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Diego Ferro: “Al no haber un plan, es muy difícil que se quiera invertir en deuda argentina”

Diego Ferro
archivo

Estudió Negocios y Economía en la Universidad Católica Argentina y realizó un MBA en Dartmouth College. Trabajó en el tema de privatizaciones para el Banco Río de la Plata y luego se mudó a Estados Unidos, donde hizo carrera en Morgan Stanley, Goldman Sachs y Greylock Capital Management. Actualmente dirige M2M Capital.

El economista argentino Diego Ferro tiene más de 30 años de experiencia financiera en mercados emergentes. Fue codirector de Negociación y Estructuración de Renta Fija para América Latina en Goldman Sachs y supervisó el grupo de Estructuración y Mercados de Capital para América Latina de Morgan Stanley.

–El oficialismo perdió las elecciones y, a diferencia de lo que se creía, el mercado reaccionó muy negativamente. ¿A qué se debe?

–Hay un fenómeno que viene desde el gobierno de Mauricio Macri, quien aprovechó las expectativas que generó para vender un montón de riesgo argentino al mercado. Evidentemente, cuando este riesgo fue comprado había ciertas expectativas sobre la Argentina que cambiaron dramáticamente. Principalmente, estaba la sensación de que Macri iba a seguir en la gestión y de que la Argentina iba a entrar en un proceso como el que hicieron Perú o Brasil. Pero no pasó y hay mucho más riesgo argentino dando vuelta por el mundo, del cual hay apetito. Después, hubo una reestructuración que para mí fue totalmente equivocada, porque fue hecha a niveles completamente absurdos de lo que la Argentina, sin hacer un haircut, cuando la situación de la Argentina era de insolvencia y todo el mundo decía que era de liquidez. Ahora, la gente compra algo de deuda porque está muy barata y piensa que, quizá, ante una buena noticia, salta. Pero hay mucha más gente esperando que suban los precios para vender, que gente esperando que bajen para comprar. Eso no quiere decir que la cotización de los bonos no esté ridículamente barata. El problema es que las cosas pueden estar baratas o caras, pero realmente tiene que haber apetito para ser compradas. En este momento, a pesar de que hay mucha liquidez, no hay sensación de querer deuda argentina.

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–¿Por qué?

–El problema de la Argentina es que, al no haber plan, hace muy difícil poder elaborar una tesis razonable de inversión. ¿Cómo estará el país de acá a dos años? Probablemente gane la elección presidencial Horacio Rodríguez Larreta y eso hará que los mercados suban. Pero eso puede llegar a ser una buena noticia en 2023, tres meses antes de la elección. Entre hoy y ese momento no se sabe cuál puede ser la política del Gobierno y da la sensación de que en algún momento de 2022 puede haber algún tipo de shock, si no se minimizan ciertos desequilibrios.

–Después de conocerse los resultados de la elección, el presidente Alberto Fernández eligió hablarle al mercado antes que a su electorado, y ahí dijo que avanzarán en un acuerdo con el FMI y que mandarían un programa económico al Congreso. ¿Por qué no alcanzaron esos anuncios?

–Lo que pasa es que el Gobierno no tiene credibilidad. Yo estuve en la reunión con el jefe de Gabinete y el ministro de Economía en Nueva York, cuando vinieron. Estuvieron muy amables con el grupo, contestaron todas las preguntas, pero tampoco generaron ninguna reacción. La expectativa ahora es que hagan algo. Y ahí vemos. El problema del Gobierno es que la sensación es que hicieron cosas muy mal no por una cuestión ideológica, sino porque no tienen capacidad. No quiero usar la palabra “incompetencia”, pero la sensación es que, quizá por el hecho de que es una coalición, hay una inhabilidad para efectuar políticas. Si eso pasó con políticas con las que pensábamos que toda la coalición podía estar de acuerdo, como con Vicentin, por dar un ejemplo, pensar que ahora harán un ajuste macroeconómico serio suena difícil. Hasta ahora, nada de lo que dijeron lo cumplieron. Es un Gobierno que tiene una inhabilidad para ejecutar un montón de políticas. Por lo tanto, ahora tiene que tomar medidas serias, porque tiene menos tiempo. El panorama no es bueno, la Argentina solo tiene a favor que los precios de sus activos están baratos. Si cambia la narrativa, vuelan, porque están baratísimos.

