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¿Qué hacemos con la Argentina?, preguntan en el FMI

Fernández y Georgieva, titular del Fondo Monetario Internacional, durante un encuentro en Roma en mayo pasado
Fernández y Georgieva, titular del Fondo Monetario Internacional, durante un encuentro en Roma en mayo pasado

La Argentina tiene un problema con el FMI y éste con la Argentina. Esto explica la dinámica de la negociación real, más allá de las manifestaciones públicas de los funcionarios de las partes involucradas.

En 2018, cuando el Estado argentino no pudo colocar nuevos títulos en los mercados financieros internacionales, acudió al FMI para que le prestara suficientes fondos para cancelar los vencimientos hasta las elecciones de 2019. Gracias al apoyo político de Estados Unidos, y con dudas de los funcionarios de carrera, el Fondo nos prestó alrededor de U$$45.000 millones. Cambiamos de acreedor.

La idea era evitar el default, que Mauricio Macri ganara la elección de 2019, se reabrieran los mercados financieros internacionales, y el Estado cancelara el préstamo otorgado por el FMI, cuya cuota de 2022 es, en números redondos, de U$$20.000 millones.

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Ganó Alberto Fernández y los mercados financieros internacionales no se reabrieron. Lo que sigue es contrafáctico, pero es fácil suponer que si hubiera ganado Macri, y dichos mercados tampoco se hubieran reabierto, el presupuesto nacional para 2022 no hubiera incluido una partida para pagar el vencimiento del año próximo con sacrificio argentino. ¿Qué apuro tiene el actual gobierno para acordar con el FMI si sabe que a raíz de ello no recibirá plata fresca? Este es el problema que tienen el directorio y Kristalina Georgieva; no los funcionarios de carrera, que seguirán haciendo informes para cubrir sus espaldas.

Somos el principal deudor del FMI, seguido por Egipto. ¿Qué puede hacer la institución si no le pagamos? Echarnos, no; ¿embargarnos la fragata Libertad?, un papelón; ¿bloquear los puertos argentinos, imitando al gremio de los camioneros?, tampoco.

Ergo, el gobierno argentino no tiene ningún apuro y el FMI tampoco porque, con el acuerdo en la mano, Georgieva tendrá que enfrentar al directorio de la institución, donde el representante de Egipto solicitará la aplicación de la “cláusula de la nación más favorecida”.

¿Y entonces? Lamento desilusionar a quienes demandan respuestas concretas, y sobre todo de aplicación inmediata. Porque la esencia del caso está en el hecho de que, en base a las posiciones actuales, no existe ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo. A lo que se puede llegar es a un seudo acuerdo, un documento impecable desde el punto de vista formal, carente de compromisos específicos.