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No deberías consumir esto en un bar si quieres mantener tu salud a salvo

Jaime Quirós – Cuando pedimos productos en un bar o restaurante, damos por hecho que toda la carta es apropiada para su consumo, tanto en higiene como en la veracidad de los alimentos que contiene. Pero no siempre es así. De hecho, hay alimentos que son potencialmente aptos a contener bacterias, o a no estar en perfecto estado para su consumo.

Dentro de las bebidas, el agua es la más propensa a acumular bacterias. Hay que tener especial cuidado cuando el camarero te sirve un vaso de lleno con agua del grifo. Todavía más si el vaso estaba en la mesa antes de que tú llegaras. El consumo de agua es muy importante, pero lo ideal es que esté embotellada. Esto no quiere decir que el agua del grifo sea mala, todo lo contrario, pero cuando estás fuera de casa siempre será mejor tomarla mineral y cerrada.

[También de interés: Los alimentos que te impiden rendir a tope en tu jornada laboral]

Grifos de cerveza en un bar de Madrid. REUTERS/Susana Vera
Grifos de cerveza en un bar de Madrid. REUTERS/Susana Vera

En cuanto a comidas propiamente dichas, el plato del día normalmente es bastante atractivo, en muchos casos porque es algo más barato que el resto de la carta. Pero como se suele decir, todo se paga. Si el producto tiene un precio muy reducido puede ser porque esté a punto de caducar o simplemente se trate de sobras del día anterior. Que se de alguna de estas condiciones no quiere decir que el producto esté malo o no se deba consumir, pero sí hay que tener en cuenta que seguramente la calidad del plato no sea la óptima.

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No es cuestión sólo de los alimentos: el modo en que se sirven también influye. El ejemplo lo encontramos en los frutos secos que se ponen como acompañante de una caña o mientras se espera que llegue el plato principal. El nutricionista y cardiólogo francés Frédéric Saldmann afirmó que en un cuenco con frutos secos podría llegar a haber hasta 14 tipos de orina. Su justificación fue que los clientes no se lavan las manos correctamente después de ir al aseo, por lo que dejan restos en el recipiente. Estos cuencos se rellenan y se vuelven a servir al siguiente cliente, sin realizar antes una limpieza de los mismos. Conclusión: manos diferentes llenas de bacterias entran en contacto con los mismos alimentos.

El buffet es otro caso digno de analizar. Muchas veces encontramos productos que no están tapados de la forma adecuada, por lo que están expuestos a las bacterias que hay en el ambiente. O los insectos que pueda haber. A esto hay que añadir que cada cliente usa los mismos cubiertos para servirse en su plato, del que muchas veces ya ha comido, por lo que ha dejado en él las bacterias que tenga en su cuerpo.

Después de conocer estos ‘curiosos’ datos puede que se nos quiten las ganas de ir a comer fuera de casa. Pero ¿es necesario preocuparse en este tipo de detalles que en muchos casos no podemos asegurar que ocurran?

Por un lado, están los que creen que pensar en la procedencia de los diferentes alimentos o su tratamiento antes de servirlos en la mesa es, sin duda, algo importante digno de estudio y preocupación. Sobre todo los más escépticos. Y por otro, los que prefieren hacer oídos sordos a este tipo de comentarios, asegurando que si lo piensan nunca saldrían a comer fuera.

Pero lo que está claro es que los españoles somos muy de tradiciones. Tomarnos una caña con aceitunas o frutos secos, o ir al restaurante de al lado del trabajo a comer el menú del día, es muy “Marca España”. Y eso no se cambia de la noche a la mañana. Por algo España es el país con más bares por habitante del mundo.

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