–Que la Argentina tenga que acordar con el FMI, ¿no juega a favor en este contexto de activos baratos, ya que eso obligará al país a tener un plan?

–Con el tema del FMI hubo la misma reacción irracional que con el canje. El año pasado, la gente decía que el canje iba a generar un rally, pero el problema es que hay cosas que se piensan en el mundo como lógicas y, entonces, se proyecta que van a generar la misma reacción en la Argentina [que se generaría en otros lugares]. Si el país hace las cosas de una manera idiosincrática y distinta, el resultado es diferente. ¿Cómo se produce una reestructuración a nivel internacional? Un país tiene problemas, recurre al FMI, llega la crisis, hace un plan de recuperación, el Fondo apoya el plan y ahí se da vuelta y habla con el mercado que, como vio que el FMI firmó ese programa, se da una idea de cuánto puede pagar. La gente ve que hay un plan, compra activos de ese país y los precios rebotan. La Argentina hizo una reestructuración en la cual no presentó un plan y no tiene acuerdo con el FMI. Algunos pensaban que, como hicieron la reestructuración y los precios estaban por el piso, iban a subir. ¿Por qué, si no hay plan? Lo mismo pasa ahora con el Fondo. Da la sensación de que el FMI está viendo de qué manera puede salvar su reputación y arreglar algo para que le devuelvan la plata.

–¿No cree que el FMI pedirá alguna medida de fondo?

–No es que no la pueda pedir, pero es evidente que el Gobierno no quiere hacer eso. No da la sensación de que vayan a llegar a un acuerdo porque el país se dio cuenta de que está en una crisis y está de acuerdo con tomar medidas al respecto.

–En la reunión que hubo con Juan Manzur y Martín Guzmán en Nueva York, ¿qué precisiones dieron ellos?

–La mayor parte de las respuestas implicaba confirmar de una manera vaga las preocupaciones que les planteábamos. Evidentemente, admiten que las tarifas están bajas y que deben recomponerse, pero que no es fácil dada la situación social de la Argentina. Con respecto al déficit fiscal, dijeron que el presupuesto para el año próximo dice que será menor y que habrá menos emisión, con lo cual la inflación debería ser más baja. También dijeron que la coalición tiene poder político porque es el peronismo y van a lograr imponerse. ¿Qué se le puede decir a eso? O te creo o no te creo, pero no es una cuestión de que se les pueda decir que nada de lo que dicen es absurdo.

–El tema es la velocidad de corrección...

–Yo creo que se minimizó el problema de la construcción de la coalición, en la cual, si vas a poner un ministro con una idea y al segundo del ministro con otra idea... Sinceramente, ¿cuál es la idea de este Gobierno? ¿Es más Estado o menos? ¿Adónde va? ¿Quieren hacer el ajuste de fondo o no? Hay gente muy pesada del Gobierno haciendo demostraciones contra el FMI, pero al mismo tiempo dicen que quieren lograr un acuerdo. Como no pueden estar de acuerdo en política, se generan una serie de narrativas que son conflictivas. La gente los mira y dice ‘bárbaro’, pero habiendo problemas serios no se puede estar perdiendo el tiempo en narrativas.

–Las acciones de bancos argentinos fueron las que más cayeron en los últimos días, ¿por qué pasó eso?

