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Hollande: "Los franceses han dado la espalda a la política"

París, 25 jun (EFE).- "Hoy los franceses han dado la espalda a la política, lo podemos ver con los niveles de abstención tan altos en las elecciones", avisa en entrevista con Efe el socialista Francois Hollande, presidente de Francia entre 2012 y 2017, quien atribuye este "desencanto" a la desintegración de los partidos tradicionales.

Hace cuatro años que Hollande, de 66 años, abandonó la presidencia para pasarle el testigo a Emmanuel Macron, al que había nombrado ministro de Economía en 2014.

Su agitado lustro de gobierno estuvo marcado primero por la crisis económica de la zona euro; después por la de los refugiados; y, por último, por la oleada de atentados terroristas. Hollande desalojó el Elíseo con bajísimos índices de popularidad.

El expresidente, quien hoy dirige una fundación de carácter social, recibe a Efe en su despacho en la rue Rivoli, con vistas al jardín de las Tullerías y a las dos torres más emblemáticas de París: la de Eiffel y la de Montparnasse.

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Repasa los desafíos del país en plena recta final de las elecciones regionales -vistas como la antesala de las presidenciales de 2022-; habla de su legado y evoca su etapa como jefe de Estado.

No solo los recuerdos del Elíseo le acompañan. Philae, una perra de raza labrador, sigue todavía a su lado y se mueve desenvuelta en un despacho a pleno rendimiento.

P. ¿Cómo es su día a día?

R. Yo determino mi agenda. Recibo a un cierto número de delegaciones, de intelectuales, de investigadores. Tengo un programa bastante completo. Lo que más me interesa es escribir (ha escrito dos libros para jóvenes, por ejemplo). Creo que el papel de un antiguo presidente es el de acercarse a los jóvenes, quienes están muy lejos de la política, muy lejos de las instituciones y que ponen en duda la utilidad de la democracia.

P. ¿Qué legado ha dejado a Francia?

R. En materia económica, permití que el país saliese de la crisis en la que estaba inmerso desde 2008. La segunda huella ha sido una reducción de las desigualdades. Y la tercera, una huella social que se ha visto en la cuestión del matrimonio para todos, aunque los españoles lo hayan hecho antes. Finalmente, algo que no estaba en mi programa, pero que era de mi responsabilidad por ser Jefe de Estado: asumí una crisis terrorista particularmente grave, que superamos no solo con operaciones (militares) en el extranjero o con medidas de seguridad interna.

Estuve a la altura evitando que los franceses se fracturasen sobre la cuestión del terrorismo y del islamismo. Fui duro ante la radicalización y también entendí siempre que los musulmanes son las primeras víctimas del terrorismo.

P. Cuando en esa época miraba los sondeos de popularidad, ¿qué se le pasaba por la cabeza?

R. Que no es fácil gobernar y es normalmente ingrato dirigir un gran país porque no nos llevamos los laureles enseguida. Muchas veces, los elogios llegan cuando dejas el poder. He vivido de manera estoica la impopularidad. Eso no me impidió seguir acometiendo reformas.

P. ¿Los franceses son ingratos?

R. No, son exigentes. Francia siempre ha sido una nación muy comprometida. Hoy los franceses han dado la espalda a la política, lo podemos ver con los niveles de abstención tan altos en las elecciones (en la primera vuelta de las regionales, el pasado domingo, un 66 %).

Este desencanto con la democracia está relacionado con los sucesivos partidos que han gobernado y no han aportado los resultados esperados, pero también es consecuencia de una descomposición de las grandes fuerzas democráticas. Los grandes partidos han de encontrar su papel.

P. ¿Lloró alguna vez durante su mandato?

R. Me sucedió una vez y no sobre mí, es mejor evitar cualquier tipo de compasión centrada en uno mismo. No pude evitar las lágrimas durante la ceremonia de los atentados del Bataclan (noviembre de 2015). Estábamos todos juntos muy emocionados.

P. ¿Un presidente puede llorar?

R. Hay un momento en el que la lágrima es más fuerte que todo. Se derrama sin que el presidente se derrame también.

P. ¿Ser presidente es tan solitario como dicen?

R. Sí, en el sentido de que es quien toma una decisión él solo. Pero esa soledad no puede ser institucional. Un presidente necesita consejos, diálogo, concertación.

P. ¿Cuáles son los tres principales arrepentimientos de su mandato?

Internacionalmente, es no haber intervenido en Siria en agosto de 2013 después de que Bachar al Asad utilizara armas químicas. Francia no podía actuar sola. Lamento que Barack Obama no nos secundara. Si en ese momento hubiésemos atacado al régimen sirio, hubiésemos, sin ninguna duda, evitado la radicalización de la oposición y las intervenciones rusas en esa región.

El segundo arrepentimiento es que fuimos demasiados lentos en la lucha contra la crisis financiera. Es cierto que fue un éxito haber mantenido en la zona euro a España, Italia, Portugal y Grecia, pero lo podríamos haber hecho más rápidamente. Podríamos haber ganado uno o dos años sin imponer curas de austeridad.

El tercer arrepentimiento fue proponer la retirada de la nacionalidad (francesa) a los criminales terroristas cuando no había consenso para ello.

P. ¿Cómo ve a Macron? ¿Es posible ver a Marine Le Pen como presidenta de Francia en 2022?

R. Macron todavía no ha terminado su mandato, ya veremos si vuelve a ser candidato, aunque todo indica a que se prepara. El juego está muy abierto. La derecha todavía no ha escogido a su aspirante. Actualmente la izquierda no está solo dividida, no tiene a nadie que la represente.

Respecto a la extrema derecha, se alimenta de las debilidades de los otros partidos. Será suficiente, lo que ya sería bastante, con que los otros presenten sus programas.

Hay que avanzar con soluciones para que el partido de Le Pen se quede a su nivel, que es ya bastante alto, cerca del 20 %, según los sondeos. Pero si los partidos siguen en vías de descomposición y la oferta política continúa poco atractiva, existe siempre el riesgo de que la ultraderecha gane.

De todas formas, yo creo que habrá una movilización para impedir su elección, aunque haya mucha gente que diga que los electores, especialmente los de izquierda, no votarán si hay una segunda vuelta entre Macron y Le Pen. No veo ese escenario.

P. ¿Cuándo llamó a Macron para que integrase su gobierno, imaginó que se convertiría más tarde en presidente?

R. Sinceramente, no. Y cuando le nombré ministro de Economía no imaginaba que él pensaba en ser candidato.

Antonio Torres del Cerro

(c) Agencia EFE