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Esto es lo que ocurre cuando se da dinero a los más pobres

Un mendigo pide limosna en Barcelona. Foto: Emilio Morenatti (AP)

Dar dinero a las personas en situación de pobreza extrema se ha demostrado un acto eficaz una y otra vez, estudio tras estudio, pero esta solución a menudo provoca reacciones viscerales en la gente, ya que entra en conflicto con los valores sociales imperantes según los cuales la gente debe ganar su propio dinero… y todo lo demás parece injusto.

Esta ‘fetichización’ de la autosuficiencia, no obstante, es solo una de las razones por las que la gente se irrita con la idea de dar dinero directamente a personas en situación de extrema pobreza. Hay una frase tópica sobre esta cuestión: malgastarán el dinero en alcohol, cigarrillos y drogas. Aunque esto no es cierto.

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En el estudio “Cash Transfers and Temptation Goods”, los investigadores David K. Evans, del Banco Mundial, y Anna Popova, de la Universidad de Stanford, demuestran que esta suposición es falsa mediante el análisis de gastos en “productos tentadores” como el alcohol y los cigarrillos tras la transferencia de dinero en efectivo a personas en situación de extrema pobreza. Sus hallazgos han demostrado que darles dinero puede reducir el consumo de productos tentadores.

Otros estudios previos sobre la eficacia de programas de transferencia de dinero en efectivo a comunidades pobres se centraron en el bienestar de los receptores, fijándose en medidores como el aumento de la educación o el consumo, y no en si el dinero se gastaba en vicios.

El análisis y los resultados de la investigación de Evans y Popova son de alcance global, ya que usaron 19 estudios de todo el mundo. “Casi sin excepción, los estudios no revelan ningún impacto significativo ni negativo de las transferencias de dinero en efectivo sobre los gastos en alcohol y tabaco”, esto escribieron.

Explicarlo no resulta tan difícil. Cuando se transfiere dinero sin pedir nada a cambio, no puede ser usado para comprar estos llamados productos tentadores: se destina a cosas como la educación, la salud y otras inversiones orientadas a mejorar. Cuando se hace de forma desinteresada, la gente está motivada a gastar el dinero en otras cosas distintas, por ejemplo, al alcohol.

Un mendigo toca un saxofón en el centro de Milán, Italia. Foto: Antonio Calanni (AP)

“Al dar el suficiente dinero en efectivo a las familias como para que puedan abrir sus propios negocios de venta al por menor, las transferencias de dinero ofrecen la oportunidad de invertirlo en algo distinto a si se les da en pequeñas cantidades y lo gastan en pequeñas tentaciones”, escriben Evans y Popova. En otras palabras, y parafraseando a Warren Buffett, la utilidad y el valor personal del dinero varían dependiendo de la cantidad. Además, los programas van acompañados de mensajes que insisten en cómo debe ser usado el dinero: una estrategia que parece ser exitosa.

Para GiveDirectly, una reconocida organización caritativa que recibe una alta calificación de la evaluadora Give Well y que se dedica a facilitar transferencias de dinero, los resultados han sido similares. “Las más de 50.000 familias en situación de extrema pobreza a las que GiveDirectly ha transferido dinero son un ejemplo de lo que muestra esta investigación: estos mitos que aseguran que los pobres son irresponsables, perezosos y que abusan de la asistencia pública son falsos”. Max Chapnick, un portavoz de GiveDirectly, dijo a Yahoo Finance. “Quizás la razón por la que esperamos que los pobres gasten las subvenciones que perciben en alcohol sea que algunos de nosotros lo haría, pero resulta que ellos tienen necesidades más apremiantes por las cuales preocuparse”.

¿Por qué pensamos que todo el mundo se lo gastará en alcohol y drogas?

No es difícil entender de dónde proviene este pensamiento: el abuso de alcohol y drogas, especialmente en un contexto de pobreza urbana, es muy visible. El estudio no ha llegado a averiguar de dónde vienen esos supuestos, pero los autores tienen algunas ideas.

“Digamos que uno es un legislador en Kenia y va a un barrio pobre durante unas horas. Ciertamente es posible que vea a una persona pobre drogada y/o borracha”, dijo Evans a Yahoo Finance. “Por supuesto, el hecho de ver a esa persona no le dirá absolutamente nada sobre la frecuencia con que la gente pobre se droga o emborracha, o si existe una relación casual, pero este es el tipo de imagen que su mente puede proyectar y se presta a una explicación simple”.

