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Emiliano Vecchio, un CEO del mejor fútbol de Rosario Central: un fanático del mate, familiero, y con un mapa de la Argentina con los colores auriazules tatuado en su pierna

Emiliano Vecchio, un enganche con clase en Rosario Central
Prensa Rosario Central

ROSARIO.- Emiliano Vecchio es un referente. No solo porque habla dentro de la cancha con un fútbol exquisito, que como los buenos vinos fue llegando a un punto de maduración única . Habla también afuera, principalmente con los chicos que aparecen en las inferiores a los que intenta marcarles el camino de la disciplina y el profesionalismo.

Sabe que está en la última etapa de su carrera, pero disfruta de jugar en el club del que es hincha apasionado. Ama a Rosario Central con devoción.

Ante River, en el empate 2-2 por la 23° fecha del Torneo 2021, trabajó como un CEO del mejor fútbol. Imposible sacarle la pelota, dueño de cada pase efectivo, gambeteador y asistente perfecto.

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Los toques de Vecchio ante River

Generó infracciones en la puerta del área, discutió con el árbitro Pablo Echavarría por un claro foul que no sancionó. Y después, una jugada extraordinaria. Pared con Lautaro Blanco, pique al vacío, gambeta ante Simón y asistencia de villar para que Marco Ruben entre en la historia.

En el complemento jugó y hasta tuvo tiempo de abrazar y besar a Armani en un ataque peligroso, en el que el uno millonario detuvo en dos tiempos, en las narices del volante canalla.

Las lesiones menguaron su andar en esta temporada, pero es difícil encontrar un rendimiento bajo. Es el eje y el cerebro, juegue donde juegue. En la posición de cinco retrasado, un lugar que Omar Palma, una gloria del club, manejó como pocos, o de diez clásico , un rol que ha mutado pero que pocos pueden revivirlo. También un espía. Sabe siempre interpretar por donde está la grieta rival para hacer daño.

En la actual temporada lleva marcados cinco goles. Anota él y Central suma de a tres puntos. Y asiste claro. Marco Ruben, el que va camino a ser el goleador histórico del club, sabe de la generosidad del volante dentro de la cancha.

Emiliano Vecchio, un jugador muy querido dentro del plantel canalla
Prensa Rosario Central


Emiliano Vecchio, un jugador muy querido dentro del plantel canalla (Prensa Rosario Central /)

Gritó contra Vélez en un partido al que no le encontraba resolución, en el descuento. Hizo algo similar ante Patronato, cuando el equipo del Kily lo dio vuelta (3 a 2), en el “extra time”. Ambos fueron de derecha, abriendo el pie, tocando al lugar exacto. Dos golazos. Se anotó con dos mas en la cómoda goleada ante Atlético de Tucumán y cerró la goleada 4 a 1 contra Colón, tras el triplete de Ruben.

Tiene una personalidad fuerte que forjó desde chico . Tuvo una infancia atravesada por la pobreza. Huérfano desde los diez, pasó todas las necesidades posibles. Pero sus pies y su gran cabeza para jugar lo sacaron del barro, algo que muchos de sus amigos no pudieron.

Fue un trotamundo del fútbol. El ascenso de España, Brasil, su regreso a Defensores de Villa Ramallo, su ciudad, y otra vez a dar vueltas por el mundo: Chile, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Bolivia. Y después Central, siempre Central. Y será Central mientras juegue en la Argentina.

Nunca esquivó la polémica. Hace un año, tras el regreso de Marco Ruben de su ostracismo entrerriano, dejó en claro que él era el capitán canalla. Un cruce de opiniones en el que debió intervenir el entrenador Cristian González y la dirigencia. Si hubo asperezas, la limaron y desde allí la relación creció . Con el Kily tampoco gambeteó la polémica. En realidad, fue con su ayudante, Ricardo de Alberto, que lo hizo salir en el partido ante Racing porque lo veía cansado, pese a los gestos ampulosos del volante. La discusión en el banco fue subida de tono.

Pese a ese desplante no dudó de apoyar ante la dirigencia al entrenador, cuando las constantes bajas actuaciones lo pusieron en la cuerda floja. Así se maneja.

¿Mas polémicas? Cuando le dijo a Andrés Merlos , el árbitro, que el “tenía 20 palos en el banco”, en respuesta a un comentario que él prefiere guardar. Fanático del mate, familiero, y le gustan los tatuajes. Tiene un león en su espalda y un mapa de Argentina con los colores auriazules en su pierna.

“Nunca hay que olvidarse de donde uno viene”, por eso vuelve casi todas las semanas a Barrio Acindar, un lugar cercado por la pobreza y todas las malas amenazas posibles. Pero va para ser un referente y decir que es posible salir.