La furia de Sebastián “Coco” Carreño por la inspección en uno de sus locales gastronómicos: “Nos toman el pelo”
El cocinero televisivo Sebastián “Coco” Carreño expresó su disgusto en las redes sociales porque el martes por la noche recibió una inspección en uno de sus locales comerciales cuando este se encontraba cerrado, y cumplía con todos los requisitos exigidos por las restricciones por la pandemia. “Me indignó mucho. Encima que hacemos malabares para no cerrar, le vienen a buscar el pelo al huevo”, señaló Carreño.
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El cocinero contó a LA NACION que la inspección en uno de sus dos locales de Coco Café, en el barrio de Palermo se produjo el martes pasado, alrededor de las 21.30, cuando el lugar se encontraba cerrado y solo atendiendo en la modalidad Take Away o comida para llevar.
Carreño, que en ese momento no estaba en su local -recibió el llamado de una de las empleadas que le informaba, “asustada”, sobre la visita de los inspectores-, reaccionó con disgusto a la visita y expresó su disconformidad en las redes sociales.
“Ey, Horacio Larreta. En estos momentos cae una inspección a uno de mis locales. Encima que no podemos atender a la gente adentro, ¿Se les ocurre traer inspectores para controlar? ¡Si no podemos sentar gente en nuestros locales! Mal timing. Dan ganas de cerrar todo ¡Nos toman el pelo!”, escribió el cocinero en su cuenta de Twitter en la misma noche del martes.
Carreño explicó que la inspección había llegado a su local “supuestamente por una denuncia al 147″. El dueño de Coco Café señaló que los inspectores dijeron a los empleados que se encontraban en el lugar en ese momento que vieron los honguitos calefactores adentro y las garrafas, y dijeron que estas “estaban prohibidas”.
“Me dijeron que los hongos tenían que estar afuera, pero si los dejo afuera se los van a robar”, señaló.
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Carreño aseguró que se sintió realmente mal cuando le avisaron que tenía inspectores en su local y que eso lo llevó a escribir su tuit. “En mi Twitter o Instagram no hablo de política. Mi función es otra, a nivel televisivo, entretener, cocinar, pero mi otra faceta es como empresario. Tenemos, con mi socio, dos locales, con unos 50 empleados, y hacemos un esfuerzo muy grande para no cerrar”.
“En el medio de la pandemia tratamos de cumplir con todo. Pregunté qué se podía o qué no. Para comprar los hongos calefactores consulté. Cada paso que damos lo hacemos de la manera más prolija posible”, agregó.
Luego contó que el local estaba cerrado y que no había ni mesas ni sillas en la vereda cuando llegó la inspección. Solo faltaba la limpieza del tubo de la campana, que ya estaba programada para realizarse más tarde, contó.
“Mal timing que vayan a inspeccionar un restaurante cerrado. Me indignó mucho y dije: ‘La verdad no es momento de venir a traer inspectores, es momento de venir a ayudar’ -expresó el cocinero-. Es una situación en la que hacemos malabares para no cerrar y vienen a buscarle el pelo al huevo”.
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Más tarde, aseguró que no escribió su mensaje en las redes ni con odio, ni con bronca, pero que de todos modos son cosas que le dan “ganas de cerrar e irme”.
Finalmente, el cocinero recalcó que previo a la pandemia recibió muchas inspecciones “y no hay problema”, aunque destacó que “todo lo que te pide el inspector para tener las cosas en regla no se puede creer”. “Acá todo es una traba sistemática”, concluyó contrariado.
Fuentes de la Agencia Gubernamental de Control (AGC) de Buenos Aires señalaron a este medio que es común que el organismo realice controles correspondientes en todos los establecimientos comerciales de la ciudad, incluidos los locales gastronómicos, y aunque se encuentren haciendo take away. En ese sentido, la función de los inspectores, según señalaron, es controlar que todo esté en norma.