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Así es como humanos ocultos ayudan a los vehículos autónomos a navegar las calles

Un empleado en un sitio que Zoox llama “centro de fusión”, donde los empleados monitorean a los robotaxis que circulan tanto en el área local como en Las Vegas, en Foster City, California, el 28 de mayo de 2024. (Jason Henry/The New York Times).
Un empleado en un sitio que Zoox llama “centro de fusión”, donde los empleados monitorean a los robotaxis que circulan tanto en el área local como en Las Vegas, en Foster City, California, el 28 de mayo de 2024. (Jason Henry/The New York Times).

LAS VEGAS — En lugares como San Francisco, Phoenix y Las Vegas, varios robotaxis navegan las calles de la ciudad sin un conductor al volante. Algunos ni siquiera tienen volante.

Sin embargo, algunos de los autos a veces cuentan con la orientación de una persona que está sentada en Foster City, California, en un centro de control operado por Zoox, una empresa de vehículos autónomos propiedad de Amazon. Al igual que otros robotaxis, los autos de conducción autónoma de esta empresa a veces tienen dificultades para desplazarse sin conductor y, cuando eso ocurre, reciben ayuda de técnicos humanos que están en una sala a unos 800 kilómetros de distancia.

Dentro de empresas como Zoox, este tipo de asistencia humana se da por hecha. Fuera de ellas, pocos saben que los vehículos autónomos no son totalmente autónomos.

Durante años, las empresas evitaron mencionar la asistencia remota que recibían sus vehículos autónomos. La ilusión de completa autonomía ayudaba a atraer atención a su tecnología y motivaba a las empresas de capital de riesgo a invertir los miles de millones de dólares necesarios para construir vehículos autónomos cada vez más eficaces.

“Esto tiene un toque como del mago de Oz”, comentó Gary Marcus, empresario y profesor emérito de psicología y ciencias neurales en la Universidad de Nueva York que se especializa en inteligencia artificial y máquinas autónomas.

Por ejemplo, si un robotaxi de Zoox se topa con una zona de construcción que nunca ha visto antes, un técnico en el centro de control recibe una alerta (un mensaje breve que aparece en una pequeña ventana de color al costado de la pantalla del técnico). Luego, con el ratón de computadora, el técnico dibuja una línea en la pantalla para indicarle al auto una nueva ruta que rodee la obra en construcción.

“No tenemos control absoluto del vehículo”, afirmó Marc Jennings, un técnico remoto de 35 años que trabaja para Zoox. “Solo lo guiamos”.

Empleados en un sitio que Zoox llama un “centro de fusión”, donde los empleados monitorean a los robotaxis que circulan tanto en el área local como en Las Vegas, en Foster City, California, el 28 de mayo de 2024. (Jason Henry/The New York Times).
Empleados en un sitio que Zoox llama un “centro de fusión”, donde los empleados monitorean a los robotaxis que circulan tanto en el área local como en Las Vegas, en Foster City, California, el 28 de mayo de 2024. (Jason Henry/The New York Times).

Conforme empresas como Waymo, propiedad de la controladora de Google, Alphabet, y Cruise, propiedad de General Motors, han comenzado a retirar a los conductores de sus vehículos, ha aumentado el escrutinio en torno a sus operaciones. Tras una serie de incidentes de alto perfil, empezaron a admitir que los autos requieren asistencia humana.

Aunque Zoox y otras empresas ya comenzaron a revelar cómo intervienen los humanos para ayudar a los vehículos autónomos, ninguna de las compañías ha confirmado cuántos técnicos de asistencia remota emplea ni cuánto cuesta toda esta operación. El centro de control de Zoox tiene capacidad para unas 35 personas que supervisan lo que parece ser un pequeño número de vehículos autónomos —dos en Foster City y varios más en Las Vegas— así como una flotilla de unos 200 autos de prueba que aún tienen un conductor al volante.

