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Frenéticas negociaciones para acelerar la elección del presidente de Italia

El presidente de Italia, Sergio Mattarella
Guglielmo Mangiapane / Reuters

ROMA.- ¿Habrá mañana, viernes, quinto día de votación, fumata blanca? Era la gran pregunta y la gran esperanza de quienes siguen la más que intrincada elección del nuevo presidente de Italia y sucesor de Sergio Mattarella, cuyo mandato de siete años vence el 3 de febrero. Según la Constitución de Italia, donde rige un sistema parlamentario, el primer mandatario es electo por 1009 “grandes electores” -diputados, senadores y delegados regionales-, por una mayoría de dos tercios en las primeras tres votaciones (673 votos) y por una mayoría simple (505) a partir de la cuarta.

Si bien hoy, cuarto día de votación, como pasó desde el lunes, cuando se abrió el denominado “cónclave laico” porque se trata de una votación secreta, hubo fumata negra y ganaron los votos en blanco, no hay dudas de que se acerca el desenlace y una definición.

Aunque en la historia de los anteriores doce presidentes de Italia hubo “cónclaves” que duraron más de 20 días y hubo solo dos electos en el primer escrutinio –uno de ellos, el expresidente Carlo Azeglio Ciampi- la situación más que delicada del país y del mundo no permite que la elección se dilate más de la cuenta. Todo lo contrario. La tensión entre Ucrania y Rusia, la pandemia, el aliento en la nuca de los mercados, que ven con pavor que Italia vuelva a caer en un vacío de poder e inestabilidad, indican que, más allá de los jueguitos de poder, por el interés del país las cosas deben acelerarse.

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En este contexto, seguían las frenéticas negociaciones, llamados telefónicos, encuentros a la luz del día y subterráneos, entre los líderes de las principales fuerzas políticas, que buscan desesperadamente un acuerdo viable sobre un nombre de alto perfil para ocupar el Palazzo del Quirinale, sede de la presidencia.

El primer ministro Mario Draghi
Mauro Scrobogna


El primer ministro Mario Draghi (Mauro Scrobogna/)

El nombre del actual primer ministro, Mario Draghi, que hace menos de un año fue llamado a salvar al país de la pandemia y de una crisis política caótica, seguía siendo más que favorito. Aunque parecía cada vez más complicada su elección porque implica un enroque aún más difícil de resolver: ¿a quién poner en su lugar como jefe de gobierno?

La elección de Draghi, personalidad de enorme prestigio y que le devolvió a Italia inmensa credibilidad, como sucesor de Mattarella, aparecía por eso de lo más problemática. De darse, en efecto, abriría una crisis política para la formación de un nuevo gobierno de consecuencias impredecibles. Un gobierno que, además, duraría poco, hasta marzo de 2023, el fin de la legislatura, cuando habrá elecciones que nadie quiere que sean anticipadas.

La complejidad es enorme no solo debido a la división que hay entre centroderecha y centroizquierda, sino en el seno de los mismos partidos que forman esas coaliciones, fragmentados internamente en diversas corrientes. Tanto es así que se apostaba a que los grandes partidos que respaldan al gobierno de unidad nacional de Draghi, dejaran de lado la campaña electoral en vista de las elecciones de 2023 y, para garantizar gobernabilidad y estabilidad en un momento dramático -sigue habiendo casi 400 muertos por día por coronavirus- se pusieran de acuerdo en una personalidad institucional “neutral”.

La silueta de un guardia presidencial se ve ante el patio del Quirinale, el palacio presidencial de Roma (Archivo)
La silueta de un guardia presidencial se ve ante el patio del Quirinale, el palacio presidencial de Roma (Archivo)


La silueta de un guardia presidencial se ve ante el patio del Quirinale, el palacio presidencial de Roma (Archivo)

En este marco, se seguía hablando con insistencia de Pier Ferdinando Casini, veterano político de centro, expresidente de la Cámara de Diputados, que formó parte de la coalición del expremier Silvio Berlusconi, pero que últimamente fue electo junto al Partido Democrático. Aunque al principio la candidatura de Casini fue rechazada por el líder de la Liga, Matteo Salvini, muchos apostaban a que quizás habría un cambio de parecer, en nombre del bien común.

Aunque la gran novedad era el nombre de Elisabetta Belloni, de 63 años, funcionaria con una larga carrera en la diplomacia, que está al frente de los servicios secretos (fue la primera mujer en alcanzar este cargo). Belloni podría representar una novedad histórica, convertirse en la primera mujer electa para el cargo institucional más importante del país.

“Si esto se resuelve entre mañana y pasado es un récord”, comentó a LA NACION un senador que prefirió el anonimato, y admitió que la incertidumbre sigue siendo total, aunque se está negociando contrarreloj. Como muchos otros, este senador no descartó que al final pueda llegar a triunfar la llamada solución “Mattarella bis”. Es decir que, visto el psicodrama actual, llegue a ser electo por segunda vez Sergio Mattarella, que dijo en más de una ocasión que no quería un segundo mandato, pero que no podría negarse en este contexto de lo más dramático.

Mattarella, de 80 años, recibió un in crescendo de votos en los cuatro escrutinios que hubo hasta ahora y este jueves tuvo el número más alto: 166. Aunque según los entendidos, esos votos eran un intento de los “grandes electores” que pertenecen al Movimiento Cinco Estrellas y responden al exlíder de esa agrupación y actual canciller, Luigi Di Maio, de contabilizar su verdadero peso, en vista de la gran definición.