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Efecto colateral para Larreta en su pulseada con Macri: por qué su "audacia" puede costarle caro

Luego de la experiencia del Frente de Todos en el gobierno, surge como evidente la conclusión política sobre la necesidad de hacer coincidir el poder real con el poder formal. Años de internas y discusiones a cielo abierto y de la incapacidad de tomar decisiones que comprometan al conjunto de la coalición oficialista merecen que propios y extraños realicen el aprendizaje correspondiente.

La figura de Alberto y la sombra de Cristina nunca encontraron el punto de equilibrio en la relación. Se trató de una auténtica misión imposible. Argentina es un país presidencialista por cultura y por ley. Tratar de imponer vicarios para gobernar se traduce en confusión y malos resultados.

Horacio Rodríguez Larreta realizó la apuesta más arriesgada de su trayectoria: afrontar la cuestión de entrada, no dejar para más adelante la resolución de quién será el que ejerza la jefatura en un eventual gobierno de Juntos por el Cambio.

Cuando Mauricio Macri anunció públicamente que no buscaría la presidencia, se encargó muy bien de señalar que no sería prescindente. Y, consecuente con ello, se involucró en la interna procurando influir al máximo en cada decisión de la alianza en su camino a las PASO. Como fundador del PRO y ex jefe de gobierno de la Ciudad, se siente con autoridad natural para realizar "ofertas que no se pueden rechazar".

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Cada uno argumenta en función de sus intereses y necesidades y manipula la historia de acuerdo a sus conveniencias

Esa inercia en el accionar puede generar tres reacciones: sumisión, ambigüedad o rebelión. La primera supone la aceptación del padrinazgo para no estresar al núcleo conceptualmente más duro. Conlleva el riesgo de quedar expuesto como marioneta frente al resto del electorado.

La segunda involucra un juego de sobre entendidos y malos entendidos postergando definiciones respecto del ejercicio del liderazgo (probablemente la opción que haya escogido Patricia Bullrich). La tercera es resolver la cuestión antes del comienzo formal de la campaña para despejar dudas y encarar la búsqueda de nuevos aliados ampliando la base de sustentación.

Algunos plantean que a Rodríguez Larreta le hubiese convenido procrastinar su voluntad de jubilar a su padre político

Naturalmente esta última es la más conflictiva porque expone a Mauricio al post macrismo. Y como se ocupó de señalar la líder de la Coalición Cívica Lilita Carrió, los expresidentes suelen boicotear a aquellos que dentro de las propias filas se proponen para sucederlos. A la vista de lo sucedido en el último mes, desde la decisión de Horacio de convocar a elecciones concurrentes en CABA, las invectivas de tibio dirigidas al jefe de Gobierno no parecen ajustarse a la realidad.

Una disputa de poder

A la inversa, ya se escuchan voces que plantean que su audacia puede resultar contraproducente para sus objetivos y que le hubiese convenido procrastinar su voluntad de jubilar a su padre político. Por supuesto que en los juegos del poder no existen garantías de triunfo. Buscar el premio mayor no se compara con la compra de un electrodoméstico. Cuando se opta por un camino, no existe una ventanilla de cambios y devoluciones. Al menos no para estas instancias.

Cuesta pensar que Rodríguez Larreta fue ganado por la ansiedad. Su perfil da más para alguien cerebral antes que impulsivo. Es probable que las permanentes definiciones y acciones de Macri combinadas con los resultados de las encuestas de opinión que señalan al ex mandatario entre los dirigentes de peor imagen lo hayan persuadido de que "ahora es cuando". En este sentido, y sin desmerecer al gobernador cordobés Juan Schiaretti, el nudo de la cuestión excede su figura.

Cada uno argumenta en función de sus intereses y necesidades y manipula la historia de acuerdo a sus conveniencias. Dedicarle tiempo a analizar las conductas y declaraciones pasadas respecto a la incorporación de tales o cuales personas o partidos es perder de vista el aspecto central: se trata una disputa de poder, no de una discusión académica.

En este territorio, los archivos de nadie resisten y a ninguno de los involucrados le importan demasiado las incoherencias y contradicciones. Los manuales tradicionales de campaña señalan que en la primera etapa el objetivo debe plantearse en acciones para fidelizar el voto propio y luego ampliarse las fronteras hacia los indecisos o los blandos de otros candidatos.

Larreta ha elegido alterar este itinerario. Su lectura de las circunstancias lo llevó a esa decisión. Probablemente también el estrecho conocimiento de la biografía de Mauricio Macri. Habrá que esperar los resultados que, en política, son los que dan o quitan la razón.