como algo más que un pasatiempo. Pero ahora resulta que a la gente le fascina.

P: Dada esa fascinación, ¿estos dibujos saldrán a la venta?

R: En términos de mi ocupación verdadera, en cuanto los artistas de categoría B —es decir, Beyoncé, Bono y Bruce [Springsteen]— digan que ya se puede, regresaré al canto, al baile y a vender camisetas. Pero mientras tanto, dibujaré y pintaré todas las noches. Y me encanta el hecho de que haya una audiencia para mi arte. Desde luego, haré que mis obras estén disponibles. Te lo apuesto. Simplemente no lo había considerado. [se ríe]. Pero como dice mi hermana, al parecer se me escapan las cosas grandes.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company