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La devoción a la Virgen de Guadalupe impulsa a la creciente comunidad de traileros latinos a peregrinar

Mientras los mariachis tocaban en un estacionamiento cercano, decenas de semirremolques se estacionaron uno tras otro en Western Ave. Todos iban adornados con imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe, algunos con banderas mexicanas y estadounidenses. Pero en lugar de carga, esta vez los choferes transportaron solo a sus familiares y amigos.

Se preparaban para la procesión al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, una manifestación anual de su fe y acto de gratitud por las peticiones escuchadas a lo largo del año; las cuales los mantuvieron seguros en las carreteras y les dieron un ingreso estable para mantener a sus familias.

“Es como un llamado para visitarla”, comentó María Vargas, la organizadora de la peregrinación que precede a la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, que se celebra el 12 de diciembre en honor a la Virgen María. “Es algo que no ves, que no puedes explicar, pero lo sientes. La Virgen María representa el amor y lo importante que es la fe en nuestras vidas”.

La caravana de camioneros que parte del Sur de Chicago hacia el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, es una de las decenas de peregrinaciones que forman parte de la tradicional Fiesta de la Fe en México para festejar a La Guadalupana cada año. Cientos de miles de devotos católicos también visitan el santuario de Des Plaines, llegan a pie, en grupos de corredores, en bicicleta o a caballo, lo que convierte a la celebración del Medio Oeste en la segunda más grande después de la que se realiza en Ciudad de México y, al santuario de Des Plaines en el templo más visitado de su tipo en EEUU.

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La mayoría hace el viaje al santuario para cumplir una promesa, una manda, o dar gracias a la Virgen María por sus bendiciones. Otros, van para ofrecer una oración ante una necesidad o preocupación específica.

Para los traileros, esta es una forma de mostrarle al mundo el poder de la fe, indicó Vargas.

“A pesar de las luchas y las dificultades en la industria, los altos precios del diésel y disminución de trabajo, seguimos de pie y podemos mantener a nuestras familias”, dijo Vargas.

Vargas es copropietaria de Mainland Corp., una empresa familiar de transporte en plataformas, que fue establecida por ella y su hermano Ismael, hace una década con solo dos camiones. Ahora son dueños de 10 y administran otros. La mujer, quien se desempeña como despachadora de la compañía, atribuye su éxito al trabajo duro, pero también a su fe.

Ella organizó la primera procesión en 2015 como una ofrenda desesperada para que Nuestra Señora de Guadalupe curara a su tío José, diagnosticado con cáncer de garganta. En ese momento, solo unos pocos camiones y choferes de la compañía hicieron el viaje informal a Des Plaines en caravana, contó. Ese mismo año también caminó en temperaturas bajo cero durante varias horas y de noche hasta el santuario en Des Plaines.

“Cuando no queda nada, te aferras a tu fe”, aseguró.

Unos meses después, su tío -figura paterna para ella y sus hermanos- quien la inspiró en la industria camionera, ya no se encontraba en estado grave.

“Los médicos no podían explicarlo, nadie podía, pero el cáncer había desaparecido”, recordó Vargas. Desde entonces prometió que año tras año honraría a la Virgen María organizando la peregrinación. Su tío, también camionero, se une todos los años.

Él compró su primer semirremolque en 1999 después de trabajar muchos años en la industria de la construcción tras emigrar de México. “Trabajó muy duro”, dijo Vargas. También descubrió un trabajo mucho menos arduo y mucho más rentable que la construcción, que históricamente ha sido el sustento de los inmigrantes.

El padre de Vargas estuvo encarcelado la mayor parte de su vida, por lo que su tío se convirtió en figura paterna. Ayudó al hermano de Vargas a obtener su licencia de chofer comercial y a comprar su primer semirremolque. Luego, el esposo de Vargas también entró en la industria y en 2013, los tres juntaron todos los ahorros de su vida para establecer su propia empresa.

“Estoy muy agradecida por lo que hemos podido construir”, dijo Vargas. Así que ahora su objetivo es inspirar a otras familias inmigrantes a unirse a la industria. Trabajar en camiones puede ayudar a establecer una riqueza generacional y alejar a los inmigrantes del trabajo pesado en la construcción, dijo.

Al igual que con Vargas y su familia, muchos de los choferes de la procesión se conocen. Son sobrinos, hermanos, primos y, a veces, padre e hijo, o simplemente compadres, o compañeros.

Vargas dijo que la cantidad de latinos ha crecido en la industria a lo largo de los años, no solo como choferes sino también como dueños de negocios. Ella ha notado esa tendencia cuando se comunica con otros conductores y cuando envía o hace negocios con otras compañías.

“Todos los camioneros deberían estar orgullosos de sí mismos porque es una industria dura, solitaria y peligrosa”, mencionó. “También es predominantemente blanca, todavía”.

Sin embargo, los datos del censo 2019 muestran que más latinos han ingresado a la industria del transporte durante la última década, representan más del 12% de la población de camiones y más de la mitad de los conductores nacidos en el extranjero en el país.

Los datos sugieren que la edad promedio de los choferes latinos es más baja que el promedio de la industria, y el porcentaje de jóvenes latinos que se unen a la fuerza laboral es mucho más alto que el promedio de la industria.

Mauricio Vargas, de 26 años, se convirtió en trailero de Mainland Corp. hace dos años. “Tienes la oportunidad de experimentar y el pago es realmente bueno”, dijo. “Funciona para mí y mi familia”.

Aunque comparten el apellido, Mauricio no es de la familia de María Vargas. Fue contratado por uno de sus primos mayores. Y este año fue la primera vez que participó en la procesión.

“Esto es importante para mí y mi cultura”, dijo Mauricio Vargas. “Me alegra que el trabajo sea estable y que mi familia pueda estar aquí hoy”.

Aquellos en la industria que no hablan inglés enfrentan aún más desafíos, dijo María Vargas. Es importante saber cómo navegar por el sistema y estar familiarizado con la tecnología para encontrar un corredor o un transportista y lidiar con problemas de licencias, seguros y muchos otros aspectos técnicos de la gestión de sus propios negocios.

“Aunque muchos no saben el idioma, aún así lo hacen”, dijo.

Víctor González, de 50 años, comenzó a conducir un camión comercial en 2004. Justo antes de que comenzara la procesión, colocó con cuidado una pequeña imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en el frente de su camión azul. Manejó más de dos horas para ser parte del convoy para honrar a la madre de Jesús.

“Hay mucho que agradecer; es bueno tomarse un día fuera del trabajo para reflexionar sobre eso”, comentó.

Fue uno de los pocos choferes que hablaban español cuando él comenzó, dijo. Ahora, comunicarse en español es mucho más cómodo y normal. “Ahora me encuentro en la carretera con choferes mexicanos todo el tiempo”, agregó.

“Me enorgullece aún más que estemos todos aquí juntos”, dijo González.

El crecimiento de los latinos en la industria esencial se refleja en la forma en que ha crecido la peregrinación a lo largo de los años. Más de 100 camioneros se unieron a la procesión el sábado, una semana antes de la fiesta.

María Vargas dijo que continuará animando a los camioneros a unirse a la procesión el próximo año, esta vez rezando para que la industria no sufra, ya que se espera una recesión.