Estas percepciones son poderosas, pero probablemente haya otras, dice Evans, algo llamado “sesgo por interés personal”. Esto ocurre cuando la gente sobrestima su propio papel a la hora de alcanzar el éxito, ignorando la “buena predisposición” que pueden haber tenido al nacer. “Una explicación complementaria es que la gente pobre es pobre por haber elegido mal”, asegura. Y de nuevo, volvemos a la visibilidad. “Si has conocido a una persona pobre, u oído hablar de ella, que tenga problemas de alcoholismo, entonces cuesta poco relacionarlo con su situación de pobreza y hacer generalizaciones. Esto se basa en el discurso según el cual, en gran parte, yo soy rico porque elegí de forma correcta, y ellos son pobres por cómo son, y esa es una clara elección que he visto hacer a una persona pobre”.

La tercera parte del exabrupto en contra de donar dinero se basa en la idea que tiene la gente de no sacrificar sus ingresos o los impuestos que pagan en programas de este tipo.

“Jamás decimos que no habrá ni una sola persona pobre que gastará la transferencia en alcohol, pero entre el promedio de los beneficiarios, no ocurre nunca”, dice Evans. “La mera existencia de una persona pobre que bebe o consume drogas nos permite decir: ‘Bien, no estoy seguro de que mi dinero vaya a ser gastado de la forma correcta’, y esta excusa dificulta la posibilidad de aprobar un programa de políticas públicas de bienestar que te costará recursos”.

Estos hallazgos pueden ser cruciales para la nueva economía

Lo que descubren Evans y Popova no solo es importante para combatir la pobreza en el mundo en desarrollo, sino que también puede tener un gran impacto en la economía del futuro. Mucha gente, entre quienes se incluye Lawrence Summers, ex Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, piensa que millones de trabajos están por desaparecer debido a los avances tecnológicos. “La destrucción de trabajo causada por la tecnología no es una preocupación futurista. Es algo que hemos estado viviendo durante dos generaciones”, eso escribió en su blog el pasado septiembre. “Una simple regresión lineal sugiere que dentro de medio siglo en torno a un cuarto de los hombres de entre 25 y 54 años no habrán trabajado nunca”.

Esto no tiene por qué ser malo; la tecnología suele hacer que las cosas sean más baratas y eficientes, pero si los robots hacen que los trabajos tradicionales se queden obsoletos mucho más rápido de lo que se pueden crear nuevos trabajos, ¿cómo va a ganar la gente dinero para vivir? Hay una respuesta que está ganando fuerza (en algunos países) y algunos apoyos entre los dos grandes partidos políticos estadounidenses. La idea es proporcionar una renta básica universal que complemente los empleos mal pagados, los cuales se han convertido en el sello distintivo de una clase media cada vez más exigua. Es como el seguro social que perciben algunas personas, pero para todo el mundo, y las ganancias económicas de un futuro automatizado lo pagarán, al tiempo que reducirán los costes del gobierno.

Algunos políticos conservadores ven en la idea de repartir dinero una forma de reducir los costes y la burocracia del gobierno (la entrega del dinero es una medida realmente económica), así como de acabar con la red de programas de ayuda que tanto gusta a la izquierda, solo que hasta ahora se ha hecho únicamente a una escala muy pequeña; Quartz tiene un excelente gráfico que muestra dónde y cómo se ha intentado…

El pasado 8 de diciembre, un grupo llamado Economic Security Project compuesto por ejecutivos del sector tecnológico como el presidente de Y Combinator, Sam Altman, el cofundador de Facebook, Chris Hughes, y muchos activistas y profesores, se reunieron para comprometerse a destinar 10 millones de dólares a investigaciones sobre la renta básica universal. Un proyecto piloto dirigido por Sam Altman en Oakland comenzará con varias decenas de personas percibiendo 2.000 dólares al mes. Los aprendizajes derivados de este proyecto ayudarán a tener una visión más amplia.

Por supuesto, para que esta propuesta gane popularidad, es importante que el dinero sea gastado de forma sabia y efectiva, y en este sentido, los resultados de este estudio aportan evidencias muy poderosas y útiles.

“Existen razones para creer que las transferencias de dinero no son un remedio milagroso”, dice Evans. “Se puede creer que necesitan ser complementadas con la garantía de que la gente pobre tenga acceso a cuentas de ahorro, capacitación empresarial y escuelas de calidad, para que tengan mercados productivos en los que gastar el dinero, pero el miedo de que el dinero sea destinado a cerveza y cigarrillos no es una de las razones”.

Ethan Wolff-Mann

Yahoo Finance