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'Grexit' o no, esa es la pregunta que se hace la UE

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, abandona su oficina antes de reunirse con el presidente en Atenas el 5 de julio de 2015

El 'no' masivo e inesperado de los griegos a la austeridad impuesta por la Unión Europea y el FMI deja al bloque frente a un dilema: empujar a Grecia hacia una salida o mantenerla a pesar de todo, según analistas.

La cita del lunes en París entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, permitirá allanar una posición, antes de la cumbre de la zona euro convocada para el martes.

Antes del referendo numerosos dirigentes europeos habían coincidido en asimilar el 'no' defendido por el gobierno griego de izquierda radical a un 'no' al euro, incluso a la Unión Europea.

Este escenario tomó forma con el referendo. Según los resultados definitivos, los griegos rechazaron con el 61,31% de los votos las propuestas formuladas a fines de junio por los acreedores del país (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Unión Europea), un plebiscito para el gobierno de Alexis Tsipras que abre la peor crisis de la UE desde su creación.

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"Muchos habían apostado a la racionalidad del proceso y tomaron sus deseos por realidades" apostando a un 'sí', analizó Nicolas Veron, economista del centro de reflexión Bruegel.

Para Veron no todo está aún definido: para evitar una catástrofe financiera que expondría a Grecia "quizás muy rápidamente" a salir del euro, aunque no lo quiera, "los Estados miembros van a dar una nueva oportunidad a las negociaciones".

La victoria del 'no' es "una herramienta que servirá para tender una mano cooperativa a nuestros socios", afirmó el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis.

- 'La última oportunidad' -

"Pero será realmente la última oportunidad, y queda muy poco tiempo", advirtió Veron.

El ministro de Economía alemán, Sigmar Gabriel, el primero en reaccionar en Berlín, estimó sin embargo que es "difícil imaginar" nuevas discusiones, estimando que el primer ministro griego Alexis Tsipras "ha roto los últimos puentes" con Europa.

Para Pieter Cleppe, de Open Europe, la UE debe en consecuencia prepararse para el regreso del dracma en Grecia: "¿por qué hacer como si no pasó nada y perder tiempo, cuando hay un riesgo de desastre social [para el país]?".

"Quizás debamos otorgar créditos de emergencia a Atenas para que los servicios públicos continúen funcionando y para que la gente necesitada reciba el dinero necesario para sobrevivir", sugirió el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz.

"Lo que puede ir en contra de los griegos es la idea", arraigada en los países bálticos, Finlandia y Holanda, de "que la zona euro estará mejor sin ellos", así como "la presión de los electores conservadores alemanes que rehúsan pagar aún más", señala Anne-Laure Delatte, economista del Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS).

Es justamente lo que quieren los griegos a través de una reestructuración de su gigantesca deuda pública, condición para aceptar los recortes y las reformas reclamados por sus acreedores. El jueves el FMI ahondó en este sentido al llamar a los europeos a postergar los plazos de los pagos de Atenas.

"La pesadilla de los 'arquitectos del euro' parece hacerse realidad, la de un país que quiere dejar el club", escribió en Twitter uno de los representantes del bando de los duros con Grecia, el ministro de Finanzas eslovaco, Peter Kazimir.

Pero a pesar de los desencuentros, los argumentos sobran en contra del divorcio, en particular por la "incertidumbre radical" sobre las consecuencias económicas y geopolíticas de un 'Grexit'. A ello se suma "la presión de los estadounidenses que quieren a todo precio evitar una nueva crisis financiera", subrayó Delatte.

Una salida de Grecia de la zona euro galvanizaría además en la UE a los "euroescépticos, antieuropeos y a las formaciones extremistas". Sus principales representantes, la francesa Marine Le Pen del Frente Nacional y el británico Nigel Farage del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), ven en el 'no' una victoria frente a la UE.

"Los dirigentes europeos no quieren abrir una caja de Pandora", estima Pascal Delwit, profesor de ciencias políticas de la Universidad Libre de Bruselas. "Desde el momento en que hay un precedente ya no se puede decir 'jamás' (...) el riesgo es cortar de cuajo la reactivación de la economía que se observa desde hace unos meses", subrayó.

Para Delwit "es un punto de vista racional (...). No estoy seguro de que la razón haya imperado siempre" en el caso griego.