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Tres desconocidos, un agujero sobre el timón, un viaje sin destino y sin agua

Las Palmas (España), 2 dic (EFE).- Cuando tres hombres se lanzaron al agua el 17 de noviembre en el puerto de Lagos (Nigeria) para intentar dejar atrás una vida que no merecía la pena no sabían adónde iba el Alithini II, el petrolero con bandera de Malta al que confiaron su suerte.

Llevaban los víveres justos cuando se encaramaron al timón de ese buque. Al cabo de once días que duró su travesía les quedaba algún envase de comida sin abrir, porque eran alimentos que no servían de nada sin agua, que perdieron el primer día.

Los tres polizones, cuya historia ha dado la vuelta al mundo gracias a la foto que les hizo el patrón de los servicios españoles de salvamento marítimo que los encontró sentados en la pala del timón del petrolero de más de 180 metros, no se conocían cuando emprendieron el viaje.

Detrás de esa instantánea hay una historia de la que ahora comienzan a conocerse algunos detalles, después de su comparecencia en la comisaría de fronteras del puerto de La Luz de la isla española de Gran Canaria, en el Atlántico, parara explicar cómo sobrevivieron y, sobre todo, por qué no pueden regresar a Nigeria y piden asilo en España.

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Todavía no se conocen los detalles de su petición de asilo, pero los tres acceden a contar su historia de supervivencia a EFE.

No han faltado quienes ponen en duda que estuvieran sentados en el timón allí desde que el Alithini II partió de Nigeria hacia el puerto de Las Palmas de Gran Canaria.

Esa fue la primera declaración de los responsables del buque, hasta que se rindieron a la evidencia de que la comida "sobrante" hallada por la Policía española llevaba envases con etiquetas de marcas de Nigeria.

Además, los equipos de salvamento marítimo españoles han aclarado que solo en el puerto de Las Palmas hay cinco precedentes desde 2018 de polizones que han llegado a tierra en ese mismo hueco sobre el timón.

UN VIAJE CASI SUICIDA

En las primeras 24 horas, los tres nigerianos perdieron la mayor parte de sus provisiones de agua, así que la poca que les quedó decidieron no desperdiciarla con la comida, porque sabían que les mataría antes la sed que el hambre.

Los tres fueron conducidos a un hospital nada más desembarcar con cuadros de deshidratación importante, que estaba a punto de agravarse porque habían bebido agua de mar.

En sus más de 250 horas en el océano, vivieron momentos "de absoluta desesperación, en lo que te encomiendas a la divinidad o a aquello en lo que cada uno cree", cuenta uno de ellos.

En constante tensión, apenas durmieron. Es seguro que en once días dieron cabezadas de agotamiento, pero en su recuerdo está el no haber dormido nada; la adrenalina y los nervios no les dejaban.

SIN UN RUMBO FIJO

Quienes han hablado con ello no pueden imaginar el grado de desesperación para elegir la vía más arriesgada de huir de su país, un cara o cruz de no saber a dónde va el barco al que te subes, ni cuántos días tendrás que soportar, ni tampoco si habrá temporal y el hueco donde te has escondido se convertirá en una trampa.

Cuando notaron que el motor del petrolero se ralentizaba, supieron que se habían salvado, que habían llegado a alguna parte.

Era la madrugada del lunes 26 de noviembre e ignoraban el lugar al que habían llegado, lo conocieron sobre la Salvamar que los transportó al muelle de Las Palmas.

Apenas se tenían en pie, pero estaban lo bastante lúcidos para decir a las asistencias: "Once días".

José María Rodríguez

(c) Agencia EFE