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El futuro del libro. La logística amenaza a la industria editorial

Robert Sindelar de la cadena Third Place Books en Seattle alertó sobre los problemas de stocks que enfrentan las librerías tradicionales
RUTH FREMSON

Pocos días después del lanzamiento del libro de Rebecca Donner Todos los problemas frecuentes de nuestros tiempos se agotó su edición de tapa dura en Amazon, luego en la cadena minorista online Bookshop.org y en Powell’s Books. Cuando hizo su debut en la lista de más vendidos de The New York Times la mayor cadena minorista del país ya no tenía copias.

“Pasé la mayor parte de una década investigando y escribiendo este libro”, dijo Donner. “Por lo que claro que es frustrante. Por supuesto que es una desilusión. Y es algo que está totalmente fuera de mi control”.

Una tormenta perfecta para el transporte de contenedores

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La conmoción que está sacudiendo las cadenas globales de provisión, afectando a todo desde las minivans pasando por los lavarropas hasta los pulóveres, ahora ha llegado al mundo de los libros, justo cuando se aproxima la temporada de fiestas, un momento crucial para los editores y para un librero independiente. Los editores están posponiendo algunas fechas de lanzamiento porque los libros no están donde se los necesita. Libros más antiguos también se ven afectados ya que los proveedores tienen dificultades para reeditarlos.

Para imprimir un libro y que llegue a manos de los clientes hay esencialmente dos cadenas diferentes de provisión. En ambos caminos, virtualmente a cada paso, hay un problema.

Los libros que requieren mucho color, como los de imágenes para niños, se imprimen a menudo en Asia. Pero el transporte de carga a Estados Unidos se ha vuelto terrible, con todos los productos imaginables disputando el transporte.

En primer lugar no hay suficientes contenedores. Los profesionales de la edición dicen que un contenedor, que puede tener aproximadamente 35.000 libros, les solía costar US$2500 pero ahora puede costar hasta US$25.000.

Largo camino

Una vez que los libros llegan al contenedor el barco que lo transporta probablemente tenga que esperar en fila para atracar en un puerto atestado. El mes pasado había un récord de 73 barcos en el agua cerca del puerto de Los Ángeles y el puerto de Long Beach. Los problemas comenzaron en 2020 cuando la caída de la demanda significó que los contenedores no estaban donde se los necesitaba para transportar productos por el mundo cuando se recuperó la demanda. Luego de una serie de otros problemas, muchos contenedores ahora están en tránsito, como los que se encuentran en barcos que aguardan para atracar.

La escasez de mano de obra también está haciendo más lentas las operaciones en depósitos y centros de distribución. Las compañías están aumentando los salarios para atraer más personal pero compiten con otras empresas y empleadores que hacen lo mismo. El Covid-19 ha exacerbado los problemas de personal, dado que algunos trabajadores enferman y a otros se les dice que hagan cuarentena. En algunos centros de distribución de libros, dijo un ejecutivo, la tasa de vacunación es apenas del 30 por ciento.

Cuando los editores imprimen los libros en Estados Unidos siguen teniendo peso esos problemas de mano de obra y transporte, pero enfrentan también otras complicaciones. Luego de años de cierres de plantas impresoras la demanda de impresión local de libros ahora excede la capacidad disponible. Las plantas que quedan a veces no tienen suficiente gente para hacerlas funcionar, por lo que maquinaria muy necesaria puede quedar paralizada.

Los profesionales de la edición dicen que un contenedor, que puede tener aproximadamente 35.000 libros, les solía costar US$2500 pero ahora puede costar hasta US$25.000.
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Los profesionales de la edición dicen que un contenedor, que puede tener aproximadamente 35.000 libros, les solía costar US$2500 pero ahora puede costar hasta US$25.000. (archivo/)

Todos estos problemas se suman. “Los camiones son más caros, los contenedores son más caros, la mano de obra es más cara”, dijo Jon Yaged, el presidente de la división que contiene la mayoría de los libros de Macmillan U.S. “Y todos los contactos extras que hay que hacer. Uno hacía antes un pedido y llegaba dos semanas más tarde. Ahora hay que hacer contacto 10 veces, mandar 15 correos. Es mucho más trabajo”.