–Cuando hay una crisis, parte de ella involucra la nacionalización de depósitos y una serie de cosas poco agradables para los bancos. No creo que eso vaya a ocurrir, pero no me parece ilógico que el mercado esté diciendo: mirá, o se soluciona el problema de una manera orgánica y proactiva, o el mercado mismo va a ajustar. Cuando pasa esto es cuando hay hiperinflación, corrida bancaria, una salida de depósitos y un montón de cosas desagradables, que no tienen por qué pasar, pero cuando pasan es porque evidentemente no se resolvió el problema. Resolverlos significa ver de qué manera coordino las cosas para reducir los desequilibrios y dar una imagen de que hay un plan. Si aumentan los desequilibrios, en algún momento son muy grandes, y por más que se usen parches, explotan las cosas y así se toman medidas arbitrarias. Mucha gente está prediciendo que el año que viene puede haber una crisis de las que suelen traer consecuencias para los bancos. No es una cuestión de predicción, sino que es uno de los tantos escenarios. Si el Gobierno tuviera credibilidad y dijera que hará un ajuste, no pasaría, pero como no la tiene... Es como la expresión better safe than sorry [más vale prevenir que lamentar].

–¿Qué se espera cuando se habla de que se espera una crisis?

–Este gobierno, como el anterior de Cristina Kirchner, es muy bueno en reprimir un montón de variables, de forma tal de poder manejar la crisis. La crisis se pone peor, pero está todo tan controlado que en ningún momento las cosas explotan como solían explotar. Lo que no quiere decir que, si en algún momento la gente empieza a dejar de tener confianza en los bancos y empieza a sacar plata de ahí, o si no hay una renovación fácil de los instrumentos locales por parte de los bancos, o si se tiene que emitir más plata, las cosas puedan mantenerse en una situación mala. Hablar de que se puede entrar en una crisis es evidente. Ahora hay serios problemas económicos. Se habla de crisis generalmente cuando hay algo que se mueve de una manera descontrolada. Se puede llegar a eso. La lógica dice que cuando los desequilibrios aumentan, en algún momento no los podes cerrar más. Si cierran un acuerdo con el Fondo con un plan de largo plazo, la situación actual se podría mantener, aunque sea mala. Todavía no se sabe eso.

–¿Y ahora?

–Ya tener una brecha del 100% es preocupante, pero evidentemente la gente no está sacando la plata de los bancos. Hay un montón de cosas adicionales, está el factor social, el hecho de pasar un diciembre tranquilo o no. Este gobierno parece medianamente capaz de mantener las cosas y por eso está Feletti [secretario de Comercio Interior] poniendo controles de precios en todos lados, aunque en algún momento habrá desabastecimiento. Son parches que por ahora funcionan, pero si los desequilibrios aumentan, los parches son cada vez más insuficientes.

–¿Cambiaría algo la situación si cambiara el equipo económico?

–Evidentemente, Manzur es mucho más efectivo como jefe de Gabinete que Cafiero, tiene mucha más experiencia política y muchos más contactos con distintos grupos, como para darle más credibilidad al rol de la que tenía antes. Guzmán es un ministro de Economía que está en proceso, que puede llegar a tener sus ideas. Para un país en crisis, se necesita alguien con más experiencia política y más volumen. Creo que si él pudiera tomar las medidas que quiere tomar, si bien no coincido con muchas de sus ideas, el país estaría mejor de lo que está ahora. El problema es que no pudo tomar ninguna medida. No cambia nada si el jefe de economía que venga tiene la misma inhabilidad de implementar políticas que Guzmán.

–¿Qué análisis hace del caso de Chile? Pese a ir a un ballottage entre dos candidatos extremos, los activos del país mantuvieron o hasta mejoraron sus cotizaciones.

–Es difícil no pensar que hay suficiente historia institucional en la cual hay respeto. No es que no pueda haber un líder que de pronto diga que hará una reforma constitucional o agraria y cambiará todo, pero no sé si las sociedades están votando eso. Hay una profunda reacción contra las medidas de Covid en todo el mundo, contra los excesos de restricciones de los gobiernos, cuyos resultados son bastante menos espectaculares de lo que se pensaba. Los cambios que se ven en la Argentina, que políticamente vamos del negro al blanco, no son tan habituales en otros países, porque creo que valoran la estabilidad. Hay ciertas cosas que no se discuten; cada cuatro años no se puede empezar todo de vuelta. Es lo que permite a Perú elegir un personaje fuera de la política y que dentro de todas las cosas sigan medianamente normal. Y es probable que pase lo mismo en Chile, como también pasó en el caso de Brasil con Jair Bolsonaro.