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¿Estamos a las puertas de un cambio radical en la forma de producir aceite de oliva?

Jaime Quirós - A todos nos llama la atención cuando viajamos hacia Andalucía los paisajes de olivos que nos acompañan buena parte del camino, sobre todo cuando pasamos por Ciudad Real, Córdoba, Sevilla o parte de Extremadura. Ese paisaje podría estar en peligro, y con él la industria aceitera, por la proliferación de plantaciones de olivares en forma de seto, cuyos costes de producción, y sobre todo de recolección, son mucho más baratos.

Además, las plantaciones intensivas y superintensivas producen un volumen de aceite estable campaña a campaña y de una calidad equiparable con la de los olivares tradicionales. Esto conlleva como primera consecuencia la bajada del precio del aceite, que en nuestro país ronda los dos euros por litro, de media en origen, lo que supone un 30% menos que en el mismo periodo de hace dos años. Pero ¿es realmente negativa la superproducción de aceite? No necesariamente. Expertos en el sector apuntan a la necesidad de incentivar el uso del aceite de oliva, dentro y fuera de nuestras fronteras y gestionar el excedente para que no produzca daños en toda la cadena.

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Olivos Foto: Getty
Olivos Foto: Getty

En España estamos muy acostumbrados a usar aceite de oliva en nuestra alimentación diaria. Lo consumimos en crudo, en ensaladas, o como un condimento a nuestros platos, porque aporta textura y sabor. Pero también lo usamos para cocinar, algo que sorprende y mucho en otros países, que ven en aceite un produzco de lujo, al alcance de unos pocos. En Holanda se está extendido cada vez más el uso de aceite para cocinar, ya que hasta hace poco lo común era utilizar mantequilla o acete de girasol. En Suiza pasa algo parecido y lo último ha sido que Reino Unido desaconseja el uso de aceite de oliva para cocinar tipificándolo como productos que se pueden consumir ocasionalmente, pero no de manera diaria.

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Lo cierto es que el aceite de oliva es un producto sano y de gran calidad. Controla el colesterol, combate la diabetes, protege el cerebro y ayuda a bajar peso, además de ser bueno para la piel y para el pelo. Lo recomiendan los expertos, eso sí mucho mejor en crudo y en cantidades moderadas.

La dicotomía entre las plantaciones tradicionales, en muchas ocasiones en manos de familias que son a la vez propietario y agricultores, que se juegan todo su patrimonio en la cosecha anual, y las grandes plantaciones nuevas de setos de olivos, radica en el cálculo de la producción por temporada. Se abre el debate de las nuevas normativas que deberán aplicar los gobiernos pertinentes para realizar los aforos anuales para que sigan siendo útiles.

De momento muchos agricultores han hablado: quieren preservar sus plantaciones y que se reduzcan las nuevas. También lo han hecho los consumidores, según el Ministerio de Agricultura, el aceite de oliva virgen extra repuntó en 2018 un 7,2% hasta los 2,67 litros por persona. Y es que España es uno de los mayores productores de este producto y donde más se fomenta su uso en la gastronomía. El dilema es decidir si queremos producir de forma más tradicional, extensiva, con más costes, pero respetuosa con el medio ambiente, o moderna, intensiva, con costes más bajos y que pueden generar un producto más competitivo.

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