Yahoo Finanzas El secretismo envuelve a Iris Fontbona, la mujer latina más rica del mundo
Corre el año 1954. Los japoneses de la Nippon Mines aceptan la oferta que les hace el empresario chileno Andrónico Luksic, y se disponen a pagarle los 500.000 pesos chilenos (unos 760 dólares en la actualidad) que éste les pide por el yacimiento de cobre de la Mina Portezuelo, en Antofagasta.
Se presentarían problemas en la traducción (que luego negó Luksic), quizá en la conversión de divisas, pero lo cierto es que el pago se hace en dólares, aunque por la misma cantidad. Luksic, entonces, recibe 500.000 dólares, es decir 499.000 dólares y algunas monedas más de lo que en realidad le correspondía.
Los japoneses, al parecer, ni cuenta se dan y, sin proponérselo, financian el inicio de la que con el tiempo sería una de las familias más adineradas de Latinoamérica, hasta los tiempos que corren.
Es entonces cuando entra en escena una joven de Antofagasta, Iris Fontbona González, quien logra atrapar el corazón de Andrónico, con quien se casaría a los 18 años. El señor Luksic muere por un cáncer en 2005, dejando a su mujer gran parte de la fortuna que empezó a fraguar con aquel trato con los japoneses. Y estamos hablando de una herencia con muchos ceros, tantos que la han convertido en una de las mujeres más ricas del planeta y la latina más adinerada.
Según cálculos de la revista Forbes, el patrimonio de Fontbona González asciende a 16.400 millones de dólares, una cifra que la sitúa en el puesto 74 de la lista de mayores multimillonarios del mundo.
Una mujer con reservas
En Chile es más fácil saber cuánto dinero posee Fontbona González que el día de su cumpleaños. De ella se lee que es una mujer reservada, y quizá por eso algunas reseñas dan cuenta de que hay ocasiones en las que solo se la ve en público una vez al año: cuando cumple su cita ineludible con el evento benéfico de la Fundación Teletón, con la que ha tenido el gesto de donar varios millones de dólares para atender poblaciones vulnerables.
Es difícil encontrar registros de prensa en los que la mujer más rica de Latinoamérica brinde entrevistas. De hecho, se dice que nunca ha concedido alguna. Las pocas veces que los chilenos, y el mundo entero, tienen la suerte de escucharla es cuando aparece en la Teletón para justificar sus aportes a esta causa.
Lo hizo en 2012 cuando, en representación de su familia entregó un “sobrecito”, como le dijo al famoso presentador chileno Don Francisco, que contenía 1.500 millones de pesos chilenos (unos 2,3 millones de dólares), que provocaron la ovación de los 50.000 asistentes que estaban presentes en el show televisivo en el Estadio Nacional de Santiago.
En 2014, además, se comprometieron como familia a construir un colegio llamado Teletón en su ciudad de origen, Antofagasta, en uno de los aportes que hacen a través de la Fundación Familia Luksic, que es el brazo solidario de su organización.
Sus negocios
Es fácil mencionar que Iris Fontbona es copropietaria del Grupo Luksic, que controla compañías mineras y financieras, e incluso han intervenido en el mercado de la televisión, entre otros sectores económicos. En Croacia, de donde es oriunda la familia de Andrónico, cuentan con conglomerados en el turismo y la hotelería. Cualquier búsqueda en internet refleja el poder que tiene esta mujer, si bien no gusta de ostentarlo.
Pero de su vida personal y familiar poco o nada se consigue. Por cuenta de ello la mayoría de titulares de las notas donde es mencionada la reseñan como “la viuda de” Andrónico Luksic.
De los pocos datos disponibles, se sabe que es la hija de Luis Fontbona Buxallen, de origen catalán, y Emma González Morales, y que a los 16 años conoció a su futuro esposo en su ciudad natal. Poco importó la diferencia de edad -20 años-, pues tan solo dos años después contraerían matrimonio.
La hegemonía del grupo Luksic está repartida entre los hijos de la pareja y algunos nietos. Iris interviene poco en los negocios familiares, además de por su personalidad, por su edad (se calcula que este año cumpla 77, aunque no se sepa bien en qué fecha exacta), pero se menciona que su palabra es mandatoria, y que la mayor parte de su tiempo lo pasa en Vitacura, comuna de Santiago, donde habitan familias de nivel socioeconómico alto.
Sin embargo, no hay día en que esta mujer no reciba informes periódicos sobre el estado de sus negocios. Durante un tiempo se supo que ella vigilaba las acciones de las empresas desde Liechtenstein, una situación que incluso le ha valido algunas denuncias por supuestas evasiones fiscales. También se afirma que una de sus pasiones era viajar a Londres, donde tuvieron una propiedad en la que pernoctaba con frecuencia.
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