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Erdogan buscará enderezar relación con Biden tras la salida de su amigo Trump

Estambul, 19 ene (EFE).- La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca pone fin a cuatro años de una buena sintonía personal entre Donald Trump y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y vaticina unas relaciones probablemente más frías, pero no necesariamente más turbulentas que las actuales.

Turquía fue una de las últimas potencias en felicitar a Biden por su victoria en noviembre pasado, y la prensa turca progubernamental ha respaldado claramente a Trump, a quien se tiene por más favorable a los intereses turcos.

Pero incluso con Trump, las relaciones entre Washington y Ankara, aliados en la OTAN, pasan por su peor momento en décadas y en diciembre EEUU impuso sanciones a Turquía por la compra de un sistema antimisiles ruso.

La política exterior turca ha tratado de explotar en los últimos años las diferencias entre los actores regionales -EEUU, Rusia y la Unión Europea- en un juego de alianzas y enfrentamientos que ha dejado a Ankara cada vez más aislada y ha sembrado la desconfianza entre sus potenciales aliados.

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Con la llegada de Trump al poder, Erdogan prometía enormes mejoras en la relación bilateral con EEUU, pero el primer encuentro entre ambos líderes, en mayo de 2017, frenó las expectativas, al no conseguir el mandatario turco un cambio inmediato en la política de apoyo estadounidense a las milicias kurdas en Siria.

UNA GRAN AMISTAD

"Tenemos una gran amistad. Como países, creo que ahora mismo estamos más cerca que nunca y mucho de eso tiene que ver con la relación personal", dijo Trump, mientras Erdogan se refería a su homólogo como "mi querido amigo Donald".

Pero esta cercanía no se tradujo en un respaldo a los objetivos de Turquía: EEUU siguió armando a las milicias kurdas YPG en su lucha contra el Estado Islámico en Siria en lugar de forzar su retirada.

Tampoco se cumplió el otro gran objetivo de Turquía: la extradición del predicador islamista Fethullah Gülen, antiguo aliado y luego némesis de Erdogan, exiliado en Pensilvania (EEUU), al que Ankara atribuye el fallido golpe de Estado de 2016.

La detención del misionero estadounidense Andrew Brunson en Turquía y las sugerencias poco veladas de Erdogan de intercambiarlo por Gülen llevaron la tensión a cotas inauditas, con sanciones aduaneras mutuas en verano de 2018, si bien Erdogan mantuvo siempre que la culpa no era de Trump sino de su equipo o de la oposición demócrata.

ACERCAMIENTO CON MOSCÚ

Pero al mismo tiempo, Ankara acercaba posturas con Moscú y un acuerdo de compra del sistema ruso de defensa antimisiles S-400 llevó a la suspensión de la participación turca en el desarrollo y la adquisición del caza F-35 estadounidense y a nuevas sanciones el pasado diciembre.

Eso sí, Washington miró hacia otro lado cuando Turquía conquistó el territorio kurdo de Afrin en Siria occidental en 2018 y luego Trump retiró parte de las tropas que respaldaban a las milicias kurdas, facilitando así que en 2019 Ankara arrebatara al YPG el control de una franja fronteriza en el noreste del país.

El coordinador de la coalición contra el Estado Islámico en Siria, Brett McGurk, dimitió al anunciar Trump la retirada de las tropas... y regresa ahora como coordinador de seguridad nacional nombrado por Biden. ¿Una señal de que Estados Unidos volverá a tomar cartas en el asunto?

El analista Hüseyin Bagçi no lo cree. "Claro que McGurk continuaría apoyando a los kurdos, pero en su actual cargo tiene que arreglárselas con otras instituciones y tendrá que bajar el tono frente a Turquía", opina en conversación con Efe.

"De todas formas, las milicias kurdas son un problema menor, comparado con el Mediterráneo oriental y Libia", agrega este catedrático de Ankara.

¿CON BIDEN CONTRA RUSIA?

Durante la era de Trump, Estados Unidos ha mostrado cierta neutralidad -o simple desinterés- en estos dos conflictos.

Buques estadounidenses han realizado maniobras conjuntas tanto con la flota griega como con la turca en el Mediterráneo Oriental, donde Ankara y Atenas se enfrentan por la delimitación de las zonas económicas exclusivas y la búsqueda de gas natural.

En Libia, Turquía es el único país en respaldar con tropas y armas al Gobierno internacionalmente reconocido de Fayez al Serraj, pero asediado por las milicias del general Jalifa Hafter, que recibe apoyo no solo de Rusia sino también de Arabia Saudí, Emiratos y Egipto, todos aliados de Estados Unidos.

¿Mostrará Biden un interés renovado en estos conflictos? ¿Y perjudicará esto la posición de Ankara? No necesariamente: si Washington decide adoptar una postura más firme contra Rusia puede favorecer a Turquía en Libia.

Además, una actitud más conciliadora respecto a Irán también facilitará las cosas a Turquía, que siempre ha mantenido buenas relaciones con su vecino, en todo caso mejores que con su contrincante regional, Arabia Saudí.

"El mayor cambio será que a partir de ahora, las relaciones turco-estadounidenses no serán tanto entre dos personas como entre dos instituciones", resume Bagçi.

Pero viendo la historia reciente, parece que la geopolítica de Oriente Próximo de los últimos cuatro años tampoco ha marchado al son de lo que Trump y Erdogan consideraban una gran amistad.

Dogan Tiliç e Ilya U. Topper

(c) Agencia EFE