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“Estiramiento, descanso y hielo”. Cuál es la dolencia que padece Tiger Woods y que es más común de lo que se cree

Tiger Woods
Tiger Woods - Créditos: @DAVID CANNON

NUEVA YORK.- El dolor arranca tempranito: una puntada en el talón al levantarnos de la cama, cuando el cuerpo descarga su peso sobre el pie. La fascitis plantar es una dolencia persistente y muy común: según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, la sufre al menos el 10% de la gente.

La fascitis plantar es la inflamación del tejido conectivo grueso que une el talón con los dedos del pie y pueda afectar a cualquiera, explica la doctora Eveline Tan, médica podiatra del sistema de salud Northwestern Medicine, pero es más frecuente en personas que pasan mucho tiempo paradas. “Es mucho más común de lo que la gente cree”, dice Tan, y señala que ha notado un recrudecimiento del número de consultas a partir del retorno de la gente a la vida normal después de la pandemia. El lunes, el golfista Tiger Woods posteó en Twitter que se había retirado de un torneo porque había desarrollado fascitis plantar en el pie derecho, lo que le dificultaba caminar.

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La fascitis puede ser un tormento, pero suele ser pasajera. A continuación, todo lo que hay que saber sobre su tratamiento y las medidas preventivas que podemos tomar para evitarla.

¿Por qué se produce la fascitis plantar?

La señal reveladora de la fascitis plantar es un dolor punzante en la planta del talón, dice el doctor Nirav Pandya, deportólogo de la Universidad de California en San Francisco. Ese dolor se vuelve especialmente lacerante después de un largo periodo de inmovilidad: las personas que la sufren sienten la puntada cuando se levantan para ir al baño en medio de la noche, o cuando salen del auto después de manejar varias horas.

El doctor David Walton, adjunto de cirugía ortopédica de la Universidad de Michigan, admite que la medicina no sabe exactamente el mecanismo que desencadena esta dolencia, pero agrega que es muy común entre atletas y en personas que cambian abruptamente su nivel de actividad física, como los que vuelven a trabajar después de pasar tiempo en cama o quienes redoblan su entrenamiento antes de una maratón. También es prevalente en personas que pasan muchas horas sentadas frente a un escritorio, dice Walton. En esos casos, incluso un mínimo aumento de la presión sobre el pie puede evolucionar en una fascitis plantar. “La situación típica es cuando vas a pasar unos días a la casa de tu familia política, no llevás las pantuflas, y terminás caminando cuatro días descalzo sobre piso de madera”, comenta Walton.

¿Hay alguna manera de prevenirla?

“Nadie está a salvo”, dice el doctor Amiethab Aiyer, adjunto de cirugía ortopédica del sistema de salud Johns Hopkins Medicine. Además, quienes ya tuvieron fascitis plantar en el pasado tienen más chances de sufrirla en un futuro, señala Aiyer, pero también hay formas de prevenirla.

Si vamos a intensificar nuestro entrenamiento o actividad deportiva, hay que hacerlo gradualmente e intercalar en la rutina momentos de descanso y estiramiento, sobre todo de los músculos isquiotibiales, las pantorrillas y los pies, dice Walton. Incluso sirve estirar la pantorrilla sobre una escalera, en el trabajo o en casa, para ganar flexibilidad, agrega Pandya.

Además, conviene usar zapatos resistentes, con buena base de apoyo, y los que caminan mucho deberían evitar usar el mismo par de zapatos dos días seguidos, dice Tan. Quienes usan uniforme y están obligados a tipo de calzado para el trabajo o la escuela, lo mejor es tener varias plantillas diferentes, para amortiguar el peso del pie y evitar forzarlo repetidamente de la misma manera, sugiere la especialista.

También conviene usar el calzado de entrenamiento solo cuando nos ejercitamos, y reemplazarlo antes de que esté muy deteriorado y pierda sus cualidades de agarre y rebote. Para los runners, eso implica un par nuevo cada seis meses o después de 500 kilómetros de carrera, puntualiza Pandya.

¿Cómo se trata la fascitis plantar?

Hay remedios caseros que pueden ser útiles para tratar la afección desde un principio, dice Walton. Algunas personas usan taloneras de gel que se colocan en los zapatos y que se consiguen en algunas farmacias, y otros congelan una botella de agua y después hacen rodar el pie sobre la botella para aliviar el dolor. También ayuda no caminar descalzo sobre superficies duras: usar siempre pantuflas o “calzado de entrecasa”. Sin embargo, “el principal tratamiento es estirar los músculos”, enfatiza Walton.

“No existen pastillas ni ningún tratamiento mágico”, dice Pandya. “Es estiramiento, descanso y hielo”.

Sin embargo, en casos más severos, donde los síntomas no aflojan y el pie sigue continuamente bajo estrés, la fascitis plantar puede volverse crónica y la banda de tejido en la planta del pie puede atrofiarse. El esos casos, el médico seguramente indicará sesiones de fisioterapia, o la colocación de una bota o un yeso.

En muy raras ocasiones los médicos también pueden recetar una inyección de esteroides. Esos casos más complicados pueden tardar meses o incluso años en sanar, pero las personas que detectan sus síntomas a tiempo suelen recuperarse en cuestión de semanas. Y todos los médicos coinciden en que lo importante escuchar las señales del cuerpo, y si el dolor persiste durante semanas, consultar con un podiatra o un ortopedista de pie y tobillo.

“Nadie debería despertarse pensando ‘Este pie me está matando’,” dice la doctora Tan.

Dani Blum

Traducción de Jaime Arrambide