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“Esperé hasta cinco días por 5.000 dólares”: así es el hombre que hace colas para los ricos

NEW YORK - JUNE 29:  Early-bird customers wait in line hours before the Apple iPhone is set to be released outside the Apple Soho store June 29, 2007 in New York City. Hype for the iPhone, which will cost $499 or $599, has driven demand into overdrive as it will be released at 6:00 p.m. nationwide.   (Photo by Mario Tama/Getty Images)
Una larga fila en la tienda Apple de New York (Foto: Mario Tama/Getty Images) (Mario Tama via Getty Images)
  • Comenzó cobrando US$25 por la primera hora en una cola y 10 por media hora adicional

  • El musical “Hamilton” cambió la vida de Samuel y relanzó su original negocio

  • Hoy, los ricos acuden a él y puede ganar miles de dólares en unos pocos días

Tan icónico que eventualmente se convirtió en obra de arte. Tan polémico que hace reflexionar sobre el capitalismo moderno, especialmente en la era de la pospandemia. El peculiar emprendimiento de Robert Samuel atrajo el interés de muchos desde el principio y ahora tiene más clientela que nunca.

En julio de 2014, Samuel comenzó a acaparar titulares: Business Insider lo llamó un “cuidador profesional de filas”. “Espera cualquier cosa, desde ventas de muestras hasta boletos para Saturday Night Live”, decía un reportaje de la revista financiera.

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Pero aquellos días, cobraba 25 dólares la primera hora y 10 dólares cada media hora adicional. En una semana, podía ganar hasta 1.000 dólares, simplemente esperando en una fila. Más adelante, llegó a formar su propio equipo de “coleros” y antes de la pandemia, ya se hacía con hasta 80,000 dólares al año.

Samuel, un exvendedor de teléfonos móviles de 46 años, vive en Nueva York y ahora pasa horas sentado, de pie o durmiendo al frente de largas filas. Dependiendo del evento, cede el lugar a su cliente o les compra boletos por encargo para espectáculos de alta demanda.

No importa qué hora sea o si el clima se vuelve en su contra, Samuel siempre “está alegre y lleno de energía”, dijo en una entrevista esta semana con The Guardian. Tiene una pequeña tienda de campaña y una silla de campamento, allí espera cuanto sea necesario.

Un musical de Broadway le cambió la vida

La fila para “Hamilton”, el famoso musical de Lin-Manuel Miranda, fue uno de sus trabajos más difíciles. “Hacía cero grados un día. Y el interior de mi tienda estaba congelado con escarcha”, dijo.

Pero afirma que valió la pena, porque Hamilton batió récords de audiencia desde que se estrenó en febrero de 2015, y fue lo que realmente “le hizo la carrera” a Samuel.

“Siento que necesito hacerle un cheque de comisión”, bromeó. Samuel tuvo que contratar más personas, inicialmente amigos y conocidos, para que se sentaran en la fila con él, mientras los asistentes al teatro se apresuraban a ver las últimas actuaciones de Miranda.

Los boletos de reventa estaban disponibles en Internet, pero por 15.000 dólares o más. Pero con el método de Samuel, sus clientes recibían los boletos al momento, a menudo en los asientos principales.

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NEW YORK, NEW YORK - SEPTEMBER 14: Lin-Manuel Miranda surprises the audience and welcomes them back to broadway at the Re-Opening of
Lin-Manuel Miranda en el Re-Opening de "Hamilton" en Broadway (Foto: Bruce Glikas/Getty Images) (Bruce Glikas via Getty Images)

“Esperé cuatro, tal vez cinco, días. Estábamos cobrando 5,000 dólares por dos boletos. Pero en comparación con comprar un boleto de reventa, éramos la mejor oferta en la ciudad”, contó.

“Para mí, uno de los beneficios de sentarme en fila ha sido redescubrir mi amor por el teatro”, dice Samuel, que creció en Brooklyn y un viaje a Broadway, no se le hacía tan fácil cuando era niño. Hoy dice que ha visto “Hamilton” 10 veces y rara vez se pierde las obras de teatro y los musicales más cotizados.

Fue con Miranda que recaudó decenas de miles de dólares, y por el que eventualmente formó su propia compañía llamada Same Ole Line Dudes (SOLD Inc.).

iPhones, relojes Omega, vacunas de Covid

Esa no sería la única vez que un gran acontecimiento cultural jugó un papel importante en su trabajo. Cuando el iPhone se convirtió en el artículo de consumo más popular del planeta, Samuel estaba allí, esperando afuera de la tienda en Nueva York.

Cuando Omega, la marca de relojes de lujo, comenzó a incursionar en el mundo de la edición limitada, Samuel también estaba allí para recogerlos para los clientes con miles de dólares para gastar, pero sin el tiempo para hacer el “trabajo sucio”.

Dos organizaciones de noticias diferentes le pagaron a Samuel para que mantuviera un lugar en la fila del juicio de Ghislaine Maxwell, que duró una semana y culminó con la condena de Jeffrey Epstein en diciembre de 2021.

Y cuando llegó la pandemia de Covid-19, Samuel esperó en la fila para vacunas, lo que permitió a los clientes que no vivían en el área donde se administraban las inyecciones, acercarse y recibirlas.

Algunos consideran que Samuel ha sido empujado a soportar condiciones de trabajo precarias. Sarah Damaske, profesora de sociología en la Universidad de Penn State, dijo a The Guardian que su situación le recuerda a “formas de trabajo muy antiguas”.

“Cuando vemos una desigualdad de ingresos realmente extrema, esta capacidad de subcontratar tareas personales se vuelve más posible. Se vuelve más posible que alguien que está en un extremo compre la fuerza de trabajo de alguien que está en el otro extremo cuando el salario mínimo está estancado por tanto tiempo”, opinó Damaske.

Samuel, una obra de arte

En julio de 2018 fue contratado por los artistas David Brognon y Stéphanie Rollin para su espectáculo “Until Then”, una exploración sobre la eutanasia. La exposición involucró a Samuel, a quien los artistas encontraron en fila, sentado, solo, en una iglesia del siglo XI en Francia.

Samuel se sentó en la iglesia durante 26 días, el tiempo que tomó que un paciente en Bélgica le informó a sus médicos que quería morir y el día que realmente murió. En el momento en que el paciente murió, Samuel se puso de pie y salió de la iglesia.

“Se me hincharon los ojos, y cuando salí de esa iglesia, aunque no conocía a esa persona, saber que estaba esperando que terminara con su vida, me conmovió de tal manera que nunca había esperado”, dice.

En cuanto a su trabajo habitual, esperando boletos, artículos limitados y ropa, Samuel simplemente lo ve como parte de una “conveniencia que se ha apoderado de la sociedad”.

“Puedes hacer que la gente literalmente haga todo por ti”, dijo. “Pueden cuidar a sus hijos, pueden cuidar a sus mascotas, limpiar tu casa, o traerte tu comida. Así que esto es solo una extensión”.

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