Este problema ha generado cambios de fechas de publicación en cascada, posponiendo el lanzamiento de un libro a veces algunas semanas, otras veces por meses, lo que significa perder la temporada de ventas de la fiesta por completo. Move de Parag Khanna previamente debía parecer el martes pasado pero ahora recién aparecerá la semana entrante. Princeton University Press postergó El fin de la ambición por Mark Atwood Lawrence de octubre o noviembre. Smahtguy una novela gráfica acerca del ex diputado Barney Frkank, fue demorado por Metropolitan Books, una filial de Macmillan, del otoño boreal a la primavera.

Los editores consideran estos cambios como un último recurso, porque un cambio de fecha puede llevar a que se suspendan eventos, cancelación de promociones de ventas y menos pedidos. Los editores han priorizado los cronogramas de los libros que esperan que sean de mayor venta.

No hay demasiado que pueda hacer para arreglar esto nadie del negocio de los libros. Los minoristas, los autores y los distribuidores están rogando a los lectores y clientes que hagan sus pedidos con tiempo. Los editores están planeando con mayor tiempo e incluso en algunos casos embarcando libros en aviones. Un editor dice que cuesta aproximadamente entre 35 y 50 centavos de dólar transportar títulos por el agua y entre 5 y 8 dólares por avión. Nadie sabe cuándo volverán a normalizarse las cosas pero no será hasta mucho después de las fiestas de fin de año

Quizás el mayor problema para las fiestas serán las reimpresiones que son necesarias cuando la impresión inicial de un libro se queda corta y hay que renovar el stock. Normalmente este tipo de pedidos tardan tres semanas. Ahora pueden ser tres meses.

Es por esto que Todos los problemas frecuentes de nuestros tiempos tuvo problemas. El libro, que narra la historia de una mujer estadounidense que ayudó a encabezar la resistencia alemana contra los nazis, no se agotó en todas partes pero se tardó semanas en llevar más copias a los depósitos y luego tiempo adicional para que llegara a las librerías. Barnes & Noble, junto con librerías independientes tuvieron copias en todo momento. A su comprador de libros de no ficción le encantó el libro, según Shannon DeVito, director de libros de Barnes & Noble, por lo que la cadena pidió muchos. Amazon tardó más de siete semanas en recuperar su stock.

Un factor que agrava estos problemas es una buena noticia para la industria: la demanda de libros impresos es fuerte. Los ingresos de los editores por libros, incluyendo la mayor parte de la ficción, no ficción y títulos de interés general, aumentaron 10% el año pasado comparado con 2019, según la asociación estadounidense de editores, y aumentó 17% en los primeros seis meses de 2021, comparado con el mismo período de 2020.

“Nadie logra dormir y la situación viene así desde hace 18 meses” dijo Sue Malone-Barber, directora de operaciones de edición para Penguin Random House. “Es brutal. Pero la industria está logrando proveer a un gran aumento de la demanda”.

Este juego de equilibrio se extiende a las librerías. Robert Sindelar, socio ejecutivo de Third Place Books, que tiene librerías en Seattle y sus alrededores, dijo que probablemente haya 100 títulos más antiguos que no ha tenido en stock por más de un mes, libros que sus proveedores normalmente siempre tendrían. Eso incluye algunos favoritos como la colección de cuentos Extrañando otro mundo de Ottessa Moshfegh y la novela After Dark de Haruki Marakami.

“Se siente como que en algún punto la cosa se solucionará”, dijo. “Esto probablemente sea el comienzo de que la bola de nieve comience a rodar por la colina y es cuestión de cuál será su tamaño cuando llegué al pie”.

Sin embargo, para los comercios hay ventajas en estos días de ser una tienda física tradicional en vez de un minorista online y ventajas de estar en el negocio del libro.

“Si uno entra a un supermercado y no hay cloro entonces no hay cloro, mala suerte, no se puede comprar leche como sustituto” dijo el CEO de Barnes & Noble, James Daunt. “En cambio en las librerías tenemos muchos libros para leer. Si no puede conseguir el de Sally Rooney le venderemos el de Richard Powers o el de Anthony Doerr u otra cosa”. Dicho esto, agregó que cuando se queden sin ejemplares de un enorme éxito o un libro que tuvo aún mayores ventas que las esperadas “me arrancaré los cabellos y lloraré con todos los demás. Pero será un libro”.