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El detergente Colón debe su fama a un mítico anuncio que de original tenía poco

Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Pocas frases han pasado a la historia de la publicidad en España con tanta fuerza como este eslogan de la compañía Camp, usado por primera vez para promocionar el detergente Colón en un anuncio de principios de los 80.

Es innegable que se trata de un claim rompedor, ya que seguramente nadie había incitado antes a comprar un producto de la competencia. Pero lo que más llamó la atención de este spot no fue la frase sino su autor: el propio director de la empresa, Manuel Luque.

Manuel Luque se convirtió en uno de los personajes televisivos más conocidos a finales de los 80 gracias a su participación en el anuncio del detergente Colón. Imagen vía Camp.
Manuel Luque se convirtió en uno de los personajes televisivos más conocidos a finales de los 80 gracias a su participación en el anuncio del detergente Colón. Imagen vía Camp. (Camp)

Millones de hogares españoles se sorprendieron al ver en un anuncio al jefe de una compañía (con toda la pinta que tiene un jefe, ropa seria, bien peinado y con muy poca gracia actuando). Y eso era precisamente lo que se buscaba, generar confianza entre las amas de casa con un mensaje que no pareciera artificial.

Lo que mucha gente no sabía es que esta estrategia no era nueva, ya que Manuel Luque copió el estilo de una campaña que pocos meses antes había lanzado Chrysler en Estados Unidos, logrando grandes resultados y dando pie a un nuevo tipo de publicidad.

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En ese caso era su propio presidente, Lee Iacocca, quien se dirigía a la audiencia para resaltar las bondades de sus coches con un mensaje cargado de cercanía y apelando al sentimiento americano por tratarse de un producto nacional.

¿Le resta esto mérito a los anuncios de Camp? En absoluto. Que Manuel Luque tuviera la visión de ‘importar’ un estilo tan transgresor y atreverse a dar la cara merece todo el reconocimiento. De hecho, tuvo que soportar burlas de otros directivos que no entendían que un alto directivo expusiera tanto su imagen pública hasta el punto de ser la cara reconocible de su empresa.

Me inspiré en el modelo americano de publicidad personalizada que seguían Chrysler, Purdue o Eastern Airlines, entre otros. Diferentes estudios habían probado que los medios de comunicación, el entorno empresarial y el público en general respondían mejor a empresas con un rostro humano, sobre todo si esa cara era la del auténtico director ejecutivo oficial”, explicó Luque en su momento.

La pregunta importante es: ¿funcionó la estrategia? Rotundamente sí. Cuando Luque entró la compañía, Camp pasaba por un momento más que delicado y corría el riesgo de irse a la quiebra. Gracias a los nuevos anuncios se dispararon las ventas de productos como Colón, Flor o Coral, y pocos años después el negocio se vendió a una multinacional por una auténtica millonada.

La figura de Manuel Luque, por cierto, adquirió tanto protagonismo que incluso el grupo ‘Un pingüino en mi ascensor’ le dedicó una canción. Un merecido reconocimiento para un directivo valiente que cambió la historia de la publicidad en una época en la que la innovación brillaba por su ausencia.