Cuando los reguladores le ordenaron a Cruise que suspendiera las operaciones de su flotilla de 400 robotaxis en San Francisco luego de que una mujer fue arrastrada debajo de uno de sus vehículos autónomos, los autos recibían apoyo de alrededor de 1,5 trabajadores por vehículo, incluido el personal de asistencia remota. Esos trabajadores intervenían para ayudar a los vehículos de la empresa cada 4 a 8 kilómetros, según dos personas enteradas de sus operaciones.

Los gastos asociados con la asistencia remota son una de las razones por las que será difícil que los robotaxis remplacen a las flotillas tradicionales de autos de transporte privado que operan Uber y Lyft. Si bien empresas como Zoox empiezan a remplazar a los conductores, todavía les pagan a personas para que trabajen en segundo plano.

“Tal vez sea más barato pagarle a un conductor para que se siente en el auto y lo maneje”, señaló Thomas W. Malone, profesor en el Centro para la Inteligencia Colectiva del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Waymo y Cruise se rehusaron a ofrecer comentarios para este artículo.

Mientras que Waymo y Cruise utilizan autos tradicionales reacondicionados para la conducción autónoma, Zoox está poniendo a prueba una nueva clase de vehículo en Foster City, al sur de San Francisco, y en Las Vegas, cerca del Strip.

Estos robotaxis todavía no están disponibles para todo público. Pero hace poco, Zoox permitió que reporteros de The New York Times tomaran un viaje de prueba.

Dentro del vehículo, no hay espacio para un conductor. No hay asiento de conductor, ni volante, ni tablero, ni acelerador. En el auto caben cuatro personas y las cuatro son pasajeros. Se sientan en dos asientos corridos que están uno frente al otro, como dos sillones en una sala de estar.

Cuando estás en movimiento, tu única interacción con el auto es mediante una pantalla táctil que abre y cierra la puerta. Si deseas, puedes ajustar el aire acondicionado o reproducir algo de música. Pero eso es todo.

A diferencia de los pasajeros en otros vehículos autónomos, no ves que los pedales se muevan de arriba para abajo ni que el volante gire por sí solo. En teoría, esta es una manera más eficaz de construir un vehículo autónomo. Al pasajero le parece que el auto se está encargando de todo por cuenta propia.

Este año, tras poner a prueba estos vehículos con empleados de Zoox, sus familiares y amigos, la empresa planea desvelar un servicio público. Pero este servicio de robotaxis, como todos los demás, tendrá el respaldo de la asistencia humana.

En Foster City, la empresa cuenta con lo que llama un “centro de fusión” donde los empleados monitorean a los robotaxis que circulan en el área local y en Las Vegas, a varios cientos de kilómetros de distancia. Desde las pantallas de sus computadoras, estos trabajadores pueden visualizar transmisiones directas de las calles a través de las cámaras instaladas en los autos, así como una vista aérea detallada del auto y sus alrededores, que se conforma a partir de datos obtenidos de una variedad de sensores instalados en el vehículo.

Estos trabajadores pueden proporcionar ayuda verbal a los pasajeros por medio de bocinas y micrófonos dentro del auto. También pueden ayudar los vehículos si se encuentran con una situación que no pueden manejar por sí solos.

“Estas son situaciones que se salen de lo normal”, aclaró Jayne Aclan, quien supervisa un equipo de técnicos de Zoox que les ofrecen asistencia remota a los autos.

Se puede confiar en que los vehículos autónomos sepan manejar situaciones conocidas, como una vuelta ordinaria a la derecha o un cambio de carril. Están diseñados para frenar por sí solos cuando un peatón se cruza corriendo frente a ellos. Pero están menos preparados para situaciones inusuales o inesperadas. Es por eso que todavía necesitan a los humanos en la sala de control.

Pero, con todo y el apoyo de esta asistencia humana a distancia, los vehículos autónomos siguen cometiendo errores en las calles.

c.2024 The New York Times Company