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Edificio Copelec, joya del brutalismo chileno que envejece olvidada en el sur

Santiago de Chile, 31 ene (EFE).- Una joya del estilo arquitectónico brutalista en Chile, el edificio Copelec, envejece cerrada a visitas en la localidad sureña de Chillán, pese a que fue diseñada para "uso público" por sus arquitectos, entre los que se encuentra el español, Jesús Bermejo, que a sus 95 años visitó el lunes su obra maestra.

Construido en hormigón armado, con curvas y detalles que sorprenden continuamente al visitante en sus poco más de 630 metros cuadrados, el edificio de la Cooperativa Eléctrica de Chillán (Copelec) es un ejemplo de estudio en universidades de todo el mundo, aunque es desconocido para buena parte del país.

"La cooperativa nos encargó el proyecto porque su fábrica ocupaba la parte interior de una manzana, y el hueco que ocuparía el edificio era la única vía de asomarse a la comunidad", explica a EFE Bermejo, quien visitó Chile para reencontrarse con una de sus obras más representativas.

La cooperativa Copelec, una empresa icónica en la región del Ñuble, 400 kilómetros al sur de la capital, encargó el proyecto a finales de 1950 al taller del famoso arquitecto chileno Juan Borchers, que tenía como colaboradores a Bermejo y al también chileno Isidro Suárez.

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El diseño del edificio bebe de la corriente moderna del brutalismo, surgida en la década de 1950 y que se caracteriza por marcadas formas geométricas con materiales desnudos, como el hormigón, y colores monocromáticos.

"OTRAS ARQUITECTURAS"

Bermejo, el único que sigue vivo, conoció a Borchers y Suárez en su etapa estudiantil en Madrid, a finales de la década de 1940, en plena dictadura de Francisco Franco.

"La Guerra Civil española (1936-1939) había cambiado las cosas. Los arquitectos modernos habían huido del país y no volvieron más. Los estudios de arquitectura en Madrid eran muy académicos", explica Bermejo.

Sin embargo, el régimen franquista permitió la entrada de algunos extranjeros americanos: "Los latinoamericanos nos trajeron la idea de que existían otras maneras de hacer arquitectura", añade.

Fue Borchers el que le propuso cruzar el charco y formar parte de una academia moderna en el norte de Argentina, donde siguió inspirándose en estilos vanguardistas, por fuera de la influencia de la conservadora dictadura española.

"En el tiempo que estuve en Argentina, viajé varios veranos a Chile para visitar, entre otros, a Isidro Suárez", detalla.

UN FUTURO PARA COPELEC

El edificio luce ahora distinto a como se imaginó, con un exterior oscuro, con poca restauración. Además, ha tenido usos que sus arquitectos no habían planeado: almacén de materiales, oficina de ventas e incluso centro de telefonistas.

Las autoridades de Chillán y el Ñuble recibieron con agrado la visita de Bermejo el lunes, quien recibió galardones por su trayectoria e insistió en la idea de reconvertir el inmueble en un espacio comunitario.

"Se debería permitir la entrada del público, ser un lugar para la comunidad. Fue concebido para alojar exposiciones, discursos y conferencias, por ejemplo", reivindica el artista.

El inmueble fue declarado monumento histórico nacional en 2008 y el Estado chileno ya ha ofrecido a Copelec su compra para para restaurarlo y darle un uso público, según confirmaron a EFE fuentes del Ministerio de las Artes y las Culturas.

Esa opción le da esperanzas a Bermejo, quien concibe las ciudades como "espacios con vida", en los que la gente interactúe en diversos rincones.

El proyecto original de Copelec incluía un espacio interior en la manzana, en el que un pequeño espejo de agua reflejara el edificio y se pudiera observar desde cierta distancia su fachada trasera duplicada.

"Acabar Copelec -concluye- no requeriría una obra excesiva, pero crearía en la manzana un rincón interior abierto a la ciudadanía para que la ciudad deje de ser un continuo de fachadas".

Iñaki Martinez Azpiroz

(c) Agencia EFE