Anuncios
U.S. markets closed
  • F S&P 500

    4,983.75
    -65.25 (-1.29%)
     
  • F Dow Jones

    37,597.00
    -410.00 (-1.08%)
     
  • F Nasdaq

    17,264.50
    -282.75 (-1.61%)
     
  • E-mini Russell 2000 Index Futur

    1,929.40
    -28.70 (-1.47%)
     
  • Petróleo

    85.36
    +2.63 (+3.18%)
     
  • Oro

    2,427.50
    +29.50 (+1.23%)
     
  • Plata

    28.85
    +0.47 (+1.66%)
     
  • dólar/euro

    1.0617
    -0.0029 (-0.28%)
     
  • Bono a 10 años

    4.6470
    +0.0620 (+1.35%)
     
  • Volatilidad

    18.00
    -0.21 (-1.15%)
     
  • dólar/libra

    1.2396
    -0.0043 (-0.34%)
     
  • yen/dólar

    153.8840
    -0.7160 (-0.46%)
     
  • Bitcoin USD

    60,950.42
    -902.98 (-1.46%)
     
  • CMC Crypto 200

    1,265.22
    +379.69 (+40.75%)
     
  • FTSE 100

    7,877.05
    +29.06 (+0.37%)
     
  • Nikkei 225

    36,934.15
    -1,145.55 (-3.01%)
     

Fray Mamerto Esquiú llevaba su palabra de esperanza

Ceremonia de beatificación de Fray Mamerto Esquiú, en Piedra Blanca, el pueblo donde nació. La ceremonia se realizó frente al templo San José de Catamarca y fue presidida por el delegado papal . el cardenal Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán
Marcelo Aguilar

Hace pocos días, en Piedra Blanca, Catamarca, donde nació el 10 de mayo de 1826, se realizó frente a la vieja iglesia la beatificación de su hijo dilecto, Fray Mamerto Esquiú. Hijo de Santiago un español que había servido la bandera realista en Montevideo y el Alto Perú y se había entregado en Salta a Güemes. Obtuvo el permiso para residir en Catamarca, donde trocó la espada por el arado y se transformó en labriego y formó familia. Viudo, se casó en segundas nupcias con María Nieves Medina, también viuda. Los Medina eran, al decir de Armando Raúl Bazán, “una de las familias de esa sociedad de piadosos labradores”.

El mismo recordó su hogar: “Seis éramos los hijos venturosos de estos padres tiernos, que, sin bienes de fortuna y en el humilde estado de labradores, eran felices en la tranquilidad de su virtud? salía mi padre con los instrumentos de cultivar la tierra al hombro, al recinto de una heredad muy estrecha, pero avara sin medida del sudor de su anciana frente”.

Así conoció la realidad de los hombres que trabajaban esos campos faltos de agua, con tierras duras, y también la digna pobreza en la que transcurría su existencia. No es el caso recordar su vocación religiosa unida invariablemente a la figura de San Francisco, el “poverello d´Assisi” como fue llamado y cuyo hábito vistió desde pequeño al atribuirle el milagro de la vida cuando una grave enfermedad lo había colocado a las puertas de la muerte.

PUBLICIDAD

Como sacerdote era conocido por sus homilías como la del 9 de julio de 1853 en la iglesia matriz de Catamarca en ocasión de la Jura de la Constitución o la que en ocasión de la federalización de Buenos Aires pronunciara en la catedral porteña. Pero a eso también de debe añadir que recorrió todas las capillas de Catamarca, aún las más lejanas, caseríos olvidados y algunos pomposamente llamados cascos de fincas o estancias y los más humildes puestos llevando el consuelo y la fe. Con su “dulcísima y atrayente voz” como bien lo señala fray Luis Cano “todos se agolpaban en torno a él para oír al predicador humilde y apostólico, que derramaba con sus palabras la caridad, cuyo fuego lo consumía”.

El conocía perfectamente las estrecheces materiales que había vivido su familia y entendía a aquellos hombres, pero les llevaba la riqueza espiritual que desbordaba en él, y les permitía sobrellevar con esperanza las malas cosechas, las sequías y los momentos difíciles en aquellos años que resultan difíciles imaginar.

Era uno más de ellos y hablaba su idioma, renunció al episcopado y cuando lo aceptó lo hizo por obediencia, a cambio de no usar las ropas episcopales y seguir con el hábito de los franciscanos y sus ojotas. Cuenta que cierta vez un extranjero que llegó a Córdoba preguntó que había digno de verse y le contestaron: “Conociendo al obispo, conoce todo lo que Córdoba tiene”. Interesado y curioso averiguó donde vivía y le dicen: “recorra las calles de la ciudad, y aquella casa en que vea entrar o salir inmensa multitud de pobres y menesterosos, esa es la casa del obispo”.

Monseñor Eduardo Ferreyra, párroco de Bell Ville en Córdoba, recordaba algunas anécdotas del obispo en una visita pastoral que duró tres meses, en las que al hacer trabajo de escritorio, se quitaba el anillo, el pectoral y el solideo, y quedaba con su hábito como cualquier fraile. “A veces algunos campesinos venían de lejos y le decían: “‘‘señor cura, hágame conocer al obispo’, él le obligaba a sentarse y empezaba a preguntarle por su mujer, cuantos hijos, si eran casados o no, si eran buenos con ellos, y después caía en temas religiosos. Hasta que el paisano se paraba y lo increpaba ‘¿Dónde está el obispo?’, y le respondía, ‘pero amigo, con él está hablando’. El paisano caía de rodillas pidiéndole la bendición, pero Esquiú ya lo había levantado y teniéndolo estrechamente abrazado, empezaba a sugerirle al oído sus encargos, que jamás podían olvidarse. Y muy pronto empezaban destilar lágrimas de emoción”.

El mismo Ferreyra sostiene que a la muerte de Esquiú fueron tantas las misas que le encargaron unos por sufragios y otros creyendo haber obtenido o esperando favores por su intercesión que debió enviarlas a rezar a la ciudad ya que el sólo no alcanzaba para aplicarlas.

Así probado el milagro, en aquel humilde y pequeño pueblo donde viera la luz, se realizó la ceremonia de beatificación de fray Mamerto Esquiú, el que por casi 140 años estuvo al lado de los que imploraban su favor y como lo dijo Armando Raúl Bazán: “la santidad es una flor que también puede existir en la Argentina”.