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Cómo se gestó el lunes negro, que muchos no quisieron ver venir

Todo comenzó entre abril y septiembre de 2018 con una fuerte devaluación que llevó la economía a una recesión. El Gobierno tuvo que recurrir al FMI y su intención de voto se desmoronó. En abril de este año, la imagen positiva del Presidente era muy baja y la intención de voto no superaba los 25 puntos. La decisión racional hubiese sido bajarse y nombrar a la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, cuya imagen positiva era mucho más elevada, pero el círculo más íntimo decidió ir a fondo.

El FMI le dejó usar reservas, se implementaron una serie de medidas para recuperar la confianza y los mercados volvieron a entusiasmarse. La decisión de Cristina Kirchner de ir por la vicepresidencia fue bien tomada, un peronismo moderado, decían. No entendían que ese era el principio de la derrota para el Gobierno. Un peronismo unido aseguraba un caudal de votos muy difícil de vencer, con un piso mínimo histórico del 45%. El circulo íntimo se dio cuenta y pensó que nombrando a un vicepresidente peronista iba a lograr dividir votos.

Para ese entonces ya los mercados festejaban: con Miguel Pichetto como vicepresidente se emparejaban las posibilidades. Los discursos del senador los cautivaron aún más: les decía todo lo que querían escuchar. De repente, los operadores de mercado descubrían un político de raza y eximio orador. ¡Con este jugador no se podía perder!

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Claramente, el nombramiento de Pichetto fue la decisión más acertada de un gobierno que no podía mostrar logros económicos. Era dividir al peronismo y mostrar entusiasmo y mística de campaña, algo que los peronistas saben hacer mejor que nadie en el mundo.

Ya estábamos en julio y entraron a jugar las encuestas: el Gobierno estaba en una remontada fenomenal. Las encuestadoras mostraban que se estaba a corta diferencia de un empate técnico. Para subir más la espuma, el mercado en general contrata a solo dos o tres encuestadoras que retroalimentan el positivismo. En sus viajes de reconocimiento a la Argentina, los ejecutivos de fondos de inversión se juntaban con entusiasmados funcionarios y analistas políticos con opiniones sesgadas hacia el triunfo del oficialismo.

Ninguno de esos fondos fue a recorrer el conurbano bonaerense ni las provincias del norte, donde históricamente el peronismo logra más del 60% de los votos. La historia, el presente de la economía y las matemáticas mostraban lo contrario. El conurbano, el norte y el sur del país votan siempre al peronismo. Se necesitaba perder por poco la provincia para lograr el triunfo que auguraban las encuestadoras. Pero no importaba, había que seguir comprando.

Ya se estaba gestando una posición técnica de entusiasmo general cuando apareció la frutilla del postre. El big data del Gobierno y un par de encuestas nuevas. Esta vez es diferente, los argentinos son de los que más usan redes sociales y el Gobierno hace campaña directa por las redes. Utilizan la base de la Anses para llegar a la gente.

Pocos observamos que el peronismo unido es muy difícil de derrotar. La mística de Pro se gestó en la ciudad de Buenos Aires, la ciudad más antiperonista del país. Luego, enfrentó a un peronismo dividido y triunfó en 2015. Entre Daniel Scioli y Sergio Massa sacaron el 60% de los votos, pero no se le prestó atención a esto.

Y así llegamos a la última semana, cuando tratamos de alertar de que era una elección mucho más difícil de lo que decía el Gobierno. Que, en realidad, el suceso más probable era que ganara el peronismo, y por bastantes puntos. Pero a un mercado entusiasmado no hay con qué darle. Nassim Taleb popularizó la idea del cisne negro, la ocurrencia de un suceso altamente improbable que genera consecuencias catastróficas. Llevado al mercado financiero, este suceso, cuando ocurre, provoca pérdidas gigantes, ya que los operadores no están preparados para lo inesperado. Lo interesante de esta ocasión es que estuvimos frente a un cisne negro a la inversa. Fue creado por un mercado pequeño, encerrado en sus ideas y conocimientos circulares, motivado por la esperanza, la soberbia, la ideología y la codicia. El triunfo del peronismo era el verdadero acontecimiento altamente probable y para el que se tenía que estar preparado.

Lo que ocurrió luego ya es historia: la caída del 48% en dólares del Merval fue la segunda caída diaria de la historia de las bolsas del mundo. ¡Los operadores se justificaron con la ocurrencia del evento para el cual no estaban preparados!

La historia muestra que el peronismo unido tiene un caudal fenomenal de votos y que la situación económica de la mayor parte de la gente es muy mala, pero la mayoría de los profesionales locales y de Wall Street miraron para otro lado.

Como en un accidente aéreo, fueron ocurriendo una serie de sucesos que anticipaban la tragedia, pero todas las señales fueron ignoradas. Ahora la posibilidad de que el presidente Macri pueda remontar la elección es aún más difícil. Sus aliados del mercado, con su apuesta maestra, le generaron al país un daño que en el corto plazo repercutirá aún más en la situación económica, llevando al oficialismo a una derrota casi segura en octubre.

Socio de Delphos Investment